miércoles, 29 de septiembre de 2010

Su Mejor Alumno y Juego de Poder

SU MEJOR ALUMNO (1944) de Lucas Demare
CHARLIE WILSON'S WAR (Juego de Poder-2007) de Mike Nichols

Dos buenos ejemplos de lo bueno y lo malo de hacer política

De educador a político
"Las cosas hay que hacerlas; aunque sea mal, pero hacerlas", reza una frase de Domingo Faustino Sarmiento. Con tal criterio, el film se aleja de la fuerte polémica política en torno a su persona "cuyos ecos no se han extinguido aún..." (circunstancial de tiempo que sigue actual, a más de 60 años de su estreno [1]) e intenta plasmar tres facetas de Sarmiento: "hijo ejemplar, maestro infatigable, padre desbordante de amor..." La nostálgica voz en off de Sarmiento nos cuenta: "entré en la amarga senda de la política, conocí el campo de batalla, la cárcel, finalmente el destierro". Las idas y vueltas, lo muestran en San Juan a punto de emprender viaje a Buenos Aires. Es 1856 y el país está al rojo vivo, con un enfrentamiento entre la Confederación Argentina vs. Buenos Aires. Sarmiento conversa con las autoridades de su provincia y deja en claro su carácter combativo diciendo: "Yo soy porteño en las provincias, provinciano en Buenos Aires y argentino en todas partes". Ese es el Sarmiento que vemos irrumpiendo en el despacho de un ministro y exigiendo ser nombrado "director general de escuelas", cargo que le es negado debido a que "ese departamento no existe". La educación, problema clave del país, es también el motivo de ataque de un periodista (Guillermo Battaglia) en el diario "La Reforma Pacífica": "Domingo Sarmiento, maestro ciruela, no sabe leer y quiere fundar escuelas". Pero Sarmiento es más que un "sanjuanino ambicioso"; rescatado por su viejo amigo Bartolomé Mitre (Orestes Caviglia), recibe el puesto de director de "El Nacional", periódico que Mitre deja para ingresar en la arena política como Ministro de Guerra. Sarmiento se pone en acción, ya que "el periodismo también es guerra, y la guerra se hace alegremente". Memorable es el pasaje de Sarmiento en el Senado de Buenos Aires, atacando a un senador que representa los intereses de los hacendados:


En tanto, el joven Dominguito (Ángel Magaña), va creciendo a la sombra de su severo pero ecuánime padre. De alborotar el Senado pasa a ser expulsado del colegio por asumir la responsabilidad de una caótica protesta, se hace pasar por crítico de arte del "Nacional" para cortejar a una actriz teatral (Norma Castillo) e inventa todo tipo de acciones bélicas para inflamar sus cartas de amor. Pero sus "calavereadas" terminan cuando decide incorporarse a las fuerzas armadas del General Mitre en la infausta Guerra de la Triple Alianza, donde perecerá en la batalla de Curupaytí. Sarmiento es nombrado ministro del gobernador Mitre y más tarde recibe la embajada en Estados Unidos. Pero su punto de inflexión se produce cuando se conoce que Aberastain, gobernador de San Juan y mejor amigo de Sarmiento, ha sido asesinado por un caudillo rival a las órdenes del gobierno del general Urquiza. Decepcionado, Sarmiento renuncia a su cargo y, ante el pedido de serenidad de Mitre responde con toda una declaración de principios:


Tras la secuencia de la batalla de Curupaytí - la más grande escena bélica de todo el cine argentino - que culmina con un travelling sobre una larga fila de muertos, Sarmiento regresa al país desde Estados Unidos y se encuentra con la actriz en el mausoleo de Dominguito. El diálogo es nimio, pero las miradas y los silencios dicen mucho más, lo dicen todo. Este auténtico golpe de sensibilidad prepara el espectador para un final emotivo en el Congreso con Sarmiento jurando como presidente y viendo la imagen de Dominguito entre los jóvenes que lo vivan. Una luz celestial desciende sobre el prócer, santificándolo, y el plano es resaltado por el compositor Lucio Demare con una partitura magnificente y coros que aún hoy son capaces de erizarnos el pelo.

