viernes, 26 de diciembre de 2008

El Sabor de la Sandía y Juana de los Ángeles

TIAN BIAN YI DUO YUN (El sabor de la sandía-2005), de Tsai Ming-Liang
“Después de todo tú eres / la única muralla / Si no te saltas nunca darás un solo paso” (Luis Alberto Spinetta, “La búsqueda de la estrella”)

Lee es un joven actor de películas porno, y Chen es una joven guía de museo. Ambos viven en un mismo edificio, en una ciudad taiwanesa azotada por una sequía brutal, que obliga a cada ciudadano a salvarse como pueda. De un acuerdo entre Gobierno y productores se llega a imponer a la sandía como un sustituto eficaz del agua para la sed y los calores. Pero para la higiene y otros usos no había alternativas. Cada cual debía autoabastecerse de agua a como dé lugar.


Con el tiempo y persistiendo las sequías, la sandía irá ganando un espacio entre las discusiones políticas, sociológicas, religiosas y filosóficas… e incluso, irá asumiendo aspectos y roles novedosos, banales, impensados y hasta estúpidos (según el tamaño y el color de la sandía, era una muestra del carácter de quien la comía, por ejemplo).

Lee y Chen se conocen y se enamoran, pero… Lee no puede corresponder sexualmente al amor de Chen. No es tan fácil: su sexo es una herramienta de trabajo, no una natural expresión de sus sentimientos. Debido a su falta de erección, Lee huirá de Chen, confinándose a sus lujuriosos asuntos y despojado de toda esperanza de amor sincero.
Chen buscará a Lee y lo esperará tanto tiempo como sea necesario. Las necesidades y las urgencias del amor sólo se superan con la paciencia del amor. Esta historia nos muestra en este punto que el amor es como el veneno de las serpientes, que envenena y mata al tiempo que inmuniza y cura.

Luego de vicisitudes de lo más bizarras, ambos se encontrarán y completarán la elipsis del amor de un modo que seguramente quedará en la galería de los más grandes pasajes del cine moderno.

MATKA JOANNA OD AIONLÓW (“Madre Juana de los ángeles” - 1961), de Jerzy Kawalerowicz

“Ven y toca mi puerta” (Spinetta, “Ganges”)

Bien adentrado ya el siglo XVII, la pequeña ciudad francesa de Loudun (“Laudunum” para los amantes de Astérix), aparecía como un refugio desfasado y gótico de tiempos y valores prontos a caer en desgracia bajo el largo brazo del ahora todopoderoso Richelieu. Aquí llegará un joven y ascendente párroco, el padre Urbain Grandier, con un futuro sin dudas promisorio. Pero esta misión terminaría siendo fatal para él. Grandier moriría en la hoguera acusado de brujerías y no sólo eso, sino además, de soliviantar y envilecer a las monjas Ursulinas del Convento. Hasta aquí el argumento de Los Demonios de Loudun de Aldous Huxley, cuyas serias consecuencias se desarrollan en nuestra película de la noche.

Un compañero de armas, el joven jesuita Josef Suryn, acaba de llegar al pueblo tras meses de ayuno y autorreclusión (2) para pacificar las mentes atribuladas de los lugareños, expulsar a los demonios usurpadores y, principalmente, rescatar a Juana, la Madre Superiora.

“(Los exorcistas) dicen que si alguien ve al Diablo, su fe en Dios y en la Iglesia crecen. Por eso muestran tales cosas a la gente. Como trucos de feria”, diría el Padre Brym, párroco del lugar. Aunque la propalación de tales aberraciones contrariaba el dogma católico sobre la materia, los hechos singulares del convento no podían ser ocultados al pueblo, y terminaron a la larga, por ser un bastión para la fe católica.

