martes, 18 de octubre de 2005

Sobre Feos, Sucios y Malos en su Hora Señalada

Ya Oscar Wilde nos ha advertido que es al espectador, y no a la vida, a quien refleja realmente el arte. Y esto es porque eso que, a falta de palabras mejores, llamamos el "significado", "mensaje" o "sentido" de una obra de arte sólo existe en virtud de su diálogo con un espectador. Hay tantos significados o sentidos como espectadores, y toda interpretación es válida mientras tenga una mínima coherencia interna. De esto se deduce que, si cualquier interpretación razonable es admisible, ninguna lo es en realidad. Y esto no debería incomodarnos mucho, sino por el contrario alegrarnos: la belleza halla su justificación en sí misma y es independiente de cualquier análisis. ¿Quién no se conmueve ante un atardecer en el mar? ¿Y quién puede entender qué significa, o si significa algo?

Demasiado exordio, vamos al grano. Debo haber visto "Feos, sucios y malos" cuatro o cinco veces, y siempre me maravilla la actuación de Nino Manfredi (¿por qué nunca le dieron papeles así al Negro Olmedo?). Amigo Flores, estoy dispuesto a admitir que en esa fellinesca villa miseria romana sea fundamentalmente imposible que Don Giacinto (o cualquiera de sus entrenados) logre sacar a toda esa gente del fondo del pozo de la miseria. Empero, su deducción de que "el cambio era imposible" es un tanto gratuita. Seguramente usted no estará solo en su conclusión: lo acompañarán nada menos que Platón, San Pablo, los gnósticos, San Agustín, Calvino y los Sex Pistols ("no future!"), por no hablar del tango "Cambalache" y la década del '80, todos ellos creyentes en la corrupción intrínseca del mundo y en la imposibilidad de su regeneración. Yo podría decirle que, en la Italia de mitad de los '70, la Italia de las Brigadas Rojas y la democracia cristiana de Aldo Moro buscando un pacto con el eurocomunismo, lo más probable es que la lectura haya sido "el único cambio real es un cambio de la sociedad como un todo". Tanto su interpretación como esta última son válidas, pero son externas a la obra (como no puede ser de otra manera). A menos que usted admita que el espectador es parte de la obra... lo que nos lleva a plantear que el mismo ejemplar de "Don Quijote" es una obra distinta para usted y para mí.

Y por cierto, descreo del simple expediente de generalizar las conclusiones que se puedan extraer de un caso. Creo en la realidad de los individuos y la convencionalidad de cualquier generalización. También en que, sin generalizar, no podemos dar ni un mísero paso. Pero ello no me habilita a ver en don Giacinto una cifra del destino humano: tan sólo una de sus posibilidades.

En cuanto a "High Noon", opera sobre una tradición norteamericana, la del héroe individual. La película es tan buena, está tan bien hecha que se sobrepone a cierta flaqueza del guión (después de todo ¿por qué el sheriff no empaca y se va de una vez con el bomboncito de la Kelly?). En 1952, fue leída como metáfora del maccartismo: un hombre que queda solo ante la cobardía de sus iguales se hace cargo de la situación y no flaquea. Usted plantea otra interpretación: la de un hombre que se pone firme cuando la ley falla, corporizándola. Kane (Caín) es ahora la ley: casi el Führer. ¿Cuál de las dos interpretaciones es la correcta? Cualquiera o ninguna. ¿Qué quisieron decir los autores? Importa tanto como lo que nosotros creemos que dicen. El arte no tiene ley, ni moral, ni porqué: simplemente es, o no es. Y el juez es cada uno de nosotros.

Unamuno ya ha dicho que lo que más une a los hombres son sus diferencias. Es un gran placer discutir con usted, amigo Flores: que no se corte.

PS: tengo una vuelta de tuerca interesante para "A la hora señalada". Habría que filmarla sin que estuviera tan claro que los "malos" son así de malos y el sheriff es tan bueno. Un poco de ambigüedad convierte al filme en una fábula inquietante: alguien se arroga el poder de "defender" al pueblo de una amenaza y lo hace a pesar de su oposición.

Pablo Martín Cerone

martes, 4 de octubre de 2005

Feos, Sucios y Malos y A la hora Señalada

BRUTTI, SPORCHI E CATTIVI (Feos, Sucios y Malos-1976)
Dirección: Ettore Scola
HIGH NOON (A la hora Señalada-1952)
Dirección: Fred Zinnemann

