domingo, 9 de diciembre de 2007

Secreto Tras la Puerta y Perros de Paja

SECRET BEYOND THE DOOR... (Secreto Tras la Puerta-1948) de Fritz Lang
STRAW DOGS (Los Perros de Paja-1971) de Sam Peckinpah

Secreto Tras la Puerta, 1er. acto: el cortejo
Joven heredera de una fortuna, Celia (Joan Bennett) se va de vacaciones a México, con la intención de regresar y elegir como marido al abogado de la familia que, según su paternal hermano (Paul Cavanagh), es su mejor partido (James Seay). Estando allá, presencia el duelo entre dos rivales pasionales (Paul Fierro y David Cota) y nota entre la multitud el rostro de un caballero que la observa amablemente. Más tarde, tiene tiempo de ser cortejada por este personaje (Michael Redgrave), que resulta ser Mark Lamphere, arquitecto que tiene una revista dedicada al arte. El flechazo es instantáneo y la pareja contrae matrimonio en el extranjero. En la noche de bodas, sin embargo, el amor no se concreta, ya que, Mark anuncia su regreso inmediato por negocios a los Estados Unidos.

2do. acto: el matrimonio
Celia se ha instalado en la vetusta pero digna mansión Lamphere, donde se da cuenta realmente de lo poco que sabe de su esposo. Bajo un mismo techo conviven Carrie (Anne Revere), hermana mayor de Mark; Miss Robey (Barbara O'Neil), secretaria de Mark y David (Mark Dennis), hijo de Mark con su anterior esposa (fallecida en circunstancias no claras). Por más buena voluntad que le ponga, la nueva Sra. Lamphere no puede evitar quedar en medio de las intrigas y tensiones que ya gobernaban la casa antes de su llegada. A todo esto, Mark revela su colección de "habitaciones del crimen", una serie de cuartos especiales dentro de la casa, que no son solo reproducciones de escenas de violentos crímenes pasionales de la historia: cada habitación cuenta con el amoblado original, comprado y hecho traer por Mark en pos de esa rara obsesión. El interrogante que remuerde la tranquila conciencia de Celia es, pues, si su adorado Mark mató o no a su anterior esposa. Y, más allá de esto, ¿será Celia la próxima víctima?

Joan Bennett y Michael Redgrave
3er. acto: la violación
Mientras Mark está en casa, la relación con su esposa es de suma inestabilidad. Pero las cosas que alteran a Mark son muy particulares: un ramo de lilas le hace sudar; una vela cortada (que "rompe la simetría del ambiente") lo deja estupefacto. El secreto (o una pista) de su trauma debe estar tras la puerta de la única habitación de la colección que Mark no permite que nadie abra. Celia aprovecha una de las salidas de Mark para ingresar en el cuarto prohibido que... resulta ser una copia exacta del dormitorio de la propia Celia. Conclusión: ella es la próxima víctima. Antídoto: mandarse a mudar a la brevedad. Aún así, la protagonista no solo que se queda en la casa, sino que enfrenta a su esposo (ahora en pos de estrangularla) para hacerlo afrontar ese trauma oculto desde la niñez, lo que puede implicar tanto la curación de él como la vida de ella.

Los Perros de Paja, 2do. acto: matrimonio
Estamos en los '70 y el director a cargo, Sam Peckinpah no dedica tiempo de su metraje a ofrecernos la historia del previo romance entre el matemático americano David Sumner (Dustin Hoffman) y la joven inglesa Amy (Susan George), aunque suponemos que se desarrolló en los Estados Unidos. Así que nuestro 2do. filme de la noche arranca de lleno en la etapa matrimonial, en que la pareja marcha a una casa en la campiña inglesa donde intentan constituir un bucólico nido de amor. Sin embargo, hay nubarrones que amenazan la calma. David encarga el trabajo de reparar el techo del garage a unos muchachones del pueblo, capitaneados por un tal Charlie (Del Henney), que años atrás fue amante de Amy. Ella reacciona contradictoriamente. Por un lado, presiona a David para que los despida a todos los obreros, pero por otro (más íntimo), potencia y excita los ánimos de aquellos viejos conocidos. El primer incidente que preanuncia la tempestad es la aparición del gato de la casa colgado en el ropero del dormitorio. La esposa, naturalmente, se perturba y trata de hacer que su marido tome cartas en el asunto.

Peter Vaughan, Del Henney, Peter Arne, Dustin Hoffman y Robert Keegan
3er. acto: violación
Al otro día, en un intento por sacarles la verdad sobre el gato, David acepta la invitación de los muchachos para ir a cazar patos. En principio, van todos juntos, pero luego dejan abandonado a David en medio del campo y marchan a la casa, donde Amy deja pasar al enemigo y se hace violar, primero por Charlie y luego por uno de sus hermanos (Ken Hutchinson). Peckinpah nos muestra esta pesadillesca secuencia cortando con planos de David apuntando y tratando de acertar a los patos, lo que acentúa sin duda el efecto shockeante. El resto es la sucesión de acontecimientos, todos aislados entre sí (una niña que incita al retrasado del pueblo, la celebración de un festival anual, la desaparición de la niña y la persecusión del retrasado, la rivalidad entre el padre de la niña y el padre del retrasado, etc.) que, al ocurrir en un pueblo pequeño, forzosamente, van a terminar confluyendo en algo en común: el barbárico asedio de la casa de los Sumner.

Enlace
Además de haber segmentado cada película en similares etapas (o actos), y que ambos protagonistas sean cónyuges (Bennett y Hoffman) que deben marchar a vivir en casas ajenas (y que tengan que forzar la resolución de los traumas que constituyen los conflictos de las respectivas películas), apuntaremos como enlace válido a ambas películas "las Simbologías".

Simbologías que, por supuesto, se declaran verbalmente (una simbología que no se verbaliza, es una impresión o una insinuación, pero no tiene la misma validez). Y veamos que tipo de simbologías podemos apuntar, a primera vista:
1- Mark con su teoría que la arquitectura de la casa o de una habitación tiene directa relación con los actos que una persona lleva a cabo en su interior (una alusión a que la infancia del ser humano incide sobre la formación de su personalidad).
2- Amy señala que el gato colgado en el placard significa que los intrusos pueden penetrar en lo más íntimo de la casa y, por extensión del matrimonio.
3- En Secret... una amiga de la familia que sugiere que es más factible que un hombre mate a su esposa o amante que a su madre, ya que tiende a proyectar las frustraciones maternales de la infancia con las personas femeninas que le circundan.
4- Cuando Amy les sirve unas cervezas a David y los obreros, en la misma bandeja pone un platito de leche, en pos de presionar a David para que saque como tema de conversación que pasó con el gato.

Más allá de otras simbologías que puedan mencionarse, y este será el enlace más certero (y fin de la función), ambas películas confluyen en el carácter no exactamente sanador pero sí resolutivo de tensiones y/o traumas que tiene la "Violación". Violación nominal, como la entrada de Celia en el cuarto donde el marido deposita sus más íntimos secretos, o directamente física, como a la que se somete Amy mientras David está cazando patos. En el primer caso, el damnificado (Mark) termina recordando cuando, de niño, fue encerrado durante toda una noche en una habitación; Mark creció culpando a su madre cuando en verdad (y Celia se lo espeta) la culpable fue Carrie. En el segundo caso, la violación de Amy genera una sucesión de acontecimientos que terminan por demostrar (queremos creer) el postulado de la película, la redención del marido y la validación de su hasta ese momento discutido título de "hombre de la casa". De esta manera, en Secreto..., Mark regresa a la sanidad para vivir feliz con su esposa y en Perros..., Amy queda finalmente traumada, no tanto por su indesición adolescente, sino por su ausencia de humanidad.

Dustin Hoffman
Lo dicho: las violaciones como acto traumático, sacan a relucir lo mejor o lo peor del individuo. Y sino, pregúntenle a Mark Lanphere que vivía traumado entre mujeres, o a Amy Sumner, traumada entre hombres.

Darío Lavia

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Arroz Amargo y Orfeo

Riso Amaro (1948), de Giuseppe De Santis
Nos introduce De Santis en un mundo desconocido e inquietante de una Italia de posguerra: el mundo de las arroceras.

Grandes extensiones de tierras del norte de la península son anualmente cultivadas y sembradas por manos femeninas, y luego fraccionadas y distribuidas como fuente principal de comercio y alimento de un país que está intentando hacer nuevamente pié, frontera adentro como entre sus vecinos.