“¿Puede descubrir un hombre a Dios a través del Diablo?” pregunta Suryn a Brym. “Quien sabe, Padre” le contesta. “Podría no ser una mala manera. Quizás los santos llegaron a serlo así… a no ser que no haya ningún diablo allí (señalando el convento). Toda mujer está inclinada a pecar”. “Y a ser una santa” retruca Suryn. “Basta con mirar el mundo”, afirma un confiado padre Brym. “No conozco el mundo”, admite al fin Suryn, cuya vida nunca rebasaba los permisos, las reglas y confines del monasterio. Hasta hoy.

Seremos testigos directos entonces de los bailes, contorsiones, blasfemias, impudicias y provocaciones fruto del diabólico dominio a que tanto Juana como sus monjas se hallaban sometidas. También veremos a cuatro expertos exorcistas –más el Padre Suryn - intentando arrancar a los demonios (ocho en total) del cuerpo de las desdichadas monjas (3).

Encuentro con el rabino

“Yo te entrego mi rosa más negra” (Spinetta, “Nena boba”)

Los exorcismos no sólo fueron frustrantes sino que, además, terminaron por horadar el casto corazón de Suryn, sometiéndolo al influjo de la pasión que le despertara una ya irredimible Juana, y agotado ante el esfuerzo y la flagelación que diariamente se infligía por no ceder ante tal pasión, entrará en trance y en él, mantendrá una conversación con un rabino -en realidad un alter ego-.

“Quizás el problema no sean los demonios, sino la ausencia de ángeles”, diría el rabino. “El ángel de la Madre Juana se ha ido, y ahora quizás solo se tiene a sí misma… Quizás (todo esto) sólo sea la naturaleza humana”. (Al fin se introduce el criterio de “histeria colectiva” dentro del convento, para alivio de Satanás y sus acólitos).

“¿Cuántas veces cayó y se levantó el hombre?” seguía un insistente y convincente rabino. “¿Cuántas veces fue asesinado el paciente Abel por Caín? Toda la maldad perpetrada por el hombre no es comparable a toda la maldad que le atormenta”.
Al fin y al cabo, las hermanas Ursulinas eran víctimas de su propia sensualidad, exacerbada por una castidad impuesta, así como por un instigador procaz ya ajusticiado.

Suryn pregunta, el rabino responde: “¿Cómo puede (el diablo) poseerlo (al hombre)?”. “Cuando el hombre lo ama demasiado”. “¿Puede el hombre amar a Satán?” “El amor es la raíz de todo lo que hay en la Tierra. El amor es tan poderoso como la muerte”. “No aprenderé nada de vos”, sentencia Suryn. “¿Os gustaría aprender todo de una vez, en un tris? ¿Queréis conocer todos los demonios creados por el eterno Adonai y a aquellos nacidos de incontables ángeles y mujeres terrenales, aquellos que se han alzado en vuestro interior para nublaros el juicio y desposeeros de vuestra sabiduría? ¿Y aquellos que ahora están en vuestro corazón? ¿Queréis saberlo todo? Dejad que entren en vuestra alma”.

En el altar de Satanás

“Ya me estoy volviendo “canción”…barro…tal vez…” (Luis Alberto Spinetta, “Barro tal vez”)

“Yo os mostraré el camino” dice Suryn a solas con Juana. “¿Cuál camino?” responde ella. “Vos queréis que sea tranquila, sin color, pequeña, como los miles que vagan por la tierra… Verme rezando todos los días… ¿Y me prometéis la Salvación para eso? No quiero tal Salvación. Si uno no puede ser un santo, es mejor estar condenado”, dice todo esto desde el clímax de su sensualidad. “¿Sabéis lo que significa comprenderlo todo?” pregunta ahora una Juana dócil y sumisa. “Significa ser uno con la Luz Eterna y todavía permanecer en la Tierra. Estar en los altares con velas e inciensos para volver como oración en todos los labios. ¡Oh! Eso es la vida, la vida eterna. Si no… ¡Prefiero estar con los demonios!” sentencia al fin, Juana, la única.

“Volved a casa Padre Josef, idos de una vez. El viaje os tranquilizará. Volveréis a vuestra celda, a vuestros libros, y los demonios podrán abandonar vuestro cuerpo y alma”, aconseja un sabio Padre Brym.

