Más allá de Zanzíbar y Seoul Station
WEST OF ZANZIBAR (Más allá de Zanzíbar-1928) de Tod Browning
Phroso (Lon Chaney) es un prestidigitador famoso que trabaja con su esposa Anna (Jacqueline Gadsdon). Tras una función el inescrupuloso Crane (Lionel Barrymore), amante de Anna, le anuncia que se marchará al África con ella. Phroso se niega a afrontar la realidad y se pone nervioso, forcejeando con su antagonista y, cayendo desde un primer piso, se da la espalda contra una mesa. Meses más tarde, Phroso se ha convertido en un paralítico que se moviliza con sus brazos. Enterado de que Anna ha vuelto, la va a buscar a una iglesia que es muy similar a la monumental fachada utilizada para THE HUNCHBACK OF NOTRE DAME (El Jorobado de Notre Dame-1923), encontrándola sin vida y con una bebé a cuestas. Tras este prólogo pasan casi dos décadas hasta que, ya en el corazón del África, Phroso -ahora llamado "Dead-Legs"- se ha convertido en mago y chamán blanco de una violenta tribu a la que subyuga por el misterio y los trucos de magia. Su única intención es la de vengarse de Crane, presunto padre sanguíneo de aquella criatura ahora convertida en la atractiva Maizie (Mary Nolan). A través de los años Phroso ha denigrado a Maizie, convirtiéndola en prostituta de un sórdido burdel africano. Un médico borrachín (Warner Baxter) lo ayuda a mantener su quebrantada salud, para cumplir su plan de confrontar a Crane con Maizie. Pero cuando se entera que ella no es hija de Crane sino propia, el tablero de juego cambia radicalmente y se propone sacrificarse para salvarla.
SEOULYEOK (Seoul Station-2016) de Sang-Ho Yeon
Un anciano indigente deambula, herido, entre las populosas calles de Seúl sin atraer mayormente la atención de los transeuntes más que la de algún joven idealista de esos revolucionarios de cafetín que, al acercarse para saber si necesita ayuda, se retrotrae debido al mal olor que despide. Tendido en el rescoldo de una estación subterránea, otro indigente observa su agonizante estado y trata de obtener auxilio de autoridades médicas o policiales pero, nuevamente, sin el menor resultado. Como se prevee, el anciano se transforma en un zombie que recurre a violentas y veloces medidas para alimentarse de carne humana, expandiendo el virus no solo entre los indigentes que proliferan en las desprotegidas calles sino en todos los demás ámbitos, desde un burdel y una comisaría a un hospital y a la red de estaciones ferroviarias. Entre el maremagnum de ataques y descontrol, una precoz prostituta queda separada de su joven e inexperto protector, teniendo como lazo de comunicación un teléfono móvil que sufre las dificultades habituales de cobertura o señal. Mientras la chica se refugia en los túneles del tren subterráneo junto a un homeless, en la superficie, el joven se alía con el iracundo padre de ella para encontrarla. Tras numerosas dificultades, el trío se reúne en una suntuosa tienda de amoblamiento en la que, libres de zombies, tendrán lugar algunas revelaciones indigestas para los amantes de resoluciones felices y finales armónicos.
Enlace
78 años separan Zanzíbar de Seoul Station y algunos datos nos ofrecen un contexto valioso para construir este enlace. En 1928, se cumplía una década de la finalización de la Primera Guerra Mundial y, a pesar de alguna que otra guerra menor, esa paz había alborado una temporada conocida como "Los felices veintes". La pantalla, natural catarsis popular, había sido medio de traumáticos relatos de seres desfigurados y malditos, creados por la pareja artística compuesta por Tod Browning y Lon Chaney. Claro, en época de paz y bienestar, era natural y magnético alivio que estas abominaciones retorcidas solo fluyeran de la ficción cinematográfica.
En la actualidad, ya con la tranquilidad de no existir más las guerras mundiales y con un nivel de bienestar general que ni el más entusiasta utopista hubiera soñado, la pantalla nos trae sin solución de continuidad ataques de autómatas zombies que atacan y pliegan en sus huestes a los seres humanos. Desde la seminal NIGHT OF THE LIVING DEAD (La noche de los muertos vivientes-1968) y la que muchos señalan como opus magno, DAWN OF THE DEAD (El amanecer de los muertos-1978) -ambas de George Romero-, ninguna de estas así tampoco sus derivaciones llegaron a igualar la bajada de línea de aquellas insanas películas de Tod Browning. Habría que esperar a que una cinematografía ajena a Hollywood y sus satélites adaptaran el mito a su propia idiosincracia. Es que vistos por la lente coreana, los zombies no representan ese mero tironcillo de orejas al consumismo norteamericano (y occidental), sino que enuncian toda una declaración sobre el fracaso de un sistema donde abundan los prejuicios, la holgazanería intelectual, la superficialidad de la preocupación por el tema social, la intolerancia por el diferente y la arbitraria crueldad de todos los estratos, tanto entre las autoridades como también -y especialmente- entre los marginados.
Que Seoul Station concluya en un shopping parece un giro al Dawn Romeriano; sin embargo el entorno se muestre como un auténtico santuario, sin amenazas zombies del exterior, la calma se quiebra con la erupción de un drama enteramente humano que es aquel que utilizamos como enlace con Zanzíbar: el supuesto padre se revela como impiadoso proxeneta de la protagonista. Y es un enlace inverso, porque es lo opuesto a lo que ocurre en el final del film silente, con el nefasto personaje de Chaney que descubre ser el auténtico padre de la chica que ha venido pervirtiendo, sin saberlo, durante años como venganza de su rival. Ambas situaciones suponen choques de personajes contra crudas e inesperadas realidades que incluso hasta convierten la amenaza de una tribu de salvajes o de una horda de zombies en un mal menor.
Nota al pie
De "Kongo", obra teatral en la que se basó Zanzíbar poco podemos agregar, salvo que la protagonizó Walter Huston durante 135 representaciones en Broadway durante la temporada 1926 y que su tema ya era retorcido y bien oscuro. Y veamos que curiosa coincidencia que uno de los personajes se llame "Zoombie".
Cuando llegó el sonoro la M-G-M rehizo Zanzíbar titulándola como aquella obra teatral; KONGO (Congo-1932) volvió a ser protagonizada por Huston y nuestro admirado Abuelito la radiografió en su Desván, vínculo que le recomendamos cliquear sin mayor demora.
Entretanto, en nuestra época, el mismo realizador de Seoul Station filmó BUSANHAENG (Invasión zombie-2016), largometraje de acción real que conforma lo que los yanquis denominan "companion film", versión más light y diáfana pero no por ello menos interesante que al tener estreno comercial en Occidente, llamará automáticamente la atención sobre este filme de animación... o al menos eso esperamos.