Y en una Estación de Trenes (¡¡¡¡¡cuando no!!!!!)
…aparece Silvana (Silvana Mangano), una joven inquietante por donde se la mire, con una estampa y una fuerza de seducción que más parecen propias de las tablas de un teatro en Roma o de París que de una arrocera lejana…que además, baila el boggie woogie conforme a las últimas ondas que llegan desde los Estados Unidos. Su mundo es el baile, las fotonovelas, las historias de amor, y la dosificación diaria de carnalidad y sensualidad que provoca naturalmente.*

Y allí mismo también vemos a una joven pareja, Francesca y Walter (Doris Dowling y Vittorio Gassman), quienes aparecen huyendo de un cerco policial que los busca por el robo de una joya de valor millonario.

Luego de una escena tumultuosa y sui generis que incluyó disparos y a Silvana bailando al pié del andén, Francesca se ve forzada a subir al tren rumbo al norte arrocero, quedando Walter expectante de volver a encontrarse con ella, para dirimir la cuestión de la joya.

Ya en los arrozales, será Silvana quien persiga a Francesca buscando deshacerse de quien podría disputarle protagonismo y, de yapa, quedarse con Walter, quien a esa altura, ya había recalado en la consideración de la bella bailarina.**

Pero Walter no era un Casanova de cabotaje.

Más bien, era un manipulador astuto y violento, quien aprovechándose de la volubilidad de Silvana y despreciando a Francesca, su antigua compañera de robo, concebirá un plan sin miramientos y absolutamente desaprensivo: robarse todo lo cosechado en el arrozal para venderlo en el mercado negro.

Todo el felm no hace sino mostrar un mundo donde mujeres conviven en un entorno extraño, muy lejos de hogares, cocinas e hijos…y allí sacan a relucir todo lo que de otro modo queda siempre oculto tras el manto de la sociabilidad y los buenos modales.

Francesca irá ganando ascendencia sobre el numeroso grupo mientras Silvana quedará estancada en su papel de “bomba erótica” y presa de los manejos de Walter.

El final es de melodrama y no aporta demasiado a la comprensión del felm ni a este simple ejercicio diptical.

Orphée (1950) de Jean Cocteau ***
Un asentado y afamado poeta llamado Orfeo (Jean Marais) que vive entre la admiración y la envidia del ambiente literario, es testigo de un accidente tan casual como extraño provocado a otro joven poeta, Cegéste (Edouard Dermithe) por dos motociclistas desconocidos. De la nada surge un coche y una Dama (Maria Casares) quien, más allá del accionar policial, toma el cuerpo del accidentado Cegéste y lo sube a su coche, invitando a Orfeo a subir también.

Ya en camino a lugar también desconocido, Orfeo notará que el joven ha muerto, lo que de ningún modo parece afectar a la Dama, quien ordena continuar normalmente con el recorrido prefijado.

Toda una serie de acontecimientos "inconexos" les irán sucediendo hasta la llegada a destino…siendo de destacar el hecho puntual del trato altanero de la Dama hacia Orfeo así como una extraña sensación de “atracción imposible” entre ambos.

Como en un sueño, Orfeo despertará al costado de un camino, donde lo espera el chofer de la Dama, Heurtebise (François Périer)) para devolverlo a su casa. Conductor y poeta regresan… oyéndose de fondo voces de la radio…mensajes cifrados que, al igual que los cantos de las Sirenas, mantendrán a Orfeo en trance soñoliento y lejos del alcance de la realidad.

En casa lo está esperando una amante Eurydice (Marie Déa) quien esperaba inquieta el regreso de su marido.

Buscando aclarar el turbión loco de sucesos recientes, Orfeo se duerme dando inicio entonces a

"El sueño de Orfeo"
Ya en él, la Dama aparecerá y desaparecerá anárquicamente, y en una de esas visitas inesperadas, se llevará –en un arrebato de celos- a Eurydice "al otro lado de los espejos". Orfeo buscará encontrarlas a ambas, iniciándose así su viaje espectral junto a Herteubise.

El fin de la Travesía de Orfeo culminaría con la vuelta junto a Eurydice al mundo de los mortales, pero…por no cumplir con la única exigencia del tribunal ***, perderá a Eurydice de su lado.

Orfeo vuelve solo, y junto a Herteubise deberá enfrentarse a una turba que lo espera para inculparlo por su participación en la desaparición del joven poeta Cegéste.

Orfeo morirá producto del enfrentamiento, y volverá a encontrarse con la Dama en carácter ya no de viajero, sino de habitante del mundo de los Espectros.

Enlace
Ambos felms nos sugieren una duda metafísica; la de la vida del otro lado del Aquerón.

Hoy no sabemos mucho de esto. Los Antiguos sí lo sabían, y algo nos legaron en lenguaje de poesía. **** De Santis y Cocteau nos dejan un ensayo valioso. Veamos.

Heurtebise / Caronte invita a Orfeo al viaje reservado a muy pocos escogidos... viaje del que volverá junto a su esposa al mundo de los mortales con la única condición de no voltear hacia ella durante el trayecto hasta bien terminado el "viaje / sueño". No lo logrará, pero la Dama Mortal, perdidamente enamorada de Orfeo, trastocará todas las reglas para devolver a Orfeo y a Eurydice a un estado previo de las cosas, asumiendo toda culpa y toda responsabilidad.

Del amor entre la Dama y el propio Poeta se desprende que: El Amor se sale de toda regla. Es LA excepción. Es el Amor lo único verdaderamente distinto en ambas orillas del Leteo, de la Estigia o del Paraná.

También los arrozales son "el otro lado" al que se llega en "el tren de Caronte"... el lado donde mujeres –y unos pocos varones también- se afanan en un marco donde las reglas eran otras bien distintas a la de sus propios lugares. Terminan por templarse, o por doblegarse; pero lo que es seguro es que de los arrozales nadie vuelve como ha llegado.

Francesca enroca con la Dama
La Dama encuentra su Amor de éste lado del Aquerón; Francesca lo hace del otro lado (un joven Raf Vallone personificando a un soldado de poco vuelo).

La misma fascinación esencial se produce en ambos casos. Torna el viaje en algo tan valioso como irrepetible.

Amar es posible...
... pero a veces obliga a ciertos esfuerzos y riesgos. La Dama lo arriesga y pierde todo en su afán por quedarse con el Poeta. ***** Francesca se encuentra a sí misma a través del soldado, al tiempo que se libera por siempre de la ahogante influencia de Walter.

Lo concreto es que el Amor, esta "del otro lado". Sabemos poco, pero lo que sabemos, lo afirmamos.

Ahora tenemos el desafío y una apuesta el salir a encontrarlo.

"¿Habrá vida del otro lado del Aquerón?" Me agrada pensar que sí.

Patricio Flores

Dedicado a Cecilia Todd, a Joan Báez y a Chihiro

* Vaya si las provoca... usted joven, nunca volverá a ser el mismo luego de ver a Silvana Mangano en Riso Amaro

** Hoy no es nada sencillo encontrar mujer... pero en otros tiempos, se peleaban por un hombre (quien pudiera)...

*** Será de real importancia conocer previo a ver este felm la historia de amor entre Eurydice y Orfeo. No obstante, seguiremos adelante aún a riesgo de ser pobre, escaso o chino el intento.

**** Platón enseña que la filosofía no es sino una "meditación acerca de la muerte"... Cicerón coincide refiriéndose a la filosofía como un commentatio mortis.

***** Silvana pierde también a Walter en los arrozales... que cosa, en el Amor, que siempre parece haber alguien que pierde.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Que Verde era mi Valle y Alemania Año Cero

"Que verde era mi valle" de John Ford (How Green Was My Valley-1941)
La evocación es una de las fuentes donde abreva la poesía en todos los rincones del planeta.

Esta bella historia trata justamente de esto; un hombre que al momento de la partida de su pueblito natal de Gales, evoca personas, lugares y momentos que han hecho de él lo que él és.

Sus padres, sus hermanos, los trabajadores mineros, su primer gran amor; sus desencuentros en la escuela, las injusticias y por supuesto también las bellezas de aquellos tiempos que, a la distancia permiten una justa y tranquila apreciación.

Una familia, los Morgan, cuyos hijos varones y su Padre trabajaban y horadaban el socavón minero cada día; una bella y laboriosa hermana Angharad (Maureen O'Hara), destinada a enamorarse perdidamente del flamante pastor Mr. Gruffyd (Walter Pidgeon), y un muchachito, el menor de los Morgan, Huw (Roddy McDowall) quien es el que nos comparte el relato.

La historia es sencilla
Los persistentes y justificados reclamos de los mineros por sus jornales cada vez más bajos derivarían en la creación de un sindicato, lo que causó divisiones y zozobra en los hogares más tradicionales, en donde la autoridad paterna no estaba en posición de dar respuestas satisfactorias sobre el tema.