El Padre Suryn se había decidido. Matará a dos mozos de cuadra jóvenes y puros y los ofrecerá en sacrificio ante el altar del Diablo. Consumado esto, Satanás se apoderará de él, abandonando por siempre al cuerpo de Juana, y Juana, será una Santa al fin (4).

Enlace socrático

“Hay una luz / sólo hay una luz, oh / sólo hay una luz y acaso más nada en este mundo” (Spinetta, “Pobre amor llámenlo”)

Darío: Fe, represión, fanatismo y Eros: a partir de estas cuatro variables ha venido evolucionando un ser racional en este planeta. Algunos, como el padre Josef, se sacrifican en pos de su fe fanática por la represión del Eros. En el siglo XVII, la religión es un misterio ante el cual las personas comunes se mantienen a distancia prudencial pero a su vez, según confiesa la Hermana Malgorzata, la vida religiosa ofrece a la mujer una oportunidad de escapar a la dureza y la violencia de la vida conyugal. En la actualidad, la fe y Eros siguen transitando caminos opuestos, pero ya Lee hace de su oficio de erotizar un trabajo seguro que no conlleva riesgos de hoguera, y ambas guías parvularias, tanto Chen como Juana, ante una misma irrupción de Eros en sus vidas, sufren y afrontan traumas demasiado similares. Entonces, la evolución de los derechos civiles, la revalorización del individuo, la liberación sexual, la era de la paz, el psicoanálisis y el descubrimiento de la libido, etc. ¿no han hecho nada por suprimir el trauma provocado por los choques entre Eros y la autorrepresión?

Pablo: Aquí es donde podríamos convocar a un viejo sabio vienés, un tal doctor Sigmund, y al concepto vertebral de su obra “El malestar en la cultura”. Freud afirma que “el designio de ser felices que nos impone el principio del placer es irrealizable”, y más aún, “todo el orden del universo se le opone”, comenzando por nuestra inevitable decadencia física y mortalidad, siguiendo por la implacabilidad de las fuerzas de la Naturaleza y (paciencia, ya llegamos) terminando por los problemas de la relación con los otros seres humanos (“el infierno son los otros”, afirmó Jean-Paul Sartre). Freud llega aún más lejos con esta metáfora: “el plan de la «Creación» no incluye el propósito de que el hombre sea «feliz»”.
En lo que hace a las relaciones con los demás, Freud no se refiere solamente a la vida de pareja, familiar o laboral, sino a la organización social, y define “cultura” al conjunto de instituciones que los seres humanos hemos creado para dominar la Naturaleza y para regular nuestra vida social (otro autor tal vez hablaría de “sociedad” en vez de “cultura”, y con ello el concepto ganaría en claridad). A cambio de crear instituciones para protegernos mutuamente del clima, las enfermedades, el hambre, las fieras salvajes, la sociedad se cobra su shakespeareana libra de carne: porque la sociedad misma reposa sobre la renuncia a la inmediata satisfacción de los instintos del individuo; la sociedad es una construcción destinada a controlar nuestros instintos, especialmente los agresivos, pero no sólo ellos. Pensemos qué diría nuestro empleador o cliente si le dijéramos que hoy no vamos a trabajar porque preferimos dedicar la mañana a hacer el amor con una nueva pareja, qué diría cualquiera de nuestras vecinas si les dijéramos que matamos a su esposo porque se le ocurrió dejar que su perro ensuciara nuestro jardín, qué diría cualquiera de nuestros compañeros de trabajo si dijéramos que su nuevo suéter nos gusta tanto que hemos decidido quedarnos con él, qué diría cualquiera de nuestros vecinos si le dijéramos que hemos pasado una espléndida noche de lujuria con su hija apenas adolescente (o peor aún, su hijo). Cualquiera de los ejemplos antedichos se puede invertir (por ejemplo, que el hijo mencionado sea el nuestro): el efecto seria todavía más claro, y aún más perturbador. En síntesis, amigo Lavia: no hay salida. No sólo eso: nunca la habrá. Siempre habrá fricciones entre la sociedad y el individuo, y la historia de esas fricciones es el arte: estos dos filmes son un ejemplo.

