domingo, 12 de febrero de 2012

Cuando los Mundos Chocan y Melancolía

WHEN WORLDS COLLIDE (Cuando los Mundos Chocan-1951) de Rudy Maté
MELANCHOLIA (Melancolía-2011) de Lars Von Trier

Del Génesis...
El felm se inicia con unas palabras escritas en caracteres góticos, una cita del Génesis bíblico que sirve de prólogo al episodio de Noé. La trama misma es una nueva versión de tal historia, siendo Noé un grupo de científicos y reemplazando el arca de maderos y brea con una nave espacial. Esta vez Dios no envía un diluvio, sino una estrella y un planeta, Bellus y Zyra, respectivamente. Y como la construcción de la nave para salvar al género humano insumirá cifras millonarias, se recurre a un conglomerado de empresarios con cuyos aportes, empero, no se llegaría a cubrir la inversión necesaria. Es cuando aparece el multimillonario encarnado por John Hoyt, Sidney Stanton, que la cosa toma color. Stanton, atado a una silla de ruedas, es un hombre tan amargado como cínico. Para él no hay límites a lo que puede hacer con su dinero. De esta manera, teniendo como objeto únicamente el de no morir, ofrece el monto faltante para construir las naves poniendo como condición no solo la de viajar él mismo, sino la de seleccionar a sus acompañantes. Hendron responde con un humanitario chantaje, ya que accede a construir la nave, pero el material a transportar será decidido por los científicos: "su dinero por su vida," explica a cara de perro al cínico potentado. Como al millonario solo le interesa su propia vida, acepta el trato pero también da su ácida visión de lo que ocurrirá cuando se precipite el fin. Para él, el Hombre perderá todo rastro de civilización, y dejará de lado la ética y la decencia. Será la ley de la jungla, que él mismo grafica con la frase "dog eating dog." Poco antes del Juicio Final, los integrantes del campamento de Hendron (en su totalidad, estudiantes y académicos especialistas cada uno en una materia o disciplina) se amotinan y, armados, tratan de ingresar a la rampa de lanzamiento, en un último y desesperado intento por sobrevivir. Es la ley de la jungla, preanunciada por Stanton. Sobre el final, en el edénico planeta Zyra (que parece pintado... mejor dicho, está pintado), las letras góticas vuelven a aparecer, como si se estuviera escribiendo una nueva epopeya bíblica. A pesar de estas raíces bíblicas, la trama no es ingenua o juvenil y la impresión que queda sobre el Hombre afrontando sus últimos días en la Tierra es sombría y para nada moralizante.

...al Apocalipsis
Un drama celeste se insinúa con música de Wagner al mejor estilo Kubrick. Un planeta gigante se acerca a la órbita terrestre, según parece, en pos de una "danza de la muerte" que, según creen fervientes seguidores de Immanuel Velikovsky, podría ser la hecatombe final. Más abajo, en la Tierra, la primera parte del film nos permite asistir a una ceremonia de bodas que se realiza con las habituales demoras, desplantes de parte de algún invitado o de la novia (Kirsten Dunst), algún trapito al sol, etc. La segunda mitad se centra en la hermana de la novia, Claire (Charlotte Gainsbourg) y nos muestra a Justine regresando a casa de su hermana a raíz de una crisis de su pareja. John (Kiefer Sutherland), que ha estado apasionado por el paso del planeta, trata de mantener la calma de su esposa: "Melancolía" pasará a corta distancia de la Tierra, pero no hay motivo para alarmarse. La ciencia no puede equivocarse y los que afirman que será el Fin, solo buscan llamar la atención. Esa noche supuestamente será el momento de mayor acercamiento y los tres, John, Claire y Justine, observan el desfile del planeta púrpura. ¿Se alejará Melancolía como está previsto? ¿Cómo reaccionarán estos personajes en el caso eventual que tales previsiones fallen y se avecine realmente el fin? ¿Cómo enfrentarán una misma realidad, fatal e inexorable, dos hermanas tal vez opuestas en carácter y en historia de vida? Se trata de un tema de ciencia-ficción pero con un enfoque poco habitual y muy europeo. Una trama dramática con estudio de caracteres envuelto por un marco fantástico que permite indagar en situaciones límite para verificar en qué grado uno debe adaptar su vida a las convenciones o si éstas deben adaptarse a uno.

Enlace
Podríamos enumerar una cantidad de pre-enlaces y falsos enlaces pero nos contentamos con las rutilantes similitudes narrativas que suponen dos títulos tan alejados geográfica y cronológicamente que tratan la misma cuestión de choque entre cuerpos celestes. En ambos hay empresarios cínicos, niños inocentones, efectos notables del paso del planeta cerca de la Tierra con el alejamiento momentáneo para regresar y aniquilarlo todo y las delirantes consecuencias físicas en lo referido a órbitas y fuerzas de gravedad. Sin embargo esta noche nos interesa ahondar en el contraste que suponen los finales, feliz en Cuando los Mundos... e infeliz en Melancolía, lo que creemos válido indicador acerca de lo que se vivía más allá de la pantalla, fuera de las salas de cine.

Un lustro después del "apocalipsis" que significó la II Guerra Mundial, el mundo tenía motivos para ser optimista. Y esa nave que escapa a la hecatombe final y logra descender en el planeta Zyra, que no solo es edénico sino que tiene aire respirable, es una expresión de confianza en el Ser Humano. Confianza en un presente, si bien con problemas y más guerras, pero con la esperanza de que la gente del futuro no recaiga en el horror previo. Sesenta años más tarde aunque el Ser Humano se ha permitido unos cuantos genocidios, al menos aprendió la lección del hongo atómico y no volvió a utilizar semejante recurso. Hemos desterrado las guerras mundiales y el peligro nuclear de nuestro horizonte de conflicto probable y desde ya, dormimos mucho más tranquilos.

Choque final feliz con la raza humana perviviendo en otro planeta:

Pero esa invariable tranquilidad, según apreciamos en las conductas de los personajes de Melancolía, también nos hizo caer en el ocio, el hedonismo, la ausencia completa de inquietudes, la exacerbación caprichosa del ego y en una mediocridad tal que nos quitó aquel optimismo que teníamos, convirtiéndonos en una raza adocenada y rebozante de estupidez cuya existencia ya no vale la pena prolongar en un planeta diferente. De manera que, como termómetro de esta esperanza perdida, el felm de Von Trier es categórico: la Tierra se destruye y con ella, se vaporizan todos y todo.

No se pierda el choque en 1:55 de este metraje:

Dedicado a Charles Chaplin que nos lo advirtió en sus "Tiempos Modernos"...





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