De a poco Gwilym, el padre (Donald Crisp) irá cediendo protagonismo en un mundo que lo desborda, pero sin perder de vista el hecho de que sus hijos deberán transitar un camino distinto y de mucha mayor exigencia, y que éstos nuevos temas no podrán nunca resolverse "a la antigua usanza"*. Requerirán de análisis y de estudio. Habrá que tomar a la Escuela como un lugar imprescindible e insustituible para la formación de estos "nuevos hombres".

Será Mr. Gruffyd quien ponga distancia y luz –desde el púlpito- sobre estos cambios, y será la claridad de sus exposiciones así como su poca complacencia hacia gestos demagógicos y adulones las claves para que Angharad se enamorara muy seriamente de él; y si bien el felm no es un felm "romántico", la bella relación entre ellos luce justa y muy apropiada.**

El fin de la historia de los Morgan y de estos pueblos es lo que leemos en los diarios todos los días.

"Germania Anno Zero" de Roberto Rossellini (Alemania, Año Cero-1948)
Crudo retrato de una Berlín bombardeada, masacrada y derrotada, que sin embargo, alberga millones de sobrevivientes a la guerra. La vida siempre continúa.***

Un grupo de familias que vive hacinada en un edificio apenas en pié es el foco de la historia.

Como el resto de la gente, padecen las inclemencias propias del fin de toda guerra…la escasez de alimentos, la pelea por una credencial de trabajo que habilite el "comer", el siempre resurgente "Mercado Negro", la prostitución como alternativa de aumentar en algo la olla y el uso histérico y conflictivo del agua y de la electricidad, devenidas ahora en bienes de lujo. Solo los hospitales cuentan con higiene y alimentos, pero están reservados para casos extremos. (Por supuesto, las cuestiones asociadas a la educación están en suspenso por tiempo indeterminado).

Y un niño...

...de diez años, Edmund (Edmund Moeschke) es quien debe salir a pelear por la comida para sus hermanos y su padre, hombre enfermo y tan derrotado como su propio país.

Y en su salida va incorporado yeites de otros sobrevivientes adolescentes, que lo introducen en el mundo de los robos menores, pillaje, trucos, del Mercado Negro y del sexo libertino; y con todo este nuevo bagaje incorporado, Edmund terminará asumiendo involuntariamente un papel tutelar entre sus hermanos mayores…

…y en este nuevo rol toma una decisión límite y en solitario: decide envenenar a su propio padre quien no era para entonces sino solo un estorbo y una boca más que alimentar.

A partir de ahí, el vértigo lo rodea y encierra en un trance hipnótico.

Edmond se escapa... y se suicida.

Enlace
Es fascinante el pensar que ambas situaciones, la idílica de "How green..." y la brutal metáfora final de "Germania..." reflejan con el mismo nivel de honestidad, al ser humano.

A veces la violencia se presenta y es ineludible, y obliga a una rápida adaptación de personas y grupos a situaciones tan extrañas como impensadas e indeseadas.

Nunca hubo justicia en nuestro planeta y probablemente, nunca la haya. Al decir del jacobino Marat "Las leyes nunca podrán igualar (refiriéndose a los hombres) lo que Dios ha creado tan distintos". La desigualdad de todos los tiempos ha sido y será generadora de violencia, y no parece haber remedio a esto.

A la idea de "familia" como grupo de contención y seguridad, le apuestan ambos felms, solo que Ford nos invita a recrear –y a recreer- en una familia reunida en torno a la autoridad del padre… esto podrá adaptarse y acotarse pero nunca olvidarse, so pena de pérdida de identidad y de valores esenciales. Esto no soluciona todos los problemas, pero los ordena y prioriza.

Rossellini muestra las consecuencias de los lazos débiles dentro de una familia y del conflicto que genera la falta de "autoridad"; conflicto que se exacerba a gran escala cuando el entorno es árido y hostil.

Los valores inmortales ("valor", "honestidad", "lealtad", para citar algunos de ellos) terminarán siendo el distintivo de unos pocos; pero otros valores (también viejos, sin dudas) como "sagacidad", "repentización" o "precocidad", serán los buscados y deseados, y los que ocuparán grandes páginas y los que reflejarán a los grandes protagonistas de "lo que se viene".

"Germania..." es además, el duro golpe de destino de una sociedad que se percibía a sí misma como vencedora en el conflicto mundial, cuando las marchas militares y los brindis corrían un telón invisible sobre cuestiones como "postergación social" o "marginalidad".

Había que erradicarlas definitivamente, y así lo hicieron (intentaron)…y un buen día, "los marginales" fueron ellos, y las mismas conductas criticables y aberrantes que ellos mismos identificaban claramente con algunos de esos grupos, fueron las que proliferaron entre los propios alemanes: Las reglas de los sobrevivientes, o la "predominancia de los aptos". ****

Son dos niños los protagonistas de ambos felms.

Uno de ellos (ahora adulto) Huw Morgan, emigró a los Estados Unidos.
Edmund Meschke se suicidó.

Son intentos.

Hay otros muchos, pero serán tema de otros dípticos y reservados a mejores plumas.

Patricio Flores

A Anna Magnani


* Una vuelta al entrañable Tevye Topol del "Violinista..."
** En contraposición a otros buenos felms donde "el amor" luce excesivo y agobiante
*** Es todo un milagro
**** La metáfora es de H. Spencer basada en la "Selección Natural" de Ch. Darwin. El más apto bien puede ser reemplazado por "el más vivo", haciendo referencia al párrafo de los "valores inmortales".

jueves, 25 de octubre de 2007

Los Inútiles y La Gran Ilusión

I VITELLONI (Los Inútiles-1953) de Federico Fellini

Introducción
En un pueblo costero de Italia y en épocas sin demasiado espacio como para excentricidades, una “banda” de cinco compinches vive de noche en noche y de billar en billar, ajena a cualquier cosa que pueda emparentarse con eso de “establecerse y sentar cabeza”.

Ante el urgente e impensado casamiento de Fausto (Franco Fabrizzi) con Sandrina (Eleonora Ruffo), por motivo de embarazo de ésta, quedará Fausto encerrado entre los lazos del trabajo y del hogar.

El resto de la barra ve que, de un modo inesperado pero muy efectivo, Fausto “ha encaminado su vida”, lo que les genera dudas acerca de su propia condición, las cuales se disipan entre copas y carambolas.

Pero...
... a Fausto, la vida marital no le sienta, y luego de varios tropiezos, vuelve al ruedo, dejando a su esposa e hijo con sus suegros. El matrimonio no actuó en él como “corregidor” sino más bien, fue sólo un lastre en su camino hacia la felicidad.

El felm nos presenta claramente a dos generaciones bien diferenciadas.

A padres excesivamente trabajadores, les nacen hijos inesperadamente vagos y vividores, ajenos a asumir responsabilidad alguna.

Estos “vitelloni” - generalmente consentidos por sus madres o hermanas y castigados o sermoneados por sus padres- no sienten remordimiento ni culpa, ni nada por el estilo. Tampoco cargan con los temores religiosos que también formaran parte de la identidad de su propio pueblo desde siempre.

"Decime quien sos vos, decime donde vas..."
Es durante una de las noches del Carnaval que, mientras su familia se desangra, el propio Alberto (Alberto Sordi) baila borracho con un “Cabezudo” mientras el resto de los amigotes se solaza en bacanales de salón, afluentes naturales de los zaguanes. Una postal. Felliniesca. *

Aquellas cuestiones relacionadas a la “vida interior” también tienen su lugar dentro del felm, y son mostradas del mismo modo con que Fellini nos muestra todo su arte: con matices grotescos, paródicos y ajenos a toda solemnidad.

La experiencia de Leopoldo (Leopoldo Trieste) con “Il Comendattore”, un capocómico mayor de edad (Achille Majeroni) es suficiente como muestra.

Aquí es el hombre mayor quien estando al frente de su propia compañía teatral, finge interés por unos borradores de comedia de Leopoldo cuando en realidad lo que busca es seducirlo y sodomizarlo. Sufre Leopoldo la decepción al comprobar esto, perdiendo “su” oportunidad de salirse del pueblo en algo que muestre un mínimo viso de prosperidad y reconocimiento, y vuelve a la barra que siempre está esperando, como una madre.

Será la hermana de Alberto, Olga (Claude Farell), quien siente otro matiz. Siendo mujer responsable que debe sobrellevar dos trabajos para ayudar a mantener un hogar compuesto de una madre anciana y de un hermano “vitelloni”, se termina escapando de su hogar con un hombre mayor y casado, dejando a su madre destrozada, a su hermano “indignado” y a su hogar sin sostén de ningún tipo. **

Queda claro que será el “escape” el modo de evadirse de tanta miseria. Y tratándose de escapismo, Moraldo (Franco Interlenghi) lo llevará a su mejor expresión: el tren a Roma.***

La imagen del tren es recurrente. Los pueblos pequeños no representan nada para “ésta juventud”, pero tampoco para el que se mata trabajando ni para quien tiene inquietudes artísticas o literarias. Don Michele (Carlo Romano) lo resume bien cuando, hablando de su próspero matrimonio, explica su felicidad reduciéndola a “leer el diario y ver tejer a su Señora”.