Darío: Ya que hemos mencionado a tantos autores, no vendrá mal uno más, Isaac Asimov, que en uno de sus cuentos apunta a cómo será el ser humano del futuro. Según él, desecharemos la pesada y finita carga que implican nuestros cuerpos, dedicándonos a desarrollar el intelecto y la mente para migrar, en algún par de eones, de nuestras prisiones corporales a convertirnos en luz. Si del mundo del siglo XVII al de la actualidad, en la variable sexo, podemos percibir una disminución progresiva en lo relativo a represión y prejuicios, con vistas a ese futuro lejano, se trataría de una involución. Como cuesta trabajo imaginarse un mundo así (estamos lejos de vislumbrar la psicología de tales seres) concluyamos repitiendo, en lo que a nosotros toca, la frase del magistral diálogo del cura y el Rabino: “el amor es la raíz de todo lo que hay en la tierra” (a pesar que no se aclare si es amor por los demás o por uno mismo…).

Pablo: Darío, creo que aquí Asimov se deja llevar no hacia el futuro, sino hacia el pasado: su cuento no hace más que revisitar una idea que circula en el mundo occidental desde hace al menos 2.500 años, tal vez más, verbigracia, la doble oposición espíritu - materia y alma – cuerpo, siendo el orden de los términos una indicación de jerarquía. Las filosofías de Pitágoras, Platón, Simón el Mago, Basílides, Marción, Plotino, Manes / Maniqueo, San Agustín y sus sucesores cristianos, han sido episodios en la historia de esa idea. (También podría citar aquí a Buda - para quien el mundo físico es ilusorio – que no pertenece al orbe occidental). Según el catedrático John Dominic Crossan y su imprescindible obra “El nacimiento del cristianismo”, dichas filosofías dualistas son sarcofóbicas (del griego sarx, “carne”, y fobos, “pánico” (5)) en el sentido de que abominan de la carne y llegan a considerar al cuerpo mortal como una prisión del alma encarnada. Dicha alma es inmortal, y aspira a liberarse del cuerpo y volver a formar parte del mundo perfecto de las Ideas, los Arquetipos, Dios, según el caso. El cuerpo, por su parte, es mortal, corrompible, imperfecto, casi despreciable, denigrado por la enfermedad, la discapacidad, la maldad de los otros, la decrepitud. Pero pensemos en qué espacio deja para el amor a otra persona, a otro cuerpo mortal e imperfecto: un enfoque de este tipo termina negando la naturaleza humana. (6) y (7)

Patricio Flores, Pablo Martín Cerone y Darío Lavia

Notas


1) El título de este díptico (“El áurea misma de tu sexo”) es una referencia a una frase de una canción de Luis Alberto Spinetta, “Todas las hojas son del viento”.

2) “Resulta interesante leer, en este contexto, lo que otro con-temporáneo de Lallemant, John Donne, el católico convertido al anglicanismo, el arrepentido poeta que se hizo predicador y teó-logo, nos dice a propósito de la autodisciplina. «Cruces extrañas y méritos de otros hombres, no son míos; cruces espontáneas y voluntarias adquiridas por mis propios pecados, no son mías; no son mías tampoco las cruces tortuosas, remotas e innecesarias. Ya que estoy condenado a soportar mi cruz, debe haber una que sea mía, una cruz que Dios ha hecho y ha puesto en mi camino, que es tentación y tribulaciones en mi oficio; y no debo apartar-me de mi camino para tomar mi cruz, pues no sería mía, ni hecha para que yo la llevara. Yo no estoy obligado a perseguir con ansia, como hace el cazador, ni a permanecer fijo y sin moverme, ni a provocar una peste y quedarme allí, ni a lanzar una injuria contra mí mismo y no defenderme. No estoy obligado a dejarme morir de hambre practicando un ayuno sin sentido, ni a lacerar mi carne con flagelaciones inhumanas. Pero estoy condenado a soportar mi cruz, la cruz que es solamente mía, la que ha confeccionado para mí la mano de Dios y que es ocasión de tentaciones y tribulaciones en el camino de mi vocación.» (Extraído de “Los Demonios de Loudun” de Aldous Huxley).