De las tormentosas obras del Bosco rescato sus trípticos y sus dípticos. De aquí la idea: Tomar dos obras al azar, y tratar de enlazarlas de algún modo interesante e inofensivo. Acá empieza la primer presentación de Dípticos. A vuestra salud.
De un extremo a otro pareciera se mueven estos dos buenos filmes. Solo que me parece que A la hora... es menos inocente de lo que se puede presumir. Una breve reseña para quienes no vieron alguno de los dos (o los dos inclusive) o lo vieron hace mucho... en fin.
Feos, Sucios y Malos: de E.Scola, de mediados de los setenta, nos muestra a Giacinto Mazzatella (Nino Manfredi) como jefe tribal de cuatro generaciones de marginales sumidos en la abyecta vida de una villa miseria de la periferia de Roma. Giacinto acaba de ganar en un pleito contra el estado un millón de liras por la pérdida de un ojo en un accidente. Su constante temor a que propios y ajenos se apoderen de su dinero, no ha hecho más que acentuar su natural egoísmo y desprecio hacia quienes lo rodean, llegando a dormir abrazado a una escopeta cargada que, llegada la oportunidad, descerrajará un buen disparo sobre el hombro de uno de sus muchos hijos. Pero la mezquindad exagerada de Giacinto no tapa las miserias del resto. Sin entrar en el tema promiscuidad (muy bien mostrado en varios pasajes), solo contrasta tanta pobreza espiritual con una bella Niña Adolescente quien no es de la familia, pero que cada mañana se lleva a todos los niños de la villa a jugar en un lugar apartado y enrejado. Queda claro que cuando esos niños crezcan, será la propia villa la que se adueñe de sus inocencias, asimilándolos como propios, volviéndose una nueva generación de abusadores, ladrones, promiscuos, etc. La pregunta que Giacinto se hace es "¿Porqué seré yo quien tenga que romper el molde? ¿A quién le debo algo? Cuando se me acabe el dinero: ¿en qué habrá cambiado todo esto?" Me corrijo: Giacinto no se hace estas preguntas sino que las presiente. Su sentido práctico de la vida (sinónimo de "desconfianza") le permite reconocer que nadie de su entorno haría nada distinto a lo que él. Esto es: "Me la voy a gastar en putas, comida y bebida". Amén. Su entorno (porque no se le puede llamar "familia"), acusándolo de una falta de generosidad que tampoco tendrían ellos de haber perdido cada uno un ojo multiplicador de liras, decide matar a Giacinto y a Iside, su nueva y felliniesca novia. Pero Giacinto no muere, su millón sigue bajo su cuidado, y la historia no terminará jamás. Me corrijo nuevamente: terminará cuando la bella adolescente va, como cada mañana, a buscar agua para el aseo; y se nos muestra con la panza de embarazada.

High Noon, de F. Zinnemann (mucho gusto), es de comienzos de los cincuenta, y nos muestra a un perdido pueblo de los desiertos norteamericanos que debe su aparente orden y paz al Marshall Will Kane (Gary Cooper). Justo el día de su casamiento con una bellísima cuáquera, llegan en yunta tres forajidos de a caballo y un telegrama preanunciando que, en el tren de las doce, llegará un cuarto forajido, Frank Miller (Ian Mac Donald). Los cuatro -especialmente Miller- le deben al Marshall Kane varios años de prisión. Pero sucede que el frágil sistema judicial del norte los ha liberado, y ahora vuelven solo para vengarse de quien no ha hecho más que mandarlos a donde se merecían. Alguna vez estos cuatro malvivientes fueron un azote para este pobre pueblo (también pobres de espíritu... ¿como los Mazzatella? Puede ser, no estoy muy convencido, pero puede ser). Entonces la historia nos plantea lo siguiente: La intención de estos malvados es, a las claras, la de matar al Marshall. El pueblo ni se pregunta esto, ya que lo presiente. El Marshall debería estar en viaje de bodas con su esposa, pero decide quedarse a enfrentarlos. El Marshall redobla su apuesta: si la justicia no hace lo suyo, hagámoslo nosotros de una buena vez, para que nunca más tengamos este tipo de indeseables entre nosotros. Pero cuando Kane sale a buscar un apoyo que descuenta, se da cuenta de una verdad tremenda: su "verdad" no es compartida por nadie. Es evidente que había "idealizado" a su pueblo. Pero, como en todos lados, se trata de un grupo heterogéneo, complicado, con raptos egoístas y altruistas, pero embuído naturalmente en una moral media, tirando a "neutra". Kane y su cruzada contra el mal, se choca con lo inevitable: la gente no quiere ser héroe. Los héroes están para vitorearlos cuando se pasean por sus calles, y punto. La decepción de Kane no alcanza como para disuadirlo de "su" empresa imposible, y decide enfrentarse solo a los cuatro. Los vence, pero eso es anecdótico.

Don Giacinto fue más sabio: él siempre supo que el cambio era imposible. Kane esperó una respuesta de alta estatura espiritual. Pero esos rasgos solo lo tienen algunas personas, nunca una comunidad entera. Nadie se encolumnó con Kane y nadie se sintió culpable por ello. Todos se quisieron amigar con Giacinto y su millón, pero él no lo permitió.

¿Y dígame, Cerone, usted que piensa? ¿Yo? A mí dénme a Katy Jurado, y ustedes hagan lo que quieran.

Patricio Flores

Presentación

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