martes, 26 de julio de 2011

El Erizo y Stalker

LE HÉRISSON (El Erizo-2009) de Mona Apache
STALKER (La Zona-1979) de Andrey Tarkovskiy

El encanto del erizo


Paloma tiene 11 años, y ya entiende un par de cosas acerca de la vida. Sin lastre ni teoría alguna por demostrar, decide filmar el tedio de la propia experiencia familiar y coronar su narración visual con su propio suicidio. Hasta aquí sólo cabe agregar que Paloma lleva una vida breve pero intensamente honesta y sin concesiones. Todo pareciera inclinarse hacia un presente inefable, en un estado de situación que demanda por ser desentramado y comprendido sin que esto asegure dicha alguna. Y que siempre sigue ahí. (El hastío puede ser tan corrosivo y contundente como el odio).

Renee friega y refriega pisos y paredes al tiempo que se olvida de sí misma. O casi. Es la portera del edificio donde vive Paloma. Ya hace rato que Reneé ha depuesto sus armas a los pies de César recibiendo a su vez como único favor el contar con algo de sosiego y de tiempo para escabullirse en su pasión oculta, los libros. Un gato es su única compañía.

Insólito sería el encuentro de Renée con el señor Ozu, un millonario jubilado japonés que acaba de mudarse al último piso de ese suntuoso edificio parisino. A poco de llegado Ozu ya había tomado nota de Renée y sus delicados y ocultos atributos. El desarrollo de esta nueva relación recaerá desde un primer momento sobre los hombros de Ozu aportando los momentos más fluidos y simpáticos de nuestra historia.

Volviendo a la Niña, la poca caladura de su esquife no admitía aguas tan profundas, situaciones tan extremas. Y sin embargo, la melancolía parecía adueñarse de toda perspectiva. Pero hubo un momento en que Paloma intuyó el simple hecho de que sola, no iba a poder salir del laberinto, y que Renée constituía -sin proponérselo-, ésa voz y esa luz a la que todos, absolutamente todos los mortales, acudimos al menos una vez en busca de claridad o de modelo. Lo mismo podemos afirmar de Ozú. Cada uno en su simpleza configura al “otro”, al verdadero prójimo. (1)

De la amistad entre el jubilado japonés, la encargada y la niña, nacerá el nuevo ser. Pero no un ser gestáltico. No así.

Tres voluntades distintas, tres etapas distintas en la vida, de una vida tan breve y sin embargo inconmensurable.



Stalker


Veinte años habían transcurrido desde aquella explosión que asolara toda la región. Eminentes científicos e intelectuales habían planteado por aquellos tiempos la teoría de una maniobra de invasión extraterrestre. (2)

Al tiempo presente, el gobierno se las entendía con este asunto sosteniendo un cordón policial perimetrando “La Zona”. Ya lejos de todo interés masivo descansaba este “asunto” que en su momento fuera de consideración obligada a todo nivel. Y así y todo, algunas secuelas habían quedado.

Todavía quedaban quienes querían entrar a “La Zona”. Se corrían rumores en círculos muy cerrados que seguía en pié un caserón de aquella aldea; y que quien se atreviera a trasponer su umbral, accedería a un don: se le concedería aquel deseo más profundo, más recóndito del ser. Un grupo de arriesgados baqueanos, los “stalkers”, guían por un buen dinero a quienes desafían el cerco policial para adueñarse de aquel don. (3) y (4)

Los abiertos y arbolados terrenos de La Zona se hallaban salpicados por tanques incinerados y riachos persistentes.

La Zona, litúrgica y caprichosa como el Stalker, mutaba tanto como las mentes febriles de los aventureros y del propio baqueano. Así, aparecían reglas y consideraciones “al paso” que condicionaban casi cada avance, ralentándolo y tornándolo fatigoso. Varias veces la expedición traspasará lo señalado, desafiando a las fuerzas ocultas, al “flamante sentido común” gregario, y al propio stalker de un modo llano y abierto. Pero no habrá consecuencias. Incluso el vadear el vallado policial terminaría siendo una tarea mucho más amenazante que realmente peligrosa. No hay balas que acierten ni persecuciones asfixiantes.

Tras mil rodeos, cuando ya el cinismo se había adueñado de las voluntades de los expedicionarios “Científico” y “Escritor” –jamás del stalker-, llegaron al caserón del destino. Tiempo y lugar. Ya no hay más vallas ni policías ni siquiera otras personas observando.