LA GRANDE ILLUSION (La Gran Ilusión-1937) de Jean Renoir

Introducción
Dos oficiales franceses son cazados y capturados durante un vuelo de reconocimiento, y llevados a prisión de oficiales, durante la 1ra. Guerra Mundial.

Uno de ellos, el capitán Boldieu (Pierre Fresnay) es un aristócrata francés. El otro, el teniente Marechal (Jean Gabin) es un mecánico.

Ambos comparten el mismo destino y la misma prisión, y será allí donde entablarán cordial relación con oficiales de menor rango - franceses y rusos- así como con sus guardianes alemanes.

Lo que sucede es que, luego de varios intentos frustrados de escape, ambos oficiales junto al teniente Rosenthal (Marcel Dalio), son enviados a una nueva prisión, pero ésta vez a una de altísima muralla y construida sobre un cerro desde donde se avista la frontera con Suiza.

Allí el capitán Boldieu se reencuentra con quien derribara su avión de reconocimiento, ahora comandante del cuerpo de prisión, Capt. Von Rauffenstein (Erich Von Stronheim).

“Ya no sos mi Margarita...”
Y se da el caso de que aun siendo Rauffenstein y Boldieu de naciones enfrentadas en guerra, están emparentados por su alcurnia siendo ambos descendientes de nobles.

Al Barón alemán solo lo obsesiona la idea de que, finalizada la guerra, y fuere quien fuere el vencedor, sobrevendrán “otros tiempos”, los tiempos de “los Marechal” y de “los Rosenthal” (comerciante judío de familia bien acomodada este último). El sólo hecho de que un Noble como él estuviere al frente de una “Penitenciaría” no hace más que confirmar lo que se presintiese de hace tiempo.

Boldieu también lo sabe, pero lo sobrelleva de otro modo; más natural, menos dramático, con resignación pero con aceptación.****

Corolario
Boldieu muere en su intento de ayudar a escapar a ambos tenientes, que, a la postre, logran huir, terminando uno de ellos trabando relación amorosa con una bella campesina alemana. ¿Que mejor modo de dar por terminado un ciclo que con la unión de dos seres separados por una guerra que aún no ha terminado?

Sin embargo, el Diablo – o Dios- nos tenían reservadas algunas sorpresas para después de la Gran Guerra.

ENLACE
Quizás Fellini nos haya sugerido un costado burlón y triste a la vez de la cuestión, y es el hecho de que, a siete metros de distancia, “cigarra cantora” y “hormiga laboriosa” son indiferenciables... son iguales... son insignificantes.

En estos “nuevos tiempos”, la modestia de padres batalladores devendrá en la vulgaridad de hijos irresponsables, pero lo que se viene no es ni más ni menos que el fruto de una paulatina pérdida de valores y rigores, un nuevo hombre débil, manipulador y manipulable. *****

Pero Renoir no parece coincidir en este punto.

Será Boldieu quien acepte el hecho que sus tiempos acabaron; que les toca el comando del destino a otros; que el mundo nunca volverá a tener los esplendores de hasta entonces, pero que miles de personas ignoradas comenzarán a asumir los roles protagónicos que les depare la historia de la Humanidad, escrita ahora en lenguaje de “Democracia”.

Pero Renoir también nos pone de sobre aviso. Para un chingolo o un jilguero, cigarra y hormiga se diferencian aún a diez o quince metros; y para un entomólogo, es inconcebible cualquier confusión.

Que vea y encuentre quien sepa hacerlo. Será cuestión de entender que la nobleza -propiedad hasta entonces de una aristocracia ya vetusta, aristocracia que irá perdiendo sus privilegios lenta e inexorablemente- abrirá las puertas del saber, de las riquezas y del prestigio, a todo aquel que los busque y sepa conseguir.



Patricio Flores

PS: Dedicado a Anouk Aimée y a Claudia Cardinale, quienes pasan a engrosar desde este mismo momento, mi Harén Privado. Quedan notificadas ambas por medio de la presente.


* Era el Carnaval el que permitía, además de juntar (¿igualar?) a familias acomodadas con familias trabajadoras durante algunas horas, el bajar todas las barreras y prejuicios propios de esos tiempos y lugares. Saludo con respeto a la sana y humana intención de juntarse a disfrutar de los Carnavales, sea bailando o sea desde algún palco alquilado. La extinción de los mismos se suma a la desaparición sin pena ni gloria de la mesa de los domingos, y do otras tantas cosas valiosas. No se percibe hoy un “punto de encuentro” entre clases... noto adocenamiento en ciertos recitales o cosas por el estilo, pero nada más que eso.

** No olvidemos de poner el hecho de “escaparse con un hombre casado” dentro del contexto de la época y de lugar.

*** Milano es el otro destino, tan bien retratado en “Rocco...” de L. Visconti

**** Renoir nos muestra con arte y delicadeza que profunda brecha se terminará de abrir entre este nuevo siglo y todos los anteriores, que marcará el fin de reyes y nobles y el advenimiento de quienes hasta entonces, solo aspiraban a algún mínimo de reconocimiento. El felm está a la altura de Novecento e Il Gatopardo, otras grandes realizaciones que abordan estos temas.

***** Tema central del excelente felm de Ozu Tokyo Monogatari.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Repulsión y Delicatessen

REPULSION (Repulsión-1965) de Roman Polanski
DELICATESSEN (Delicatessen-1989) de Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro

DEL ORDEN (APANDRICO *) AL CONFLICTO
Carol (Catherine Deneuve) trabaja de día en un salón de belleza donde se dedica pacientemente a emprolijar las cutículas de las clientas. En su camino callejero (de su casa al trabajo y viceversa), evita cualquier posible cercanía con hombres con especial cuidado. Uno de ellos, el joven que la corteja (John Fraser), la invita a almorzar y a salir por la noche, ofertas que ella evade o pospone, dando a entender un falso juego de seducción. Pero, luego de observar un día en la vida de Carol, nos queda en claro que tiene cierto grado de enajenación mental. Su hermana (Yvonne Furneaux), lejos de rehuir citas, sale con un hombre maduro y casado (Ian Hendry), que se queda a dormir por las noches. Carol escucha en silencio los gemidos de placer de su hermana y, lejos de evadirlos, comienza a alucinar que es violada por un hombre. Esto acentúa su rechazo por los varones.

UN CAOS EDILICIO
El conflicto surge cuando la hermana y el amante se marchan de vacaciones a Italia. Carol afronta esa pasajera soledad sin una contención que (luego deduciremos) le provocará una paulatina y trágica pérdida de razón. En primer lugar se ausenta de su trabajo, luego se encierra en su departamento y finalmente, repele los intentos de intrusión por parte de su pretendiente y, más tarde, del casero (Patrick Wymark). Al primero lo golpea con un candelabro hasta matarlo, sumergiéndolo en la bañera. Al segundo lo tajea con una navaja de afeitar hasta desangrarlo. El desenlace no puede ser otro que el caos mismo, con la pareja regresando a casa y encontrándose un panorama terrorífico. En un magnífico plano final, la inquieta cámara de Gilbert Taylor recorre la habitación y se posa en un cuadro familiar que, al ampliarse, revela a una Carol niña con la mirada perdida en el vacío, ya previsiblemente presa de vaya a saber que temores abstractos y otros molinos de viento.

DEL ORDEN (CANIBAL) AL CONFLICTO
Estamos en un futuro post-apocaliptico y la acción transcurre en un vecindario que representa un universo cerrado y perfecto, donde las necesidades alimenticias están resguardadas por un Carnicero (Jean-Claude Dreyfus), que asesina a ciertas personas cuyos cuerpos luego procesa y da de comer a sus clientes. Esta situación es perfectamente conocida por toda la comunidad, a pesar de lo que cual, todo el mundo tolera, comprende y acata semejantes reglas. Aunque no queda del todo claro, tal vez cualquier intento individual de modificar la situación pueda ser equivalente a adornar el mostrador de la carnicería.

OTRO CAOS EDILICIO
Un día llega a dicho pueblo un payaso perdido (Dominique Pinon), que provoca un conflicto automático, generando numerosas sospechas en los integrantes de la comunidad y ganándo casi automáticamente la simpatía y (posteriormente) el afecto de la hija del Carnicero (Marie-Laure Dougnac). A través de una trama salpicada de gags farsescos (es memorable el payaso intentando arreglar una cama desvencijada y haciendo música con los elásticos), el filme va apuntando a un final a toda orquesta y a todo slapstick en que, luego de anegar toda una instalación edilicia, el terrible Carnicero recibe su merecido. Cuando el telón de esta auténtica farsa fantástica cae siguen en nuestra retina muchas imágenes estéticamente ricas que, deducimos, son la principal virtud del filme.