3) Según nos narra el poeta romano San Venancio Fortunato (siglo VI DC) la monja y princesa franca Crodielda presentó cargos contra la Abadesa Basina ante los tribunales eclesiásticos debido a que las rigurosas y ascéticas normas monacales estaban siendo desplazadas por hábitos propios de la aristocracia romana, como juegos de dados, baños y banquetes. Es bueno saber que Crodielda sería excomulgada por el mismo tribunal por rebelarse contra la autoridad de la Abadesa.

4) Para Suryn, un sencillo homenaje de nuestra parte, compartiendo a Luis Alberto Spinetta y su “Kamikaze”:

“Cayó por fin
el loco kamikaze.
Creyó ubicar,
su propio sol naciente.
Luego en su reino
el kamikaze comprendió su error.
Al fin,
morir así
es en vano”.

Y también a Fernando Pessoa

“Y pienso: tal vez nunca viviste, ni estudiaste, ni amaste, ni creíste,
(Porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer nada de eso);
Tal vez hayas existido apenas, como una lagartija a quien le cortan la cola
Y eres ésa cola más allá de la lagartija, agitadamente.
Hice de mí lo que no supe,
Y lo que podía hacer de mí no lo hice,
El traje que vestí estaba equivocado.
Me conocieron luego por quien no era y no lo desmentí y me perdí.
Cuando quise arrancar la máscara,
Estaba pegada a la cara.
Cuando la arranqué y me vi al espejo,
Ya había envejecido,
Estaba borracho, ya no sabía vestir el traje que no me había quitado.
Dejé la máscara y dormí en el vestíbulo
Como un perro tolerado por la gerencia
Por ser inofensivo
Y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime”. (fragmento de “Tabaquería”, poema de Fernando Pessoa)

5) De donde podemos deducir que la tenebrosa etimología de “sarcófago” es “el que devora la carne” (phagos = “comer”).

6) Orbitando en este punto sólidamente expuesto por Pablo y Darío, recaemos en la vehemencia con que HAL 9000 defiende su misión y su rol dentro de la Discovery, atacando mortalmente a una tripulación humana que, en definitiva, no era más que… un estorbo tanto para él como para la misión, así como las cuestiones de la conciencia o del alma lo son para el cuerpo en la satisfacción de sus urgencias (y viceversa). De esta pugna habla el díptico y el enlace socrático. Como resultante el propio Bowman terminará desarticulando los centros nerviosos superiores de HAL practicando así una “lobotomía” con dicho ordenador, abandonando luego la Discovery para iniciar su viaje a través de la “Puerta de las Estrellas”. Prescindiendo del Cuerpo, el Alma liberada accede al infinito.

7) En el juicio que condenara al padre Grandier a la hoguera, sorprende “Madre Juana de los Angeles” con la siguiente acusación: que Grandier las había hechizado y demonizado “arrojando un ramo de rosas por encima de los muros del convento”. Podríamos conjeturar que Juana no estaba endemoniada, sino apasionadamente enamorada. Después de todo, las diferencias son prácticamente imperceptibles.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Réquiem para un Sueño y El Silencio del Mar

Requiem for a dream (2000), de Darren Aronofsky

Apertura

Una madre es presa de una tremenda angustia oral que solo logra apaciguarla saboreando bombones junto a su programa de TV.

Pero la Suerte llamaría a su puerta. Acaba de ser elegida para participar de un programa de TV. La vida vuelve a cobrar colores fuertes. Solo hay que arreglar los detalles del vestuario y del peinado, y adelante.

