lunes, 2 de octubre de 2006

Dogville y Muerte en Venecia

DOGVILLE (Dogville-2003) de Lars Von Trier
LA MORTE A VENEZIA (Muerte en Venecia) de Luchino Visconti


Dogville

La historia nos muestra un pequeñísimo pueblo de quince adultos y un puñado de niños, entre las Rocallosas norteamericanas, que se ve sacudido por la insólita llegada de una bellísima joven, Grace, quien llega huyendo de una persecución mafiosa.

Fue el joven Tom quien fascinado por la señorita y también por cuestiones de conciencia, se decidió a comprometerse –y comprometer- la tibia tranquilidad del pueblo, en dar amparo a su nuevo y perseguido huésped.

El pueblo se muestra reticente a adoptar a Grace. Las razones son por demás claras: envidia por su atracción, dudas por su origen, reacción contra todo lo desconocido y nuevo.

Lo concreto es que Tom persuade al pueblo en medio de una deliberación en la Iglesia (justo!) y éste acoge (término que con el transcurrir del felm tendrá al menos ésta y otra acepción más) a su huésped.

Al mostrarse Grace complaciente y bien dispuesta a congraciarse con todos, poco tardan en Dogville en adoptarla como alguien respetado y querido, aunque nunca toma carácter de "una de los nuestros". Ella trabaja un rato en cada hogar, y todos le pagan una pequeña y simbólica suma de dinero que Grace utilizaba en la compra de unos figurines de cera, figurines que, en cierto modo, representan los nuevos vínculos existentes entre Pueblo y Visitante. Hasta que aparece una voz de alerta.

Ante la llegada insólita de un patrullero policial inquiriendo por la bellísima fugitiva, vuelve el pueblo a reunirse para deliberar sobre el tema. A veces, y esto pasa a menudo en la vida diaria, cuestiones inesperadas e insólitas terminan demandando esfuerzos y tiempos que nunca se le han dedicado a las cosas realmente importantes. El pueblo vuelve a deliberar en la Iglesia y el resultado es el de renovar la confianza depositada sobre Grace, pero a cambio de un "mayor compromiso"; es decir, un aumento de carga de trabajo.

Algo sobre Grace: Es una mujer espléndida, joven, de la ciudad. Sus fuertes convicciones idealistas le llevan a pensar que la maldad es un simple producto de la pobreza e ignorancia. Y que no hay maldad que soporte el balsámico poder de la influencia de la caridad y la piedad.

Grace reanuda sus ahora asfixiantes tareas, al tiempo que intentaba teñir la opacidad del pueblo con algunos de sus colores jóvenes y brillantes. Más que "ayudar", o "ser aceptada", se revela la verdadera intención de Grace, la de "salvar" y "redimir" a un pueblo falto de toda altura intelectual y espiritual. Grace es enfermera, maestra, niñera, jardinera, en fin, practica todas las tareas posibles dentro de su nuevo lugar.

Acá aparece la segunda voz de alerta: Pocas son las personas verdaderamente enseñables.

Las intenciones de Grace no logran plasmarse en cambio profundo alguno de los habitantes, sino más bien, generan derechos adquiridos sobre sus ya "múltiples amos"

Mientras todo es cuestión de gratitud y de sana convivencia, no hay conflicto. Pero cuando se trata de cambiar en algo, las conductas y comportamientos, se enciende la mecha.

Con el correr del tiempo, entre los lugareños, comienzan a florecer licencias de todo tipo para con su única esclava compartida. Abusos hasta de carácter sexual que Grace soporta estoicamente, en el afán de alcanzar su fin último: la redención. Algo como lo que Enoch lograra con Sión.

Enterado Tom de las vejaciones a que era sometida "su" Grace, tiene una idea pobre pero de buen corazón, de acercar al Guía y a su Redil al tiempo de intentar volver a "los buenos viejos tiempos" de "felicidad", y para lograrlo, propone un ejercicio de sinceridad.

Bueno, mire vea, esto acelera los tiempos.

Es bueno notar el poco tiempo que le toma a algunos seres (humanos, claro) el adaptarse a la vida licenciosa y abusiva del abyecto, sin la menor consideración del daño que esto pueda provocar en el de al lado, o del "bolsillo" que pudiera sustentar este nuevo estatus.

Intentando ahora huir Grace, prefiriendo ser capturada por los gángsters antes que seguir sumida en ese infierno, es engañada por el último de los habitantes de Dogville: un opa al que todos tenían en menor consideración, el último de lo último.

No sólo la engaña fingiendo sacarla de allí previo pago de un dinero, sino que además abusa sexualmente de Grace al tiempo que le implora perdón y comprensión por tal acto.

Por haber intentado huir, Grace es juzgada y obligada a llevar una cadena con una campanilla y grillete, que la sujeta una rueda que hace las veces de ancla. Dado que la cadena es lo suficientemente larga, y que el peso del ancla es bastante liviano, Grace puede seguir desarrollando sus tareas cotidianas.

Es entonces cuando ocurre lo que no debía haber ocurrido nunca, pero que, eventualmente, les permite a unos cuantos mortales, creer en la existencia de Dios.