ENLACE
En el pasado hemos enlazado películas por vínculos presentes en la construcción narrativa o bien, por ciertos tópicos comunes a ambos filmes. A veces, la unión ha sido feliz (en el caso de La Mujer del Cuadro y Santa Sangre, por ejemplo) y otras un poco rebuscada (probablemente en la unión metafísica entre El Año Pasado en Marienbad y El Hombre con Visión de Rayos X). Sin embargo, en general, todos los enlaces han tenido que ver con elementos íntimos o importantes dentro de las tramas de cada película... hasta ahora.

A pesar de esta advertencia, el lector notará que en nuestro díptico de esta noche las descripciones de cada película conllevan subtítulos equivalentes. A pesar que la "apandría" de Deneuve y la antropofagia del pueblo de Delicatessen son, si se quiere, dos disciplinas parientes, nunca tuvimos la intención de unirlas por ese nexo que percibimos ténue y complejo. El enlace que queremos presentar, en cambio, reside en dos detalles mínimos y que de ninguna manera hacen a la trama, pero que ambas películas poseen en común. En Repulsión, cuando Carol es acosada sexualmente por su excitado Casero, ella se defiende con la navaja de afeitar del novio de su hermana, hiriéndolo en la nuca. El agresor reacciona de inmediato y se lleva la mano a la herida, acercándose de inmediato a un espejo para verse y percibir la auténtica magnitud del daño. Al otro lado del Canal de la Mancha, y muchas décadas adelante en el tiempo, el Carnicero es alcanzado de un flechazo por un instrumento puntiagudo, que se le inserta en la frente. Queda visiblemente shockeado y avanza hacia sus eventuales matadores, para preguntarles con una aparentemente ingenua curiosidad: "¿Tengo algo acá?"

MUERTES EN EL CINE
El Cine nos ha mostrado en más de un siglo de historia y películas, infinidades de muertes; la Muerte está presente en una elevadísima cantidad de películas, y es presentada hasta en comedias y filmes infantiles. Pocos actores y actrices han muerto ante las cámaras de formas realistas, ya que la idea romántica que se tiene de la muerte es tal vez demasiado poética. Muchos actores han ofrecido "muertes" más o menos dramáticas, agónicas, casuales, trágicas y 1.001 adjetivos más. La Muerte es, por definición, la interrupción drástica y letal de la Vida, que se inicia con una traumática alteración de la Salud del damnificado. Y bajo esta premisa, pocos intérpretes han reaccionado tan humanamente ante la interrupción de sus respectivas saludes como el Casero de Patrick Wymark y el Carnicero de Jean-Claude Dreyfus.

REACCIONES HUMANAS
Una de las reaccionas más profundamente humanas es la del escepticismo ante cualquier posible agresión. Ningún agredido tiene como salida viable la de "perder", es decir, la de terminar ultimado. El cerebro recibe las sensaciones de las terminales nerviosas y ante cualquier señal de daño, la primera reacción es la del reconocimiento de dicha alerta, evaluando al mismo tiempo las posibilidades más veloces de regreso de la salud. Al mismo tiempo, la visión de sí mismo que tiene el Ser Humano reside en el reflejo que nos devuelve cualquier superficie pulida. Esta comunión entre una persona y su representación fiel pero al fin abstracta (un reflejo solo aspira a ser eso: una figura, un dibujo), es la que se ve perturbada y discontinuada ante una situación traumática, como recibir un tajo profundo y sangrante en la nuca o un flechazo en la cabeza. Y, en el caso del Casero, será el espejo quien le de idea del daño y en el del Carnicero, serán las retinas de los observadores las que le devuelvan la información del alcance del daño.

Vaya entonces este pequeño díptico como reconocimiento al arte de dos intérpretes que, en su observación de la realidad, la transmitieron de la forma más auténticamente humana que cabría imaginar.

Darío Lavia

* APANDRÍA: Es el término dado en el idioma inglés para designar al "odio u aversión hacia los varones", es decir lo contrario a la "misoginia".

domingo, 30 de septiembre de 2007

El Nacimiento de una Nación y Espartaco

THE BIRTH OF A NATION (El Nacimiento de una Nación-1915) de D.W. Griffith
SPARTACUS (Espartaco-1960) de Stanley Kubrick

Bailando antes de la tempestad
Phil y Ted Stoneman (Elmer Clifton y Robert Harron) son dos jóvenes de Pennsylvania que visitan a sus amigos, los Cameron, en Piedmont, Carolina del Sur, donde son entretenidos por los esclavos negros de dicha plantación. Phil está enamorado de Margaret Cameron (Miriam Cooper), en tanto que a su hermano Ben (Henry B. Walthall) se le inflama el pecho con la hermana de Phil, Elsie Stoneman (Lillian Gish), a quien solo ha visto en una fotografía. Pero es una mala época para enamorarse. El Dr. Cameron (Spottiswoode Aitken) lee las últimas noticias sobre el ultimátum separatista del Sur. Cuando estalla la guerra, los Stoneman se marchan para enrolarse en las tropas de la Unión en tanto que los Cameron se alistan en el Ejército Confederado.

Gus (Walter Long) es atrapado por elementos del KlanGuerra de devastación
La guerra es atroz. Dos de los Cameron mueren en combate en tanto que Ben cae herido y es tomado como prisionero por Phil Stoneman, cuya recuperación encomienda a Elsie. Llega a su fin la conflagración y el congresista Austin Stoneman (Ralph Lewis), padre de Phil y Elsie, boga por un castigo ejemplar a los vencidos. El presidente Abraham Lincoln (Joseph Henaberry), que rechaza la idea de venganza, cae asesinado poco después por John Wilkes Booth (Raoul Walsh). Stoneman envía al mulato Silas Lynch (George Siegmann) para ponerse al frente de la reconstrucción de la devastada Piedmont, y esto provoca el alejamiento de los antiguos enamorados: Ben de Elsie y Phil de Margaret. Justamente, es Ben uno de los fundadores del Ku Klux Klan, cuya primera acción es la persecución y ejecución del negro Gus (Walter Long), acusado de violar a Flora Cameron (Mae Marsh) - quien posteriormente se suicidara por el trauma.

El Klan gana
Lynch apresa al Dr. Cameron por conspiración a favor del Klan, pero es rescatado por dos sirvientes, Phil y Margaret, y huye a una cabaña aislada en el monte. En tanto un exaltado Lynch persigue a Elsie con deseos non sanctos, los jinetes del Klan al mando de Ben atacan y derrotan a las tropas negras estacionadas en Piedmont, acudiendo al rescate de Elsie, atrincherada con los demás en la cabaña. El final es con el ingreso triunfal del Klan en Piedmont.

Luchando antes de la tempestad
Ahora retrocedemos nada más que veinte centurias, y cruzamos el charco Atlántico, cayendo en el último siglo de la República de Roma, en la que los Patricios es decir, los ciudadanos, se divierten a costa de miles de esclavos (normalmente soldados enemigos capturados) que realizan el trabajo pesado y luchan a muerte en el Circo. Uno de estos esclavos, que trabaja en las minas de Libia, se llama Espartaco (Kirk Douglas) y es continuamente azotado por replicar verbalmente y demostrar su ingenio. Batiato (Peter Ustinov), un mercader que compra esclavos para convertirlos en gladiadores, adquiere a Espartaco y varios de sus colegas para su campo de entrenamiento en Capua. Esta nueva instancia prueba ser igual o más deshumanizante que el trabajo de las minas, ya que bajo las directivas del entrenador Marcellus (Charles McGraw), se les enseña los trucos del arte del combate cuerpo a cuerpo. Al principio, Espartaco intenta amigarse con Draba (Woody Strode), un esclavo etíope, pero nadie quiere tener por amigo a alguien a quien, eventualmente, tendrá que dar muerte. En Capua, Espartaco conoce y se enamora de Varinia (Jean Simmons), una esclava. Un día llega a Capua un patricio llamado Craso (Charles Laughton), junto con su esposa Helena (Nina Foch), cuñada Claudia (Joanna Barnes) y el prometido de ésta, Marco Glabro (John Dall). Para celebrar el encuentro, Craso insiste en que se realice un combate, a pesar de la disconformidad de Batiato, que no quiere forzar a los gladiadores a luchar a muerte en el campo de entrenamiento.