Mientras la Sra. Goldfarb disfruta de su buena fortuna, su hijo único y adolescente, Harry, y su novia, Marion, se descubren y se moldean mutuamente en la excitación de sus cuerpos, en el juego de sus sexos, en alguna aventura riesgosa. Ellos buscan horizontes nuevos ya que el de sus padres – y el de sus pares- rebosa de patetismo. Ellos, unidos, no caerán jamás en las trampas ramplonas en que caen todos.

Y así, decididos, Harry y su amigo Tyron, se lanzan al negocio de comprar, fraccionar y vender heroína. Tres cuerpos ardientes necesitados de acción y de emociones fuertes, comienzan a organizar la compraventa y a plantear escenarios posibles propios del negocio.

Dña. Goldfarb debe resolver urgentemente sus cuestiones de vestuario y de peinado. Ir a la TV no era para desprevenidos y tampoco para personas excedidas de peso. Se pondrá su vestido de noche rojo de otros tiempos y un cabello luciendo a tono con el vestido.

Jennifer Connelly y Jared LetoHarry y Marion se encuentran entre sueños hedonistas y transgresores En lapsos breves, disfrutan de las mieles de la sinceridad, de la mirada franca, de la caricia por la caricia misma, se sienten buenos, se sienten protegidos en su mundo, son los reyes de ése mundo sin más habitantes que ellos dos, y la aparición de Tyron al momento de los negocios.

Primer día de dieta y tintura: Un huevo y media naranja.

Al llegar la noche, una caravana de bombones exigirán ser atendidos personalmente por Goldfarb. La paritaria resolverá que Goldfarb necesita de apoyo externo, y debe ir por anfetaminas.

Medio juego

Goldfarb reemplazará una comida por una pastilla. Sencillo, sin trucos.

Los muchachos ahora fraccionan y venden y empiezan a ver dinero. Entra dinero a la caja, sigue entrando... Harry le pondrá un negocio de ropa a Marion; es el bien por el bien mismo. Y pensar que todo esto parecía imposible... era cuestión solo de quitarse la venda de los ojos y vencer algunos miedos.

Las anfetaminas también funcionan. Dña. Goldfarb es dueña ahora de una vitalidad sorprendente; siempre inquieta, limpia y ordena, ordena y limpia. Merece un descanso y para eso nada mejor que la tele aunque ahora, sin bombones.

Ellen Burstyn y Jared LetoY Harry vuelve a ver a su madre luego de bastante tiempo, pero ya no es el muchacho irascible que robaba para conseguir drogas. Ahora es un joven de negocios el que se presenta ante su madre, a pedirle perdón por su conducta pasada y a llevarle en ofrenda un regalo de lo más apropiado, una TV gigante.

Pero ahora, la apacible señora Goldfarb no era sino un manojo de nervios. Y saltó la liebre. Ella le contó de sus preparativos para el programa al que había sido invitada, y de su preparación en los detalles. No tardó nada Harry en entender el cuadro completo: su madre se drogaba y lo hacía por una razón absurda, insignificante, probablemente fruto de su fantasía.

Y él: ¿por qué razón lo hacía?

Todo el amor entre él y su madre era sincero y forzado a la vez. Su reencuentro le provocará dolor y culpa, pero la droga se encargará de pagar esa adición.

Tyron cae en una redada, y todo el dinero recaudado por ambos va a parar al estado en concepto de "fianza". Pero no es todo. Fruto del mismo operativo, se acabará la droga en el barrio. Por primera vez, Harry y Marion deberán enfrentarse a exponer su relación sentimental en un escenario sin drogas. Veremos si el amor puede suplir la falta, o si la abstinencia arrastra con todas las reservas emocionales. Jaque.

Ahora, la Sra. Goldfarb puede lucir su vestido rojo, pero está desquiciada. Atormentada por sus alucinaciones, luce psicótica; sabe que algo no anda bien pero también entiende que ya no hay marcha atrás.