Volvamos al ejercicio de sinceramiento propuesto por Tom.

Más que un ejercicio, es el disparador de moralidad, que obliga a Tom a tomar ubicaciones dentro o fuera de la línea divisoria. Y Tom elije afuera, junto a su Grace.

El cuadro no podría ser más triste: una Grace encadenada, y un Tom pronto a ser desterrado de Dogville.

Pero Tom necesitaba garantías de Grace. Tom, el último resguardo y bastión afectivo de Grace, el único que no había abusado de ella de ninguna manera, el pobre filósofo de pueblo, cuya inocencia le había alcanzado como para "enamorar" a Grace. Tom le exige una garantía de amor. Y allí Grace troca "condescendencia" por "madurez". No quiere mostrarse condescendiente con Tom. Él no es uno más del pueblo sino, más bien, que se eleva por sobre el resto. Así que lo expone a una última prueba: a que se ponga en el lugar de ella así como ella se había puesto durante su llegada a Dogville en los zapatos de cada uno de sus habitantes. Y Tom no puede superar la prueba. Ella puede ser condescendiente hasta con el opa del pueblo. Pero Tom no puede hacer lo mismo por Grace. Son sangres distintas, y Tom, al fin y al cabo, es solo un pajarito hambriento... que tiene hambre.

Ese es el golpe final para esta desigual relación afectiva. Tom cambia entonces su decisión. Opta por Su gente, sus raíces, lo cierto frente a lo incierto. Ninguna luz divina lo va a comprometer al punto de tener que dejar su propia esencia en pos de alguna incierta "vida libre". Una persona simple como Tom, no parece tener más que estas dos opciones en la vida: irse o quedarse. Grace es su pasaporte a La Vida. No quiere comprometerse con eso. Es todo.

Delatando la ubicación de Grace a los gángsters –a expensas de una casi segura recompensa económica-, decide sacarse de su conciencia a Grace y todo lo que ella oportunamente le ha despertado, al tiempo que busca el reconciliarse con todo Dogville, entregándola a su amada como prenda de paz.

Seguramente Grace significa algo que dejaría alguna marca en su vida, pero se la puede olvidar fácilmente con el correr del tiempo. Tom ahora es un hombre, y un hombre es quien reconoce su costado vil, y aprende a convivir con él.

Pero, como en un tango de Discépolo, "pisó la banana... y se ensartó". Resulta que Grace es hija del Capo Mafia; y que los balazos que la hicieron huir –y conocer Dogville- eran fruto del encono por una discusión mantenida con su Padre. "Esa discusión", que derivara en lo ya contado, no era una discusión más.

El Padre de la bella Grace chocaba contra la pared de su Hija; ella no toleraba sus métodos violentos; al tiempo que consideraba que la única forma de "limpiar" esta tierra de miserables era con piedad y servicio, no eliminándolos.

El Padre le muestra a Grace que su profunda convicción piadosa no es más que un complejo retrato de arrogancia. La piedad no puede ser un modo de vida. Uno puede ser piadoso bajo ciertas circunstancias, pero no "vivir de un modo piadoso". El aceptar conductas bajas e inaceptables en otros, so pretexto de "hacen lo que pueden", es un simplismo. Nunca hay que aceptar de otros conductas que uno no aceptaría nunca para sí mismo.

Grace aprende. Su cuerpo violado, sus lágrimas profundas y reales, y su semblante demacrado son testimonio suficiente de ello.

A tanta piedad inmerecida, le sucede lo inevitable: el desahogo, la venganza.*


Muerte en Venecia**

Inspirado en la novela de Thomas Mann, Visconti nos lleva pacientemente a la mente profusa y atormentada de Gustav Von Aschenbach, un compositor reconocido y distinguido que, a la trágica muerte de su esposa e hija, se ha quedado absolutamente solo en el mundo.

Y Aschenbach se decide a viajar buscando lugar donde pueda dar un poco de descanso a sus pensamientos, al tiempo que pueda repasar algunas imágenes de los eternos colores y sonidos de Europa. Y elige Venecia.

Pero su reposo y su natural disposición a la observación reflexiva, se ven prontamente alterados con la llegada al Hotel de una familia de la aristocracia polaca, compuesta por una Madre majestuosa y temperamental (Silvana Mangano), una institutriz y varios hijos, entre ellos Tadzio, un adolescente rebosante de esa particular fuerza de atracción que contiene la belleza cuando ésta es pura y auténtica.

La llegada al Lido de esta familia, trastoca todas las intenciones de nuestro protagonista, quien encuentra en Tadzio un tremendo interrogante que pone en serias dudas todo su basamento intelectual (¿y moral?), interrogante que, por otra parte, no puede eludir de ningún modo. Entonces, lo que era un viaje, se transforma en una "prueba". ***

Y comienza la lucha del compositor contra sí mismo, y de éste hacia Tadzio, quien sintetiza las platónicas formas de belleza y pureza, cosas que Ascehnbach no tiene. Éste, sin dudas tenía otros atributos quizás tan valiosos como éstos. No obstante, probablemente su precaria salud y su avanzada edad, no le permitieron en su obsesión ver ninguna otra cosa que no estuviera asociada a "La Belleza", excelsamente personificada en el joven e infructuosamente anhelada desde siempre por él. Tadzio simboliza todo aquello a lo que Aschenbach aspiraba alcanzar, a lo que había dedicado su vida jalonada de logros.