De político a educador
Charlie Wilson (Tom Hanks) es un congresista que tiene unos cuantos vicios pero una virtud: cumple todo lo que promete. Se cruza con una encumbrada millonaria, la Sra. Herring (Julia Roberts), activista en favor de la causa de Afganistán, país que ha sido invadido por las tropas de la Unión Soviética y que no tiene ninguna manera de resistir salvo las dificultades orográficas del territorio. Wilson se topa con un agente de la CIA, Gust Avrakotos (Philip Seymour Hoffman), que lo alerta de que la agencia pretende no hacer nada en una maquiavélica táctica de venganza por Vietnam: dejando "hacer" a los soviéticos, pretenden que lleguen a un nivel de genocidio que vuelque a la opinión pública en contra de ellos. Wilson viaja a Pakistán, país vecino que debe acoger a la fuerza a miles de refugiados. Tomando contacto con esa triste realidad, Wilson se convence y emprende una sucesión de gestiones, por un lado para convencer al gobierno americano de destinar parte del presupuesto oficial en un fondo clandestino para dotar de armas efectivas los mujaidines [2]. Pero la negociación más interesante la lleva a cabo en Medio Oriente, entrevistándose con los mandatarios de Pakistán, Israel y Egipto, únicas naciones con armamento capaz de bajar los poderosos helicópteros o caza-bombarderos soviéticos.

¿Será suficiente evidencia de la maestría política de Wilson su exitosa persuación a intereses tan antagónicos como judíos y árabes? El resultado, un mujaidín disparando un misil tierra-aire y derribando un helicóptero, es elocuente. Tras varios años de conflicto y el paulatino desgaste de la ofensiva, el final de la guerra coincide con la implosión de la Unión Soviética que se derrumba sobre sí misma. Wilson sigue pidiendo presupuesto, esta vez para fundar escuelas en Afganistán. A pesar que el país ha quedado destruido y la esperanza de las nuevas generaciones está en la educación pública, esta vez no logra su cometido. La estrepitosa caída del formidable enemigo también propicia que los parlamentarios enfoquen su atención a otros problemas, más o menos urgentes. El espectador sabe - el film no invierte un solo fotograma en recordarlo - que de ese país oprimido y arrasado surgirá el hombre que pergeñará el atentado terrorista más famoso del Siglo XXI (al menos por el momento).


Enlace
La política en la Argentina del 1860 está poblada por innumerables hechos violentos, traiciones, guerras civiles, batallas y toda clase de violaciones a las instituciones. Unos años antes, se había proclamado una anhelada Constitución [3], pero para lograr la unidad nacional aún faltaba mucho trabajo (así como muchos sacrificios y violaciones más). Siglo y ¼ más tarde, en el hemisferio norte, los Estados Unidos de Ronald Reagan se dedican a intervenir de una u otra forma en las crisis de casi todos los rincones del mundo. El recuerdo fresco de Vietnam y la renuncia de Nixon son dos estampas que ejemplifican que tanto la guerra como la política son ciencias artísticas y como tal, hay infinidad de formas erróneas de abordarlas y solo una que da la certeza del éxito en el corto plazo.

En tal sentido, Sarmiento y Wilson son dos entendidos de los mecanismos políticos que provocan los cambios. Por supuesto, esto no significa que resuelvan con sencillez todos los obstáculos que los separan de sus objetivos, sino que son capaces de encontrar salidas o huecos no obstaculizados por sus adversarios por donde discurrir sus ideas y propósitos. Pero ¡atención! esto no significa que coronen con el éxito sus tareas... y podríamos asegurar que ninguno de los dos ha quedado enteramente conforme con los resultados postreros de sus luchas. Desde luego, la imagen que las personas comunes y corrientes tenemos de los políticos es bastante idealizada (me refiero de como debería ser un político, no como son). Sinceridad, honestidad, ideales, abnegación, transparencia son útiles en el plano propagandístico, en lo discursivo, pero cualquier político que limitase su arsenal de recursos a tales cualidades, rápidamente se vería arrastrado por denuncias de corrupción, ineptitud, falsedad ideológica o manejos dudosos.

