miércoles, 17 de octubre de 2007

Repulsión y Delicatessen

REPULSION (Repulsión-1965) de Roman Polanski
DELICATESSEN (Delicatessen-1989) de Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro

DEL ORDEN (APANDRICO *) AL CONFLICTO
Carol (Catherine Deneuve) trabaja de día en un salón de belleza donde se dedica pacientemente a emprolijar las cutículas de las clientas. En su camino callejero (de su casa al trabajo y viceversa), evita cualquier posible cercanía con hombres con especial cuidado. Uno de ellos, el joven que la corteja (John Fraser), la invita a almorzar y a salir por la noche, ofertas que ella evade o pospone, dando a entender un falso juego de seducción. Pero, luego de observar un día en la vida de Carol, nos queda en claro que tiene cierto grado de enajenación mental. Su hermana (Yvonne Furneaux), lejos de rehuir citas, sale con un hombre maduro y casado (Ian Hendry), que se queda a dormir por las noches. Carol escucha en silencio los gemidos de placer de su hermana y, lejos de evadirlos, comienza a alucinar que es violada por un hombre. Esto acentúa su rechazo por los varones.

UN CAOS EDILICIO
El conflicto surge cuando la hermana y el amante se marchan de vacaciones a Italia. Carol afronta esa pasajera soledad sin una contención que (luego deduciremos) le provocará una paulatina y trágica pérdida de razón. En primer lugar se ausenta de su trabajo, luego se encierra en su departamento y finalmente, repele los intentos de intrusión por parte de su pretendiente y, más tarde, del casero (Patrick Wymark). Al primero lo golpea con un candelabro hasta matarlo, sumergiéndolo en la bañera. Al segundo lo tajea con una navaja de afeitar hasta desangrarlo. El desenlace no puede ser otro que el caos mismo, con la pareja regresando a casa y encontrándose un panorama terrorífico. En un magnífico plano final, la inquieta cámara de Gilbert Taylor recorre la habitación y se posa en un cuadro familiar que, al ampliarse, revela a una Carol niña con la mirada perdida en el vacío, ya previsiblemente presa de vaya a saber que temores abstractos y otros molinos de viento.

DEL ORDEN (CANIBAL) AL CONFLICTO
Estamos en un futuro post-apocaliptico y la acción transcurre en un vecindario que representa un universo cerrado y perfecto, donde las necesidades alimenticias están resguardadas por un Carnicero (Jean-Claude Dreyfus), que asesina a ciertas personas cuyos cuerpos luego procesa y da de comer a sus clientes. Esta situación es perfectamente conocida por toda la comunidad, a pesar de lo que cual, todo el mundo tolera, comprende y acata semejantes reglas. Aunque no queda del todo claro, tal vez cualquier intento individual de modificar la situación pueda ser equivalente a adornar el mostrador de la carnicería.

OTRO CAOS EDILICIO
Un día llega a dicho pueblo un payaso perdido (Dominique Pinon), que provoca un conflicto automático, generando numerosas sospechas en los integrantes de la comunidad y ganándo casi automáticamente la simpatía y (posteriormente) el afecto de la hija del Carnicero (Marie-Laure Dougnac). A través de una trama salpicada de gags farsescos (es memorable el payaso intentando arreglar una cama desvencijada y haciendo música con los elásticos), el filme va apuntando a un final a toda orquesta y a todo slapstick en que, luego de anegar toda una instalación edilicia, el terrible Carnicero recibe su merecido. Cuando el telón de esta auténtica farsa fantástica cae siguen en nuestra retina muchas imágenes estéticamente ricas que, deducimos, son la principal virtud del filme.

ENLACE
En el pasado hemos enlazado películas por vínculos presentes en la construcción narrativa o bien, por ciertos tópicos comunes a ambos filmes. A veces, la unión ha sido feliz (en el caso de La Mujer del Cuadro y Santa Sangre, por ejemplo) y otras un poco rebuscada (probablemente en la unión metafísica entre El Año Pasado en Marienbad y El Hombre con Visión de Rayos X). Sin embargo, en general, todos los enlaces han tenido que ver con elementos íntimos o importantes dentro de las tramas de cada película... hasta ahora.

A pesar de esta advertencia, el lector notará que en nuestro díptico de esta noche las descripciones de cada película conllevan subtítulos equivalentes. A pesar que la "apandría" de Deneuve y la antropofagia del pueblo de Delicatessen son, si se quiere, dos disciplinas parientes, nunca tuvimos la intención de unirlas por ese nexo que percibimos ténue y complejo. El enlace que queremos presentar, en cambio, reside en dos detalles mínimos y que de ninguna manera hacen a la trama, pero que ambas películas poseen en común. En Repulsión, cuando Carol es acosada sexualmente por su excitado Casero, ella se defiende con la navaja de afeitar del novio de su hermana, hiriéndolo en la nuca. El agresor reacciona de inmediato y se lleva la mano a la herida, acercándose de inmediato a un espejo para verse y percibir la auténtica magnitud del daño. Al otro lado del Canal de la Mancha, y muchas décadas adelante en el tiempo, el Carnicero es alcanzado de un flechazo por un instrumento puntiagudo, que se le inserta en la frente. Queda visiblemente shockeado y avanza hacia sus eventuales matadores, para preguntarles con una aparentemente ingenua curiosidad: "¿Tengo algo acá?"

MUERTES EN EL CINE
El Cine nos ha mostrado en más de un siglo de historia y películas, infinidades de muertes; la Muerte está presente en una elevadísima cantidad de películas, y es presentada hasta en comedias y filmes infantiles. Pocos actores y actrices han muerto ante las cámaras de formas realistas, ya que la idea romántica que se tiene de la muerte es tal vez demasiado poética. Muchos actores han ofrecido "muertes" más o menos dramáticas, agónicas, casuales, trágicas y 1.001 adjetivos más. La Muerte es, por definición, la interrupción drástica y letal de la Vida, que se inicia con una traumática alteración de la Salud del damnificado. Y bajo esta premisa, pocos intérpretes han reaccionado tan humanamente ante la interrupción de sus respectivas saludes como el Casero de Patrick Wymark y el Carnicero de Jean-Claude Dreyfus.

REACCIONES HUMANAS
Una de las reaccionas más profundamente humanas es la del escepticismo ante cualquier posible agresión. Ningún agredido tiene como salida viable la de "perder", es decir, la de terminar ultimado. El cerebro recibe las sensaciones de las terminales nerviosas y ante cualquier señal de daño, la primera reacción es la del reconocimiento de dicha alerta, evaluando al mismo tiempo las posibilidades más veloces de regreso de la salud. Al mismo tiempo, la visión de sí mismo que tiene el Ser Humano reside en el reflejo que nos devuelve cualquier superficie pulida. Esta comunión entre una persona y su representación fiel pero al fin abstracta (un reflejo solo aspira a ser eso: una figura, un dibujo), es la que se ve perturbada y discontinuada ante una situación traumática, como recibir un tajo profundo y sangrante en la nuca o un flechazo en la cabeza. Y, en el caso del Casero, será el espejo quien le de idea del daño y en el del Carnicero, serán las retinas de los observadores las que le devuelvan la información del alcance del daño.

Vaya entonces este pequeño díptico como reconocimiento al arte de dos intérpretes que, en su observación de la realidad, la transmitieron de la forma más auténticamente humana que cabría imaginar.

Darío Lavia

* APANDRÍA: Es el término dado en el idioma inglés para designar al "odio u aversión hacia los varones", es decir lo contrario a la "misoginia".

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