Los tres viajeros habrán agregado a la compleja trama de posibilidades infinitas e irrealizadas de sus vidas, una cuerda delgada e intrigante de orden sobrenatural. No es poca cosa.



Enlace


Tres personas se abren al otro. Y aparece un sentido de la vida. Otras tres bucean en el mito y quedan expuestas a un inexorable vacío existencial. Esta es una primer lectura posible. Otra podría ser ésta.

Hay quienes prefieren morir antes que tornarse enseñables. Muchos no soportan el verse a si mismos inexorablemente adocenados; pero tampoco pueden aguantar el tremendo peso de una conciencia absolutamente libre. Y nunca uno tiene todas las seguridades del caso. Uno ya sabe que la mente engaña, distorsiona, atropella y humilla. Pero ¿qué otra alternativa tenemos que no sea la de nuestros propios razonamientos? Confiar en una martingala espiritual no parece ser algo sensato ni tampoco demasiado atractivo. “Arriesgarse” suele ser algo necesario en varios pasajes de la vida pero difícilmente sea una opción en aquellos momentos decisivos, donde buscamos refugiarnos en la seguridad que solo ofrecen nuestros propios pensamientos. Renée se abre al amor en el momento menos pensado de su vida. Su vida se justificó en ese solo acto, como si todo lo anterior fuera un preludio o un exordio.

Resumir todo a “un solo y gran deseo existencial” es algo desafiante de varios puntos de vista. Y si uno lograra hacerlo, entenderá que debe recorrer cierto camino crítico para su consecución. Y ése camino puede desandarlo liberado (o cargado) con el peso de la desconfianza y del cinismo. Pero nunca podrá hacerlo solo. Un stalker o un japonés millonario deberá acompañar al interesado en la travesía.

Y una tercera aproximación sería: El único modo de constatar la existencia y el carácter de la meta es alcanzarla. Antes de eso –aún a los umbrales- no hay nada. Siempre volvemos al gato Risón de Alicia: quien camina lo suficiente llega a algún lado. Y existen miles de lados posibles. Es cuestión de escoger uno de ellos, o simplemente dejar que sea la vida misma la que lo haga por uno. ¿Será “el amor” una meta posible? Sólo lo sabrán quienes lo busquen y caminen lo suficiente. “Caminar lo suficiente”. Eso era todo lo que Paloma necesitaba escuchar.

Patricio Flores

Dedicado a mi sobrino nieto Dylan Ceccón.


1: Una digresión: “...Toma contigo estos compañeros de futuros hados y busca para ellos nuevas murallas que fundarás, grandes por fin, después de andar errante mucho tiempo por los mares”. Y se llevó consigo (Eneas) con sus propias manos a la poderosa Vesta y las ínfulas y el eterno fuego que arde en el profundo santuario”. (Virgilio, “La Eneida”)

2: Aquí la historia pareciera alejarse de “la tragedia de Tunguska”, ocurrida en Siberia el 30 de junio de 1908 y que diera probablemente inspiración a esta bella película. Nunca se supo cual fue la verdadera causante de la tragedia que asolara más de 2.000 km2 bajo la presión de una energía liberada de 30 megatones. Según sus propios pobladores, los Tungus, lejanos descendientes de mongoles, el bólido celeste “brillaba como un sol”. Nada quedó en pie con la caída de ése sol.

3: Otra digresión. “Luter” es el encargado del bar en donde “Científico”, “Escritor” y “Stalker” inician su camino hacia la Zona, eje narrativo de esta historia. Es interesante notar que el surgimiento del “individuo” encontrará su punto de apoyo en la generación de autoconciencia propiciada -entre otros- por la insoslayable figura de Martín Lutero. Hasta entonces, el hombre común vivía sumido en todas sus esferas de actividad a distintas formas de servidumbres, conectado con el mundo a través de sus vínculos primarios. El orden social era un orden natural, y el ser una parte de este orden confería al hombre seguridad y pertenencia, sentimientos ambos que se deshojarían en la medida que el Hombre se iniciaba en el camino de su propia independencia, naciendo en un tiempo el individuo y las naciones, el umbral de los tiempos que aún hoy vivimos. Este es el tema central del excelente libro de Erich Fromm “El miedo a la libertad”.

4: “Erizo” supo ser el apodo del stalker más famoso hasta que un día, decidiera suicidarse por razones desconocidas.

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