Historia de Dos Ciudades y La Ola
A TALE OF TWO CITIES (Historia de Dos Ciudades-1935) de Jack Conway
DIE WELLE (La Ola-2008) de Dennis Gansel
DIE WELLE (La Ola-2008) de Dennis Gansel
«Esta vez no se enfrenta a los flemáticos jueces ingleses sino a las salvajes pantomimas de juicios de la temible Convención.

La trama sigue las vicisitudes de una joven plebeya francesa, Lucie (Elizabeth Allan), cuyo padre (Henry B. Walthall) es liberado de la Bastilla luego de años de confinamiento. Enamorada de un sensible joven de la nobleza, Charles Darnay (Donald Woods), marchan a Inglaterra para huir de la tormenta que se avecina con la Revolución Francesa. Ahí son víctimas de una conspiración y Darnay es acusado de traición, siendo llevado a juicio y salvado por el sagaz abogado Sydney Carton (el gran gran gran Ronald Colman), que ahoga su desesperanza por la vida en noches de taberna y alcohol. Amigo de la familia de Lucie y Charles, se entera que al regresar a París, nuevamente están en peligro, así que por afecto a Lucie, decide cruzar el Estrecho de Calais y tratar de salvar nuevamente a Charles. Esta vez no se enfrenta a los flemáticos jueces ingleses sino a las salvajes pantomimas de juicios de la temible Convención. En ese ámbito, tras hora y ¾ de metraje y con una amplia gama de personajes secundarios de brillante desenvolvimiento (el aristócrata amoral de Basil Rathbone, el bellaco de Walter Catlett, el humano agente bancario de Claude Gillingwater, la siniestra "Venganza" de Lucille La Verne[1], etc.), surge un enfrentamiento a muerte entre dos antagonistas de lujo: la feroz Mme. De Farge (Blanche Yurka) y la nana de Lucie, Miss Pross (Edna May Oliver). El resultado es una gran secuencia, plena de suspenso y nervio, que se complementa con los cientos de extras de la lujosa y masiva reconstrucción de la toma de la Bastilla y la conmovedora forma en que Sydney Carton encuentra sentido a su vida, que no será novedad para todos aquellos lectores de la novela, pero que sí brinda una espectacular impresión del rango dramático del querido Ronald Colman.
«Experimentar las ventajas y tratar de extraer las desventajas de una dictadura, evaluar las conductas y responder la escéptica pregunta de si un fenómeno como el del III Reich podría volver a darse.

El profesor Wenger (Jürgen Vogel) prevee que la clase de un colega sobre anarquía hará que tal docente revalide su reputación en el seno de un colegio secundario. Así que se propone hacer que su propia clase sobre autocracía sea un éxito y que, fundamentalmente, genere adhesión en su alumnado. En el plazo de tiempo de una semana -5 días de clase y un sábado- el profesor (que ahora se hace llamar Sr. Wenger), logra que la mayoría de los estudiantes participen del "experimento", es decir, transformar temporalmente la clase en una autocracia para observar el fenómeno más allá de la fría lectura de un testimonio o un mero libro de historia. Experimentar las ventajas y tratar de extraer las desventajas de una dictadura, evaluar las conductas y responder la escéptica pregunta de si un fenómeno como el del III Reich podría volver a darse. Wenger propone algunos cambios atractivos. En primer lugar, logra que los chicos utilicen vestimentas similares, ya que el uniforme elimina la diferencia de clases y la individualidad. Reordena los lugares en el salón de clase, ubicando alumnos con buenas notas con otros con calificaciones menores, de manera que unos se ayuden a otros. También promueve el deporte, aduciendo que los totalitarismos siempre los propulsan. Los chicos bautizan el nuevo movimiento como "La Ola", creando un emblema y un saludo propio. Lejos de rechazar cualquier merma de su individualismo, reciben la novedad con los brazos abiertos y se comprometen en el juego. A los pocos días "La Ola" comienza a generar cambios. La unión hace la fuerza, y Tim (Frederick Lau), un chico taciturno y usualmente abusado por los demás, es defendido por sus compañeros mientras que durante un partido de water polo, el equipo de "La Ola" funciona como un frente común, lejos de egoísmos previos. No todos se dejan obnubilar por el fenómeno y la novia de uno de los chicos (Jennifer Ulrich) se separa, inexplicablemente, de sus compañeros que le impiden el ingreso a clase y virtualmente la aislan. Hay algo de violencia, vandalismo y algunos hechos significativos, como la obsesiva militancia de Tim que, a la larga, provocará la tragedia. [2]

¡Bienvenidos los cambios! El pasado se nos representa a nuestras espaldas como un horizonte brumoso del que es preciso cambiar para que se ilumine y nos alumbre a todos. Los cambios, para ser aceptados, deben conllevar algo de jaleo, de sangre - en lo posible de los opositores a tal cambio. Eventualmente, cuando fluya la propia, los teóricos del cambio propulsan a tales víctimas como mártires y obtienen el apoyo de la opinión pública (local o extranjera) [3]. Así tenemos a una convención denominada Civilización, que en el Siglo XVIII comienza a hartarse del Absolutismo Monárquico y decide, entre otras cosas, seccionar las cabezas de todos los enemigos de la Revolución, comenzando por la nobleza. ¿Cuál es el horizonte luminoso que persiguen? El de la Democracia, el gobierno de la mayoría y la "libertad, igualdad, fraternidad"...

Darío Lavia

Dedicado a... ¿a quién más? Sydney Carton
Notas:

La "Ola" original -el hecho real en que esta película está basada- no ocurrió en Alemania sino en Estados Unidos y fue llevada a cabo durante unos días en 1967 por el profesor William Ron Jones, con resultados apasionantes en el plano sociológico pero para nada trágicos sino alarmantemente fallidos, viéndose obligado a suspender el juego de manera urgente.
Mártires en el cine: Refresque la memoria, por favor, con el díptico sobre El Fugitivo y La Última Tentación de Cristo.