Guerra a muerte
Por supuesto, Espartaco y Draba son elegidos para luchar y éste último triunfa. Pero rehusa a dar muerte a su colega, prefiriendo atacar a Craso, por lo que es muerto de inmediato por un guardia. Cuando Espartaco se entera que Craso ha adquirido a Varinia, se decide a rebelarse y ataca a Marcellus, lo que provoca sentimientos de rebelión en el resto de los esclavos, que logran escapar y marchan a través de la campiña, atacando a los hacendados y liberando a otros esclavos, que automáticamente se incorporan a la fuerza. La noticia de la rebelión de los esclavos llega a Roma, causando furia en el Senado, donde Craso tiene un férreo rival en la figura de Graco (Laurence Olivier), que desafía a Glabro (jefe militar de la guarnición de Roma) a salir a hacer frente a los rebeldes. Mientras Craso se dedica a admirar a su nuevo esclavo, Antonino (Tony Curtis), Graco conspira con Batiato y culpa a Craso por la rebelión de los esclavos. Poco después, el ejército de Espartaco acampa cerca del Vesubio, donde llega un Antonino prófugo que de inmediato se incorpora a la armada. Luego de pactar con Tígranes (Herbert Lom), jefe de los piratas sálicos, Espartaco confía en conseguir una victoria debido a que sus tropas, a diferencia de los romanos, está compuesta de gladiadores entrenados para matar o morir y no tienen miedo a la muerte. En la primer batalla, Glabro subestima el poder de los rebeldes, y es derrotado, capturado, y enviado al Senado con una advertencia.

Espartaco (Kirk Douglas) se apresta a la batallaRoma gana
En Roma, Graco convence al Senado de nombrar a Julio César (John Gavin) como comandante de la guarnición y enviar dos legiones para destruir a los esclavos. Graco confiesa a César que el pacto entre los piratas y Espartaco fue una estratagema suya para debilitar el poder de Craso. Sabiendo que el camino hacia Roma le puede significar la muerte y la posibilidad de que no pueda llegar a ver al hijo que Varinia lleva en su vientre, Espartaco prefiere prestar batalla, siendo derrotado por las tropas de elite de Craso. Es el final, y Craso anuncia que todos los sobrevivientes serán crucificados a no ser que identifiquen a Espartaco. El primero en dar un paso al frente es Antonino que dice "yo soy Espartaco". Uno a uno, todos los esclavos siguen su ejemplo, prefiriendo morir que traicionar al hombre que, por una temporada, los convirtió en hombres libres. Enfurecido, Craso ordena que sean crucificados a lo largo de un largo camino. Reconoce a Varinia y la envía a su villa; más tarde también captura a Espartaco y Antonino, obligándolos a luchar entre sí, y siendo el ganador crucificado. Ambos luchan vigorosamente para evitarle al otro una muerte más dolorosa, y Antonino muere diciendo a su matador que lo quiso "como un padre". Espartaco afirma que "volverá y será millones" y es crucificado, no sin escupirle la cara a Craso. Por su parte, Batiato lleva a Varinia y a su bebé a Graco que, en orden de perjudicar a Craso, les facilita papeles falsos que le confieren la libertad. En sus últimos momentos de vida, Espartaco ve a Varinia y a su hijo, y ella afirma que le dirá al niño quien fue su padre y lo que significó en la Historia.

Laurence Olivier, Peter Ustinov, Nina Foch y Jean SimmonsEnlace
Mucho se ha escrito sobre El Nacimiento de una Nación y su significancia en el desarrollo del Cine como Arte y su carácter retrógrado en cuestiones éticas. También ríos de tinta y papel se han derramado en torno a la película de Kubrick, y sobre el significado de haber hecho figurar en los créditos a Dalton Trumbo, un guionista perteneciente al grupo de los "proscriptos de Hollywood", que se negó a declarar sobre sus presuntas actividades comunistas durante la época MacCarthysta. Hoy, sin embargo, tenemos estas dos películas unidas por un nexo común que, intentaremos demostrar, consiste en una maravillosa ambigüedad cuya identificación depende del lado del mostrador en que se pare el observador.

Amos y esclavos
Los Estados Unidos y Roma fueron democracias que aceptaron y convivieron con el concepto de "esclavitud" durante lapsos tan dilatados de años que difícilmente podamos considerar como "gradual nivelación de las clases sociales" o "paulatina extensión de los Derechos Humanos para todos". No señor. Durante siglos la República, el Consulado y el Imperio Romano tuvieron una auténtica clase de descastados denominada "esclavos", cuyo protagonismo en el funcionamiento de la sociedad era tan importante como el "esclavo negro" en los Estados Unidos durante más de la mitad del Siglo XIX. El enfoque de El Nacimiento..., que no por ello deja de ser menos auténtico, es el de demonizar al negro, erigiendo al Klan en defensor de la raza blanca sobre el barbarismo (con lo que, además de justificar la esclavitud, se deja sentado un interesante planteo en el Conflicto Norte-Sur). En Espartaco, siendo el protagonista un tracio y habiendo entre sus colegas algunos libios o etíopes, también tenemos el elemento racial como factor de esclavitud (aunque en plano secundario). Esta vez, el enfoque está planteado del lado opuesto, del lado del esclavo, y ofrece una mirada descarnada que hace parecer las plantaciones de Carolina del Sur un paraje bucólico. Los ciudadanos romanos abusan de sus esclavos hasta niveles denigrantes, que fuerzan una sublevación general (dicha sublevación es mostrada también en El Nacimiento... aunque desprovista del tono romántico de Espartaco).

Se impone el status quo
El resultado es exactamente igual en ambas películas, con las legiones romanas crucificando esclavos y las legiones del Klan desbandando a las tropas de negros. El punto no es, por ende, descalificar éticamente a una película y no a la otra, sino elogiar el grado de avance del Ser Humano y de la Civilización que permite la creación de ficciones donde se reflejan situaciones que atañen directamente a sentimientos e inquietudes profundas, que tienen que ver con la segregación, con la aspiración de libertad y con la aspiración por evolución personal (y de aplacar la del prójimo), siendo estas situaciones altamente corrosivas para quienes están del otro lado del planteo. La Historia nos probó que ambos episodios históricos tuvieron equivalente evolución posterior: La sublevación de Espartaco aplacada y sus huestes crucificadas; los negros del Sur de los Estados Unidos, "libres" nominalmente pero segregados en la práctica y viviendo al margen del blanco durante muchas décadas más. Y enlazadas ambas obras magnas del Séptimo Arte, concluyamos con una frase de Stanley Kubrick: "No deja uno de preocuparse del ser humano por reconocer sus flaquezas, absurdos y falsedades esenciales. Para mí, la única verdadera inmoralidad es aquella que pone en peligro la supervivencia de la especie, y el único mal absoluto el que amenaza con aniquilarla."

Telón

Darío Lavia

domingo, 16 de septiembre de 2007

Mala Mujer y Donde Mueren las Palabras

SCARLET STREET (Mala Mujer-1945) de Fritz Lang


Historia de un pintor

No parece haber evidencias de que el director Fritz Lang tuviera mayores indicios sobre la cultura del tango. Sin embargo, su filme SCARLET STREET, conocido en Argentina como Mala Mujer y en España bajo el más revelador de Perversidad, posee una sumatoria de lugares comunes que letristas como Vaccarezza y Diez (como veremos en breve) inmortalizaron. La trama de la película se inicia con un maduro empleado de una financiera llamado Christopher Cross (Edward G. Robinson) que inicia su vía crucis la noche que asiste a una cena y es agasajado por su jefe (Russell Hicks) con un reloj de cadena. Al salir se encuentra con la Mala Mujer del título (Joan Bennett) a la que salva de un bellaco (Dan Duryea) que en verdad es su propio cafiolo. Por supuesto, Cross queda prendado de la joven y ese será el inicio de una trágica relación que incluirá todo tipo de vejámenes para nuestro enamoradizo protagonista.

Luego de darle ingentes sumas de dinero, le alquila un apartamento para utilizar como estudio de pintura (Cross es un pintor dominguero); más tarde consiente que ella le venda sus cuadros afirmando ser la autora; hasta que finalmente se topa cara a cara con la realidad cruel y enfermiza, reaccionando como haría Edmundo Rivero...

(...)
Y luego, besuqueándole la frente,
con gran tranquilidad, amablemente,
le fajó treinta y cuatro puñaladas.
(Amablemente, Edmundo Rivero e Iván Diez)

Pero claro, la película no concluye ahí sino que sigue el itinerario del protagonista, el proceso judicial por asesinato y el ajusticiamiento del cafiolo (con una increíble sumatoria de pruebas que lo condenan). Como diría Vaccarezza...

(...)
¿Qué te importa si la paica
del bulín se te fugó
y te traicionó el amigo
y la timba te secó?
Si el destino, que es criollazo,
justiciero y vengador,
ya ha de darlos contra el suelo
a la ingrata y al traidor...
(...)
(Otario que andás penando, Alberto Vaccarezza)

Y tal como reza el tango, Cross se pierde en el horizonte de pavimento, convertido en un homeless y penando por siempre el remordimiento de haber dado muerte a dos personas. Telón.