Si ud. ve estos films y es dado a trazar paralelos con la política de su país, tome nota de todas las ideas que surcan su mente durante la proyección y luego evalúe si varía su concepto de la política, los asuntos de estado, de los partidos, de los políticos y de la increíble diferencia entre los fines, los medios para conseguir esos fines y lo que se lee en los diarios.

Darío Lavia

Dedicado a Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) y Charlie Wilson (1933-2010).



Notas
1- Sarmiento: En la actualidad, una corriente de revisionismo histórico que se dedica a extraer sentencias y fragmentos de sus obras completas tiende a considerar a Sarmiento como un traidor a la patria, como degenerado, genocida, racista y reaccionario, siempre analizando estos conceptos a ojos del siglo XXI y en la futil aspiración de que todo prócer debe tener una foja clara, noble y perfecta que coincida con la corrección política del momento.
2- Operación Ciclón: Consistió en destinar un presupuesto anual de manera encubierta y clandestina para armar a los mujaidines. La CIA comenzó enviando unos $20 millones anuales en 1980 y terminó con la friolera de $630 millones en 1987.
3- Constitución: Una de las metas de la Revolución de 1810 fue la sanción de una Constitución. Llegó en 1853, 43 años después, con litros y litros de sangre vertidas en pos de tal fin.

domingo, 12 de septiembre de 2010

La Bestia Debe Morir y El Origen

QUE LA BÊTE MEURE (La Bestia Debe Morir-1969) de Claude Chabrol
INCEPTION (El Origen-2010) de Christopher Nolan


Charles Thenier y Dom Cobb, dos almas gemelas que han perdido seres queridos (un hijo, una esposa), tratan de superar la pérdida sepultando a sus muertos.

La Bestia debe morir (o como decidirlo)



Un chico (Stéphane Di Napoli) es atropellado y muerto por un conductor que huye. Su padre, Charles Thenier (Michel Duchaussoy), decide investigar y tratar de encontrar al criminal por su propia cuenta. Poco después comienza a relacionarse con una actriz que podría ser la cuñada (Caroline Cellier) del verdadero asesino. En principio, Thenier finge enamorarse de ella, pero a la larga se genera un auténtico vínculo afectivo. Al ser invitado a la casa familiar del asesino, Paul Decourt (Jean Yanne), enseguida se da cuenta que es un tipo que tiene todas las cualidades negativas imaginables para una "bestia". Su propio hijo (Marc Di Napoli [1]) tiene tanto odio por su padre que llega a preguntarle a Thenier porque no lo mata. De a poco, sus dudas de si sería capaz de asesinar a un hombre que no conoce se disipan al empaparse del odioso carácter de su víctima, así que planea todo para lograr el crimen perfecto. Crimen que no será simplemente "matar a la bestia", sino conocerlo, ingresar en su fueros íntimos, desmantelar sus relaciones familiares, filiales y finalmente saborear su venganza frente a la víctima impotente. Sin embargo, el director Claude Chabrol nos introduce un inesperado giro: el diario personal de Thenier, en que iba asentando toda su investigación, reflexiones, sus pasos y dubitaciones y que guardaba celosamente, cae en poder del asesino. ¿Será una evidencia o un arma defensiva para Decourt... o simplemente, un premeditado descuido para que la víctima comience a entrar en pánico?