Y como suele suceder, en una sola vuelta de tuerca, comprende que la belleza (y la juventud) no se buscan: simplemente se tienen. Es un don de los dioses que no requiere de merecimientos ni conducta particular alguna.

Esa verdad, revelada en brutal comprobación, sella para siempre la duda o el interrogante a que hiciera referencia párrafos atrás, al tiempo que apura los tiempos de Aschenbach. Es interesante destacar que mientras que este se debate ferozmente en estas cuestiones, una epidemia traída por vientos del Oriente invade la bella calma de Venecia, lo que nos muestra una oscura e intensa composición entre la muerte interior del músico y la muerte circundante en las callejas de la ciudad.

Y Aschenbach busca en su desesperación, una última juventud, una que le permita al menos ponerse en pie de igualdad con su amado Tadzio, y así poder procurar algún (cualquier) tipo de relación con el joven polaco. Lo busca entre afeites, tinturas y esencias perfumadas.

Pero así como la vieja Venecia se desmorona con la invasión del siroco, el viejo compositor se descascara ante la mínima exposición de los rayos solares. Y como desde siempre, será el mismo Sol quien realce la sensualidad de unos y exponga humillantemente la falta de atractivos en otros.

Y así se llega al cuadro final. Mientras La Parca reclama lo suyo en la ciudad, en la playa encontramos a Aschenbach, desteñido y patético, contemplando impasible el horizonte. La mortal calma se ve interrumpida con la aparición de Tadzio y otro joven luchando en la arena. La fiereza del combate, la belleza y juventud de los contendientes, dentro de un entorno donde todo muere menos estos dos jóvenes, es demasiado para él. Intenta intervenir para evitar la contienda pero, al instante, se dio cuenta que esas cosas ya no son de su dominio, de su mundo. Que son tan ajenas a él como el propio Sol lo era.

Y así, con una imagen de Tadzio adentrado en las bellas aguas del mar y recortada su silueta ante la complacencia del Sol, Aschenbach no soporta más y cede a su búsqueda infructuosa, para, resignado y enfermo, morir.

Es mucho, pero mucho más lo que se podría comentar sobre el felm.

Si usted lo vio, dará crédito de esta afirmación.****

Enlace
Ambos viajeros, Grace y Aschenbach, realizan un viaje trascendente. La primera, forzada por las circunstancias, buscando demostrar al mundo y a si misma que la piedad y la caridad dadas sin límites ni especulaciones, generan en algún momento cambios y redención aún en las almas más pobres. Aschenbach, sin el altruismo de Grace, se encuentra también fortuitamente frente a su dilema existencial: alcanzar la Belleza, tomarla, disponer de ella, disfrutarla.

Ambos fracasan.

Los "cambios" de Grace, solo son posibles en algunas personas, nunca en todas. Y creer que uno mismo puede ser el agente generador de estos cambios es una actitud que pasea siempre al borde de la arrogancia o de la soberbia. La condescendencia, probablemente, tenga más del Diablo que de Dios.*****

Aschenbach también se rompe la cabeza ante lo inefable de "La Belleza". ¿Se puede buscar? ¿Se puede hallar? ¿Será el premio que espere a los que buscan a conciencia a lo largo de sus vidas? Todas estas son dudas del compositor hasta que dejan de serlo con la aparición de Tadzio, y no hay explicación a semejante muestra de Belleza. Su vida había sido prácticamente en vano. Los designios de Dios serán, como siempre, del área de Su Incumbencia.

Patricio Flores

Con profunda humildad y devoción, a Luchino Visconti, a Thomas Mann, a Dirk Bogarde y por supuesto a Tadzio, Bjorn Anderssen.

* Al final y junto a la presentación de los actores, Von Trier nos despliega un interesante álbum de fotos. Prefiero mantener la sospecha, y si alguien lo tiene a bien, escuchar –leer- que le parecieron. Yo ya escribí mucho.

** Intentar "jugar" con este felm del Maestro Visconti, tiene mucho de irresponsabilidad. Desde ya me declaro incompetente. Pero mi audacia puede más.

*** Visconti invierte con justeza varios minutos en adentrar a nuestro personaje en lo que sería su calvario: el Lido de Venecia. Ya el mismo arribo al Lido preanunciaba a Aschenbach que nada le sería fácil.

**** Si no lo vio, por favor, hágalo. Pero con toda la disposición del ánimo como cuando nos preparamos para ver algo que nos desborda, que no alcanzamos a comprender cabalmente, pero que nos ilumina igual y provoca sensaciones inapreciables.

***** Esta afirmación y los conceptos anteriores me recuerdan al díptico "A la hora señalada" y a la excelente respuesta de mi Amigo Pablo

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