DONDE MUEREN LAS PALABRAS (1946) de Hugo Fregonese


Historia de un pianista

Un anciano ácido (un Enrique Muiño caracterizado como Rotwang, aquel inventor de Metrópolis de Fritz Lang) es un mero ejecutante de timbal en el teatro del pintoresco Carlo Carletti (Italo Bertini), donde se ofrecen obras interpretadas por una espectacular compañía de títeres. El creador de los títeres (Héctor Méndez) pretende utilizar su rostro para esculpir un nuevo personaje, pero el viejo se niega rotundamente, alegando que es un criminal y que no desea que miles de personas vean su rostro. Peor cuando el artista le pregunta si puede copiar el rostro angelical de una joven cuya fotografía el anciano oculta en un cofre... ¿Qué mejor que ilustrar este segundo tango-filme con letras de Homero Manzi, co-autor del guión de la película, junto a Ulises Petit de Murat?

(...)
Yo te quise esconder en el cofre de un vaso y cuidarte.
Pero has muerto y entonces te hice mi afán.
(La Mariposa y la Flor, Homero Manzi)

Reducido a sereno nocturno, permite el ingreso de un joven aspirante a pianista (Darío Garzay) para que practique bajo su tutela. Nace una relación paternal y el anciano explica no solo la técnica sino la filosofía del arte y de la vida, hasta que se revela la verdad: el viejo fue un famoso compositor y director de orquesta que arregló la 7ma. Sinfonía de Beethoven para un ballet que sería protagonizado por su debilitada hija (Linda Lorena), de cuya posterior muerte en escena, se culpa.

(...)
Y gritaré para vivir...
como si huyera del recuerdo
en arrepentimiento
para poder morir.
(Después, de Homero Manzi)

Cuando Garzay descubre esta historia, ya es tarde, y el anciano yace muerto junto a la muñeca que representa a su hija. Segundo telón y pasamos al enlace.


Enlace

Enlazar las películas no resultaría sencillo si no fuera por el sentido "tanguero" que predomina en la construcción de ambas tramas. Tenemos a un Edward G. Robinson y a un Enrique Muiño similares en cuanto al descenso progresivo de vida, tanto laboral como espiritual. Robinson, bajo la figura del "otario" engatuzado por la típica "mala mujer", llega al crimen pasional bajo una combinación aleatoria de circunstancias negativas que solo podrían tener lógica en el contexto de un tango. Entretanto, Muiño, que vive tratando de olvidar su trágico pasado (el cual le sale al encuentro casi en todo momento), llega a la auto-destrucción de manera igualmente aleatoria. La vida parecería ser una combinación de momentos buenos y amargos. Pero para la construcción de un buen tango es indispensable la sumatoria de estos últimos, los cuales abundan en ambas películas. Y tanto los personajes de Robinson como Muiño podrían verse identificados con el siguiente verso.

¡Ya no estás!
Y el recuerdo es un espejo
que refleja desde lejos
tu tristeza y mi maldad.
(Fruta amarga, de Homero Manzi)

Darío Lavia

miércoles, 29 de agosto de 2007

El Mago de Oz y Fando y Lis

THE WIZARD OF OZ (El Mago de Oz-1939) de Victor Fleming
FANDO Y LIS (1969) de Alejandro Jodorowsky

SUEÑO MUY REALISTA
Dorothy (Judy Garland) corretea en el campo con su perrito Toto (que en el díptico pasado fue horneado en la cárcel junto a Spencer Tracy en FURIA). Fotografiado en un sepia plomizo, nos toma medio minuto deprimirnos ante el amargo panorama rural de la niña, que vive en la granja de sus tíos (Charley Grapewin y Clara Blandick) en la difícil época posterior a la Depresión. Sin embargo, no pasan cinco minutos de metraje, que la pequeña Judy entona la mágica "Over the Rainbow" (arco iris cuyos colores, de haber aparecido en ese momento, no habríamos podido distinguir). La película nos presenta a los tres peones de la granja (Bert Lahr, Jack Haley y Ray Bolger) y también a la villana, una vieja amargada (Margaret Hamilton) que pretende quitarle el perro a nuestra heroína. Triste y apenada por una situación melodramática pero también cruda y real, huye y se topa con el Profesor Marvel (Frank Morgan) que la convence de regresar a su hogar con su familia. Pero hace su aparición un huracán y Dorothy despierta en el país de los Munchkins, desde donde inicia su recorrido en busca del Mago de Oz, que la pueda regresar a su hogar. En el camino recluta a tres personajes mágicos (el Espantapájaros, el Hombre de Hojalata y el León Cobarde) y debe evitar el acecho de la malvada Bruja, que al final termina derritiéndose en agua.

UNA REALIDAD MUY ONÍRICA
La Tierra ha sido arrasada por una hecatombe y solo quedan algunos supervivientes que deambulan haciendo aquello que mejor les parece. Para Fando y Lis, la única esperanza es llegar a la ciudad de Tar, así que se ponen en marcha. Sin embargo, hay algunos inconvenientes. En primer lugar, Lis sufre una especie de invalidez, que le impide caminar, de manera que se moviliza encima de un carro tirado por el esforzado Fando, que también a veces transporta a su novia en los brazos. En su viaje, la pareja se encuentra con distintos grupos de personas; primero con un grupo de bon vivants, más tarde con unos bañistas aficionados al lodo, también con una tribu de agresivas mujeres de todas las edades y hasta con una comparsa de travestis. Siempre es Fando el que se distrae con estos seres y se aleja de Lis, pero termina regresando con ella.

PRE-ENLACES
A pesar que ambas películas podrían vincularse por la similitud entre sus esquemas narrativos (puesta de manifiesto a través de la enunciación de sus argumentos), es interesante hilar un poco más fino para depurar nuestro enlace. Las películas, además de narrarnos sendos viajes a destinos míticos (Oz y Tar) y de desarrollarse en tierras alucinantes y fantásticas (una, de vivos colores, la otra, de un opresivo y granulado blanco y negro), comparten una misma subdivisión en tres etapas. El extenso prólogo "bucólico" de Oz (filmado en verdad, no por Victor Fleming sino por King Vidor) finaliza con una catástrofe natural que, traumáticamente, lleva a Dorothy al fantástico país de los Munchkins. En Fando y Lis esta etapa inicial es más bien breve: Mientras Lis devora una flor, de fondo escuchamos el sonido de una detonación (probablemente atómica). A continuación nos sumergimos en tema, con la pareja ya en camino hacia Tar.

El trámite de ambas segundas etapas son equivalentes, con los protagonistas conociendo personajes estrafalarios y simbólicos, siendo la acción de Oz alternada con las magistrales canciones de Harold Arlen y la de Fando y Lis por los varios flashbacks que ayudan a comprender la personalidad de Fando. Ambos filmes tienen epílogos y conclusión, acorde cada una a su época: Dorothy concluye que "there's no place like home" y Fando, que asiste al cementerio a visitar la tumba de su novia, dice en off que "cuando se diluyó la imagen de ella en el espejo, se escribió la palabra 'Libertad'".

ENLACE
Estas equivalencias, sin embargo, podrían ser consideradas de fondo pero no de base. Así que esta noche como enlace válido ofreceremos el ora simil ora opuesto carácter onírico de cada filme. El argumento esencial de Oz es un sueño de Dorothy y sus personajes son los peones de la granja, un saltimbanqui de feria, una vecina agria... a todos los cuales, la mente soñadora les cambia atuendos y naturalezas. El nudo narrativo de Fando y Lis es, en cambio, una realidad pero poblada casi íntegramente de elementos oníricos. De hecho, es en los sueños donde pasado y presente se mezlcan en un devenir contínuo que tiene un carácter lógico e indiscutible para el soñador. Y cada vez que se emprende un viaje, el soñador jamás llega a destino. Fando y Lis posee estas dos características típicamente oníricas y El Mago de Oz, no.

De esta forma, la aventura de Fando y Lis termina siendo un sueño más propiamente dicho que la de Oz. Imagínese: Decirle a ese chileno ciudadano del mundo que es Alejandro Jodorowsky que "no hay mejor lugar como la propia casa", dado que para él, casa y familia son "cruces" que pesan sobre el individuo (tal y como Lis encima de Fando), de las que hay que desprenderse lo más pronto posible para poder estar realmente libre.