La droga volverá al barrio. Pero ya no hay dinero en la caja y no olvidemos que ahora hay antecedentes cercanos comprometedores. Todavía queda algo por hacer: Marion deberá prostituirse. "Sacar a pasear a la Dama" es, en ajedrez, síntoma de poca reserva táctica, imprevisiones, de escasa capacidad de juego.

Goldfarb llega a la TV. En su alucinación, llega espléndidamente vestida con su vestido rojo, y con una felicidad plena, saluda a cámara a su esposo y a su exitoso hijo. Pero eso no dura nada; nada dura nada; todo se desvanece ante la omnímoda presencia pesadillezca de la heladera y de la TV.

La heladera, antiguo tótem en lo de los Goldfarb, ahora encabeza un turbión de viejos apetitos ya inalcanzables para una señora sola y vieja. Sara Goldfarb corre. Y llega el invierno.

Final [1]

Tyron y Harry parten a Florida en busca de la histérica y esquiva droga.

La Sra. Goldfarb terminará en un neurosiquiátrico.

Marion descenderá aún más, pero no es el fin.

Harry y Tyron abdicaron. Pero el juego siempre sigue. ¿Yo...? Prefiero "Negras".

Le silence de La Mer (1949), de Jean-Pierre Melville

Howard Vernon (el teniente)Un oficial de la Wehrmacht, el teniente Von Ebrennac, se hospedará por tiempo indeterminado en la morada de monsieur Robain y su sobrina Stephanie, en un pueblo a las afueras de Paris, allá por 1941.

La casa, de dos plantas se vio dividida al igual que Francia luego de la invasión alemana y el gobierno de Vichy. La planta superior fue ocupada íntegramente por el oficial alemán; la inferior y los jardines, por tío y sobrina.

El teniente entendía lo indeseada de su presencia y permanencia en la casa, no obstante ello no impidió que noche a noche bajara a compartir unos minutos con sus anfitriones. Con los meses, ésos minutos irían socavando la resistencia de los dueños de casa.

Jean-Marie Robain (el tío), Nicole Stéphane (la sobrina) y, al fondo, Howard Vernon"Francia no era para ser conquistada, sino seducida", plantearía Ebrennac. La tierra de Racine, Voltaire, Montaigne, Descartes y Hugo no daba ni daría nada de sí, a menos que se la sedujera, y para eso, había que dar la talla. Y Alemania la daba. Toda la literatura que le faltaba al país invasor, la compensaba con los más grandes filósofos y músicos de nuestra historia. Eso debía de ser un buen presente, como para empezar el galanteo.

(Imaginaba el idealista alemán que de la unión de ambas naciones, brotaría una savia que alimentaría a todo el concierto de las naciones).

Pero la guerra tomaría cursos bien distintos muy reñidos con la idea de "seducción". No sólo se estaba sojuzgando a Francia, sino además, se buscaba hacer desaparecer su influencia inconmensurable del contexto de una nueva Europa.

El noble teniente actuará conforme a su condición y pedirá su traslado al frente.

Enlace

Es por demás evidente que la vida no transcurre en balance, o quizás sí, pero en ciclos tan largos que nunca permiten a un mismo ser humano apreciarlos en vida.

Hay quienes solo tienen el presente entre ceja y ceja. Y los hay también quienes tienen ideales, sueños por delante. De ambos seres se nutre el mundo. También podríamos afirmar que los hay quienes no tienen nada en la cabeza, o que solo tienen sandeces. Pero no nos disipemos Flores ni nos envanezcamos, que a usted tampoco le sobra demasiado…

¿Qué hay en común entre todos los personajes de estos dos felms? Poco, pero bueno.

La realidad –el presente para expresarlo mejor- suele ser amorfo, inabordable, sumamente complejo.

Pero lo que se rescata es el afán de algunos por modificarlo, por operar sobre el presente, por tomarlo de las astas.

Está claro que Goldfarb, su hijo y sus relaciones, optaron por el camino equivocado, o, si lo prefiere, los resultados no los acompañaron. Es claro que la partida de las drogas generalmente no ofrece revancha. No son asimilables así como así, como las naranjas o el huevo duro. Además, no podemos dejar de mencionar el medio hostil en donde "se cocina el estofado".

