domingo, 12 de septiembre de 2010

La Bestia Debe Morir y El Origen

QUE LA BÊTE MEURE (La Bestia Debe Morir-1969) de Claude Chabrol
INCEPTION (El Origen-2010) de Christopher Nolan


Charles Thenier y Dom Cobb, dos almas gemelas que han perdido seres queridos (un hijo, una esposa), tratan de superar la pérdida sepultando a sus muertos.

La Bestia debe morir (o como decidirlo)



Un chico (Stéphane Di Napoli) es atropellado y muerto por un conductor que huye. Su padre, Charles Thenier (Michel Duchaussoy), decide investigar y tratar de encontrar al criminal por su propia cuenta. Poco después comienza a relacionarse con una actriz que podría ser la cuñada (Caroline Cellier) del verdadero asesino. En principio, Thenier finge enamorarse de ella, pero a la larga se genera un auténtico vínculo afectivo. Al ser invitado a la casa familiar del asesino, Paul Decourt (Jean Yanne), enseguida se da cuenta que es un tipo que tiene todas las cualidades negativas imaginables para una "bestia". Su propio hijo (Marc Di Napoli [1]) tiene tanto odio por su padre que llega a preguntarle a Thenier porque no lo mata. De a poco, sus dudas de si sería capaz de asesinar a un hombre que no conoce se disipan al empaparse del odioso carácter de su víctima, así que planea todo para lograr el crimen perfecto. Crimen que no será simplemente "matar a la bestia", sino conocerlo, ingresar en su fueros íntimos, desmantelar sus relaciones familiares, filiales y finalmente saborear su venganza frente a la víctima impotente. Sin embargo, el director Claude Chabrol nos introduce un inesperado giro: el diario personal de Thenier, en que iba asentando toda su investigación, reflexiones, sus pasos y dubitaciones y que guardaba celosamente, cae en poder del asesino. ¿Será una evidencia o un arma defensiva para Decourt... o simplemente, un premeditado descuido para que la víctima comience a entrar en pánico?

El Origen (o como escarbarlo)


Cobb (Leonardo DiCaprio) es un especialista en "seguridad subconsciente". ¿Qué es tal cosa? Los zares de los mercados y los más encumbrados potentados están bien entrenados para cuidar sus secretos y toda aquella información confidencial que hace al curso de los negocios de las altas esferas. Sin embargo, mientras duermen están a merced de hábiles espías industriales que utilizan sus engañosas artes para sustraer esos datos vitales que los soñadores utilizan sin querer para poblar sus escenarios oníricos. Saito (Ken Watanabe), alfil de una firma que está a punto de sucumbir al monopolio del magnate moribundo Fischer (Pete Postlethwaite), encarga a Cobb un trabajo desafiante: no se trata de robar una idea sino de implantarla. El hijo de Fischer (Cillian Murphy) ha vivido toda su vida a la sombra de su impiadoso padre y ahora, con la herencia en vistas, no tiene otro propósito que seguir adelante con el imperio paterno... a menos que de su propia mente surja la noción de desbandar su conglomerado como forma de último acto de rebeldía hacia su agobiante progenitor. ¿Será posible para el espía inseminar la mente de un tercero y que tal idea parezca como auténtica y propia? Para cumplimentar tal misión, el protagonista reune un grupo de especialistas y se pone manos a la obra, pero el propio Cobb es su peor enemigo, ya que cada una de sus injerencias oníricas son asaltadas por la imagen de su esposa fallecida (Marion Cotillard), proyección de un complejo de culpa que Cobb tendrá que resolver si pretende llevar su misión a puerto seguro.

Enlace
Compasión y Culpa, opresivas hijas de la Emoción, se enlazan, cada una a su manera, para demostrarnos que cuánto más claro tenemos el panorama al que nos enfrentamos, más sorpresas surgen de sitios imprevistos. Thenier cree en todo momento manejar la situación, anotando una y cada una de sus ideas y permitiéndose observar la evolución moral del ser humano (o al menos, de la burguesía acomodada que representa la familia de Decourt). Cobb tiene como meta la de volver a ver a sus hijos, alejado por motivos judiciales al ser acusado de provocar el suicidio de su esposa.

Ambos deben arbitrar entre diversos personajes, diversos planos, siempre desde el mundo real: Thenier proyectando en el plano filosófico y ético, en busca de una explicación para la conducta del error que implica el Mal; Cobb en varias instancias de sueños (donde elementos, cuadros y situaciones de lo más extravagantes son completa y letalmente lógicas y naturales), en busca de una solución para las constantes apariciones de su esposa (¿o su espectro?).


Los personajes están magistralmente construidos por dos directores-autores que manifiestan expertíz en dotar de motivaciones psicológicas y metas no solamente a los protagonistas, sino a secundarios que superan el encasillamiento del típico villano: Jean Yanne como Decourt y Cillian Murphy como Fischer Jr. Decourt, tan despreciable como humano, contrasta con la frialdad letal con que Thenier va completando su plan. Fischer, hijo de otra "bestia", es constantemente manipulado por Cobb y sus colaboradores a un nivel que nos inspira simpatía. Mucho se podría decir de Mal, la esposa muerta (Marion Cotillard, capaz de sobresaltarnos con una sola mirada gélida) que acecha cada una de las incursiones de Cobb en mentes ajenas, pero es la expresión del propio Cobb, un inesperado cargo de conciencia, inmanejable, monstruoso.

Así que, volviendo al inicio de la charla con Thenier y Cobb, juzgar si ceder o no a la compasión y tratar de resolver si una culpa es o no justificada, dos tareas pendientes que tal vez puedan llevarse a cabo en la vigilia o, si ud. no tiene tiempo por razones laborales o de fondo, tranquilamente durante el sueño.

Dedicado a Claude Chabrol, que falleció hoy 12 de septiembre de 2010

Dario Lavia



Notas:
1: ¡Que detallecito de cásting! El hijo de Thenier y el hijo de Decourt son interpretados por actores que parecen ser hermanos entre si.

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