El Origen (o como escarbarlo)


Cobb (Leonardo DiCaprio) es un especialista en "seguridad subconsciente". ¿Qué es tal cosa? Los zares de los mercados y los más encumbrados potentados están bien entrenados para cuidar sus secretos y toda aquella información confidencial que hace al curso de los negocios de las altas esferas. Sin embargo, mientras duermen están a merced de hábiles espías industriales que utilizan sus engañosas artes para sustraer esos datos vitales que los soñadores utilizan sin querer para poblar sus escenarios oníricos. Saito (Ken Watanabe), alfil de una firma que está a punto de sucumbir al monopolio del magnate moribundo Fischer (Pete Postlethwaite), encarga a Cobb un trabajo desafiante: no se trata de robar una idea sino de implantarla. El hijo de Fischer (Cillian Murphy) ha vivido toda su vida a la sombra de su impiadoso padre y ahora, con la herencia en vistas, no tiene otro propósito que seguir adelante con el imperio paterno... a menos que de su propia mente surja la noción de desbandar su conglomerado como forma de último acto de rebeldía hacia su agobiante progenitor. ¿Será posible para el espía inseminar la mente de un tercero y que tal idea parezca como auténtica y propia? Para cumplimentar tal misión, el protagonista reune un grupo de especialistas y se pone manos a la obra, pero el propio Cobb es su peor enemigo, ya que cada una de sus injerencias oníricas son asaltadas por la imagen de su esposa fallecida (Marion Cotillard), proyección de un complejo de culpa que Cobb tendrá que resolver si pretende llevar su misión a puerto seguro.

Enlace
Compasión y Culpa, opresivas hijas de la Emoción, se enlazan, cada una a su manera, para demostrarnos que cuánto más claro tenemos el panorama al que nos enfrentamos, más sorpresas surgen de sitios imprevistos. Thenier cree en todo momento manejar la situación, anotando una y cada una de sus ideas y permitiéndose observar la evolución moral del ser humano (o al menos, de la burguesía acomodada que representa la familia de Decourt). Cobb tiene como meta la de volver a ver a sus hijos, alejado por motivos judiciales al ser acusado de provocar el suicidio de su esposa.

Ambos deben arbitrar entre diversos personajes, diversos planos, siempre desde el mundo real: Thenier proyectando en el plano filosófico y ético, en busca de una explicación para la conducta del error que implica el Mal; Cobb en varias instancias de sueños (donde elementos, cuadros y situaciones de lo más extravagantes son completa y letalmente lógicas y naturales), en busca de una solución para las constantes apariciones de su esposa (¿o su espectro?).


Los personajes están magistralmente construidos por dos directores-autores que manifiestan expertíz en dotar de motivaciones psicológicas y metas no solamente a los protagonistas, sino a secundarios que superan el encasillamiento del típico villano: Jean Yanne como Decourt y Cillian Murphy como Fischer Jr. Decourt, tan despreciable como humano, contrasta con la frialdad letal con que Thenier va completando su plan. Fischer, hijo de otra "bestia", es constantemente manipulado por Cobb y sus colaboradores a un nivel que nos inspira simpatía. Mucho se podría decir de Mal, la esposa muerta (Marion Cotillard, capaz de sobresaltarnos con una sola mirada gélida) que acecha cada una de las incursiones de Cobb en mentes ajenas, pero es la expresión del propio Cobb, un inesperado cargo de conciencia, inmanejable, monstruoso.

Así que, volviendo al inicio de la charla con Thenier y Cobb, juzgar si ceder o no a la compasión y tratar de resolver si una culpa es o no justificada, dos tareas pendientes que tal vez puedan llevarse a cabo en la vigilia o, si ud. no tiene tiempo por razones laborales o de fondo, tranquilamente durante el sueño.

Dedicado a Claude Chabrol, que falleció hoy 12 de septiembre de 2010

Dario Lavia



Notas:
1: ¡Que detallecito de cásting! El hijo de Thenier y el hijo de Decourt son interpretados por actores que parecen ser hermanos entre si.

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