Darío Lavia

domingo, 12 de agosto de 2007

Furia y La Violencia Está en Nosotros

FURY (Furia-1936) de Fritz Lang
DELIVERANCE (La Violencia Está en Nosotros-1972) de John Boorman

Un fin de semana en el pueblo
El joven Joe Wilson (Spencer Tracy) se despide de su novia (Sylvia Sidney) y marcha a trabajar lejos de su ciudad, con el propósito de ahorrar dinero para casarse. En el camino, Joe es arrestado por un alguacil rural (Walter Brennan) que desconfía de todos los extraños a su pueblo. Un caso de secuestro infantil está vigente y la descripción del secuestrador cabe en el aspecto de Joe. Mantenido bajo arresto en la comisario del pueblo, hasta tanto Joe pueda comprobar su identidad, ubicando a sus dos hermanos, que se quedaron en la ciudad (Frank Albertson y George Walcott), el pueblo comienza a generar un extraño pero natural proceso.

Spencer Tracy y el perrito Toto, tras las rejasSpencer Tracy y el perrito Toto, tras las rejas
Primero es a través de los chismorreos de las comadronas y de las reuniones de hombres en peluquerías o cantinas. El rumor de que el extraño detenido puede llegar a ser el famoso secuestrador se convierte pronto en la infundada certeza de que Joe es el secuestrador. A medida que avanzan las horas, el populacho enardecido se pone bajo la égida de un vecino (Bruce Cabot) y marcha a la comisaría a pedir justicia.

Un hecho traumático
Las cosas se descontrolan, y por la noche, la turba ataca al cuerpo policial, penetra en la comisaría y como no pueden ingresar a las celdas, incendian el edificio. Al otro día, por supuesto, se conoce el arresto del auténtico secuestrador, de manera que se ha producido el linchamiento de un inocente. Acto seguido (conveniencias políticas de por medio), el Fiscal Estatal (Walter Abel) dirige una demanda judicial por la pena de muerte para una veintena de vecinos (los más comprometidos en los hechos delictivos).

Lo que hasta ese momento parecía una película de juicio por linchamiento, adquiere un interesante giro debido a que Joe realmente no ha muerto, habiendo escapado milagrosamente por una cloaca. Destruído más emocional que físicamente, decide ocultarse (hasta de su novia y hermanos) y vivir una anónima nueva vida, escuchando las alternativas del juicio por la radio y aguardando el día que sus "asesinos" sean ejecutados satisfaciendo así su sed de venganza.

A medida que todas los subterfugios jurídicos se van agotando (especialmente luego de la proyección de una incriminatoria filmación en la que se ven a todos los acusados haciendo desmanes), el Fiscal va poniendo la soga alrededor de los 22 cuellos. Pero Joe recapacita y acude en persona al juicio, para declarar la verdad, no tanto por salvar a los linchadores sino por evitarse un daño moral mayor a él y a su novia.

Un fin de semana en el bosque
Cuatro citadinos (Burt Reynolds, Jon Voight, Ned Beatty y Ronny Cox) se marchan a los Apalaches, donde planean descender un caudaloso río en dos canoas, antes del inminente anegamiento de todo el área para la creación de una futura represa. En una cabaña, uno de ellos (Cox) entabla un florido contrapunto guitarrístico con un joven retrasado que toca el banjo como los dioses. Luego pagan unos dólares a un montañés para que les lleven las camionetas al pueblo donde se proponen llegar luego del fin de semana de vida al aire libre.

Confiados, bajo la guía del supuesto experto en supervivencia (Reynolds), emprenden la excursión. En un principio todo es excitación y aventura. Recorren el río y acampan en una de las orillas. Munido de un arco y flecha, Reynolds pesca la cena. Al otro día, Voight se levanta más temprano que todos y recorre el bosque. Sorprende a un venado y, por más que lo intenta, es incapaz de dispararle una sola flecha.

Un hecho traumático
Emprenden viaje y la canoa de Voigh y Beatty se adelanta. Todo está bajo control hasta que se produce un incidente con dos montañeses violentos (Bill McKinney y Herbert "Cowboy" Coward), que sodomizan a Beatty y se proponen a hacer lo mismo con Voight hasta que llega Reynolds y asesina a un agresor poniendo en fuga al otro. A partir de ahí nuestros cuatro maltrechos protagonistas encararán la auténtica aventura, la de preservar sus propias vidas y sobreponerse al inesperado suceso. Primero votan deshacerse del cadáver, y regresar sin decir una palabra de lo sucedido.

Jon Voight observa a Herbert Cowboy CowardJon Voight observa a Herbert Cowboy Coward
Al emprender el retorno, toman rápidos que destruyen una canoa y dañan la otra. Uno de los excursionistas (Cox) muere y queda horriblemente desfigurado. El otro (Reynolds) sufre una fractura expuesta y queda imposibilitado. Para colmo creen que el vengativo montañés los acecha desde las laderas. Así que Voight toma el arco y las flechas que quedan, escala la pared de piedra y se dispone a esperar al enemigo. Aunque un día antes no era capaz de matar un animal indefenso, ahora el imperio de las necesidades lo obliga a matar a un ser humano, a atarlo y hacerlo descender por el acantilado. Al principio cree que ha dado muerte a un inocente ya que el agresor no tenía dientes. Pero cuando le observa la boca, se da cuenta que tiene una dentadura postiza. El problema se resuelve hundiendo el cadáver con piedras encima para que nadie lo encuentre.

Finalmente los tres amigos regresan al pueblo, donde solo informan al sheriff de la destrucción de una canoa y de la muerte de Cox. Pero las versiones de Beatty y Voight no son coincidentes. El sheriff tiene dudas y sospecha que hay algo más... pero sabe que no tiene nada como para arrestarlos o demorarlos hasta aclarar el asunto, así que, una vez repuestos, los despide y les recomienda que no vuelvan nunca más.

Enlace
Es difícil no ceder a la tentación de enlazar a ambas películas a través de la interesante mirada que aportan sobre ciertos engranajes íntimos de la sociedad norteamericana. Es difícil no ceder a la tentación de enlazarlas por la validez e imparcialidad de dichas miradas, realizadas ambas por directores europeos (uno anglosajón y otro germano). Es difícil no ceder a la tentación de enlazarlas por la radiografía que ofrecen del Ser Humano que se considera inofensivo hasta que es picado por la violencia y muta en un bicho dañino capaz de asesinar.

Jon Voight y Ronny Cox en canoaJon Voight y Ronny Cox en canoa
Entre tantas equivalencias, empezaremos por señalar como enlace válido que ambas películas nos ofrecen "descensos a los infiernos"; por supuesto da la impresión que el pueblo chico de Furia es mucho más avanzado que el de Deliverance, pero ambos son "pueblos chicos" al fin, con sus respectivos "infiernos". La película de Boorman parecería indicarnos que los citadinos no deberían haberse tomado su excursión con tanta arrogancia. De hecho, el Tracy pre-linchamiento nunca tiene la mínima arrogancia. Por ende, no es la arrogancia ni una puja entre Ciudad-Campo lo que plantean estas películas, sino el rechazo, la desconfianza, el prejuicio del habitante del pueblo chico hacia el forastero supuestamente citadino.

El fiscal Walter Abel, la novia Sylvia Sydney, el hermano Frank AlbertsonEl fiscal Walter Abel, la novia Sylvia Sidney, el hermano Frank Albertson
Este conflicto, que revierte (válidamente) las tradicionales basas del cine norteamericano, instauradas en los años '10 por D.W. Griffith, sobre la pureza rural frente a la vileza urbana, da pie al segundo enlace entre ambos filmes. En Furia al hecho aberrante del linchamiento se le intenta resolver bajo la civilizada circunstancia judicial. La (supuesta) muerte de una sola persona deberá ser pagada por la ejecución de 22. Por supuesto, ninguna de estas personas (por más malo que parezca hasta el líder de la turba, Bruce Cabot, tiene rasgos bonachones) sería capaz de matar individualmente, pero en conjunto, formaron un ser distinto, que no solo fue capaz de incendiar la comisaria, sino también (como lo demuestran las filmaciones utilizadas como evidencia) de atacar a los bomberos que intentaban cumplir con su deber. Pero el hecho de que Tracy no está realmente muerto y que, enfermo de venganza, aporta pistas desde las sombras para incriminar aún más a los acusados, convierte a la víctima en victimario (y por cierto, despiadado).

En Deliverance se da un hecho aberrante (la sodomización de Beatty fue aberrante, pero el castigar al agresor con la muerte, también lo es). A diferencia de Furia, nadie quiere llevar el caso a juicio. Alegar "defensa propia" ante un jurado compuesto, probablemente, por parientes del muerto no tiene mucho sentido. Así que, por más que evite dicha instancia, la trama sigue un camino equivalente. Un de las víctimas (Voight) se convierte en victimario: Trepa la ladera y mata al otro agresor con fiereza inédita, equivalente a la manipulación que despliega de regreso cuando engaña a las autoridades. Así, lo que en Furia se resuelve por la ley judicial, en Deliverance se gesta por la ley de la jungla.

Darío Lavia

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