Pero Goldfarb, carente de voluntad como para iniciar una dieta y ejercicios, no le faltó determinación a la hora de drogarse. Lo que le faltaba –y apareció de modo azaroso- fue el motivo, y aquí la razón se la proveyó una (falsa) invitación a un programa de TV. Por eso, el encarar una biografía o un hecho histórico cualquiera siempre se topa con el mágico mundo de "Las Razones" que lo motivan. Y aquí, por descabelladas, excesivas u absurdas que fueren, no es justo despreciar ni soslayar a ninguna.

El Nazismo fue en sí mismo, un hecho histórico saliente del siglo veinte. Lo interesante es que no respondía a una filosofía depurada y macerada con los siglos, sino a una particularidad "genética" que obra en poder de cada ser humano, pero que explota seriamente en ciertas razas: la sujeción del otro a nuestra voluntad, incluso mediando violencia, si es que el otro no acepta ni entiende nuestras intenciones, nuestras miras, o si no reconoce nuestra autoridad como suficiente [2].

Es interesante que el teniente Von Ebrennac sea el emisario de un régimen tan violento como avasallante. Seguimos con la idea de hace unos momentos: el presente suele ser complejo. Y más allá de toda hegemonía creada por los regímenes totalitarios en todos los tiempos, suelen florecer espíritus sensibles entre las multitudes, seres impermeables a sus tiempos y a sus lugares de pertenencia.

Para Harry, de algún modo, Marion era la salida. Quizás la droga fuera algo solo eventual; como para cobrar impulso... para luego dedicarse a Ella, amarla, a apoyarla en sus planes, como en el ideal adolescente de muchos.

Quizás el nazismo no pueda explicarse desde la psicología de cada uno de sus mentores o ejecutores. Quizás sí. Pero causa horror el ver que algunas de las cosas que ellos pensaban, vistas y sopesadas desde su propia historia y su propio momento, no nos generen el mismo sentimiento de rechazo que sí generaron la ejecución de sus políticas [3].

Las cosas suceden, derivan, mutan, se ajustan o mejor dicho, se autoajustan, hasta confluir en los libros de historia y en nuestras consideraciones más personales.

Pero entendamos que el "monstruo muta". La Sra. Goldfarb, Harry, Marion, el nazismo... se irguieron como respuesta a muchas cosas, pero terminaron presa de un inevitable descenso a los infiernos.

Cuadro en el estudioCuando se estudie la historia de las drogas, difícilmente Harry ocupe siquiera una nota al pie. Ni Goldfarb. Ni cuando se estudia el nazismo queda espacio para un Von Ebrennac. Sin embargo, hace bien el saber que a Francia esta historia no le fue indiferente. Miles de espíritus de la Resistencia se sintieron reflejados por esta bella historia sin buenos ni malos, compuesta de seres tan humanos como distintos e iguales al mismo tiempo [4].

Casi sin desearlo, Stephanie ya había dirigido los cañones de su corazón hacia el teniente, pero era tarde, como suele suceder(nos).

Al decir del genial Siegbert Tarrasch:

"En el ajedrez, como en la vida, la mejor jugada es siempre la que se realiza".

Patricio Flores

Dedicado a Ana Vargas



1: "Quien no asume un riesgo nunca ganará una partida", (G.M. Paul Keres).

2: Hay quienes encuentran vínculos claros entre Hitler y las Walkirias, Nietzche, Napoleón, Wagner, Chilperico o Asmodeo. Yo pienso que esas lecturas descomponen el cuadro más que enriquecerlo, aunque no me juzgo una autoridad como para ser terminante en mi afirmación.

3: Argentina es un modelo perfecto en estas cuestiones. No es el único. Diría Charly García "yo que crecí con lo que estaba bien, pero a la noche estaba todo mal".

4: Este bello felm se basó en la novela de Vercors (Jean Bruller) de publicación clandestina, en la Francia de 1942.

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