miércoles, 13 de octubre de 2010

La Pasión de Juana de Arco y El Día del Juicio Final

LA PASSION DE JEANNE D'ARC (La Pasión de Juana de Arco-1928) de Carl Theodor Dreyer
UNTHINKABLE (El Día del Juicio Final-2010) de Gregor Jordan


Dos films, uno francés, otro americano, nos plantean casos de seres humanos torturados en entornos de legalidad dudosa.

Tortura de la esperanza



La doncella Juana de Arco (Renee Falconetti), que afirma que Dios le ha encomendado la misión de conducir a los ingleses fuera de territorio francés [1], es capturada por las fuerzas inglesas. El asunto depende, legalmente, de un tribunal que debe determinar la naturaleza de sus afirmaciones y, en lo posible, desacreditarla cabalmente. Son diferentes las reacciones de los jueces: en un extremo, están los que la consideran una santa y, en el otro, los que tratan de fabricar evidencias en contra de ella. Un juez le lee una falsa carta del rey para ganar su confianza pero ella, a pesar de ser analfabeta, no cae en la trampa. Un método más atrevido, insinuar a Juana la infernal sala de torturas, si bien le hace perder el conocimiento, no logra intimidarla o que desista de sus convicciones. Finalmente, se le anuncia que será quemada viva en una hoguera y ahí Juana insinúa que se retractará. Solicita la presencia de un sacerdote para que le tome la confesión y le haga comulgar. Pero no hay retractación, y conducida a la plaza de Ruán, arde en la pira. La multitud se enardece, pero para controlarla hay un destacamento de soldados [2]

Esperanza de tortura


Un americano musulmán, Younger (Michael Sheen), realiza el más inconcebible acto de terrorismo: graba un video mostrando que ha puesto tres dispositivos nucleares en tres populosas ciudades de los Estados Unidos y exige el cumplimiento de unas suspicaces demandas para evitar que las bombas estallen en un plazo de días; luego se hace atrapar en un shopping. El FBI, organismos de seguridad paraoficiales y las Fuerzas Armadas toman parte en el interrogatorio y enseguida la trama nos ofrece el nudo central: de no extraérsele enseguida la ubicación de tales bombas, podrían haber unas 10 millones de víctimas civiles. El punto de vista del espectador es el de una jefa del FBI, la agente Brody (Carrie-Anne Moss), que es mudada junto con sus subordinados a la instalación militar donde está cautivo el terrorista. La situación está bajo control del General Paulsen (Holmes Osborne), que intenta disuadir con las torturas habituales a Younger. Ex militar en Medio Oriente y profundo conocedor de todo tipo de táctica psicológica y física de tortura, Younger parece ser inmune a toda agresión. Pero la llegada de un torturador profesional llamado simplemente "H" (Samuel L. Jackson) cambia el panorama: para empezar a conversar le corta parte de un dedo. Las torturas de H y su asistente Álvarez (Benito Martinez) provocan el rechazo tanto de los militares como de la agente Brody. Sin embargo no hay convención de Ginebra (no es un soldado) ni Constitución americana (su ciudadanía le ha sido revocada) que protejan a Younger. Y, a fin de cuentas, el tiempo corre: si H o Brody no son capaces de quebrar a Younger, las consecuencias pueden ser, más que un atentado aberrante, un auténtico genocidio [3].

Enlace
¿Tiene lógica la idea de que Dios tome partido entre bandos opuestos conformados ambos por seres humanos a "su imagen y semejanza"? Y, más allá, una persona que manifiesta representar a Dios, ¿es digna de ser tenida en cuenta, cuando propone no meramente cambios espirituales sino políticos -acompañados por derramamientos de sangre? En el primer caso, sin ánimos de depreciar la figura de la doncella de Orleans, pero francamente, los ingleses no parecen menos hijos de Dios que franceses o borgoñeses; Francia es una región tan pequeña como Inglaterra y ambas, insignificantes superficies emergidas de tierra. Entonces, ¿por qué razón Dios querría que los ingleses estén relegados solamente a Inglaterra - así como los franceses a Francia?

Más acá en el tiempo, ¿qué retorcido razonamiento llevaría a un individuo religioso a sacrificar la vida de millones de personas y a intentar purgar su atrevimiento haciéndose torturar por un carnicero sin ningún límite? ¿Qué razón de peso llevaría a los Estados Unidos a dejar de intervenir en una región (Medio Oriente) tan generosa en el combustible que alimenta al mundo? ¿Reglamenta Dios algún mandamiento en que establezca las zonas de ingerencia de cada nación o potencia, para que cada una se recluya en sus propias fronteras? ¿Cuándo cualquier nación se manejó de acuerdo a la Ética y a la Moral?

Elegimos estos dos films para una noche de similitudes y contrastes. Ambos plantean la indiscriminada tortura de seres humanos desválidos, cuyas motivaciones religiosas traen aparejadas consecuencias materiales que perjudican o pueden perjudicar al grupo mayoritario. Ninguna de las tramas intenta extenderse en las causas, medios y consecuencias externas de la conducta los torturados. Así que los realizadores se concentran en los calvarios de la expresiva Juana de Arco de Mlle. Falconetti y el desorbitado Younger de Michael Sheen. Ella, planteando que Dios objeta la intervención inglesa en suelo francés, se da la mano con él que, deseo de Alá mediante, demanda al presidente la retirada de todas las tropas americanas de Medio Oriente. Con lo cual, la tortura no necesariamente es la pieza abyecta de un tablero de figuras respetuosas de los derechos del prójimo y que se manejan estrictamente por la Convenciones sino una herramienta más en la concreción de objetivos.

En ese sentido, tortura conforma en el árbol de las artes bélicas una rama vil e predestinada, según nos atestiguan estos dos films, al fracaso. Es mucho más eficiente y eficaz la invocación divina, que trae aparejado el veloz respaldo (y posterior sacrificio) de las masas oprimidas y acercadas, por tal circunstancia, al Creador [4].

Darío Lavia

Dedicado a Osama Bin Laden [5]


Notas
1: La rivalidad entre ingleses, franceses y borgoñeses se dio durante la llamada Guerra de los Cien Años, contienda que duró mucho más de un siglo y en la que la ejecución de la "Pucelle" fue un hecho luctuoso más.
2: El film fue realizado por el maestro Carl Theodor Dreyer ocho años después que Jeanne D'Arc fuera canonizada por el papa Benedicto XV, con lo cual podría considerársele una obra testimonial y de actualidad. Por su ascética puesta en escena y quirúrgicos primeros planos, es también una obra de vanguardia que bien responde a lo histórico, lo religioso y lo espiritual siendo - desde ya - una obra cinematográfica con mayúsculas.
3: Algunos comentaristas en Imdb infieren de una visión superficial una suerte de "propaganda a favor de la tortura". En una nación democrática que dice respetar la Constitución pero que, puertas afuera, aún cae en episodios de tortura (especialmente los registrados en la prisión de Guantánamo o bien en Medio Oriente), el film propone un interesante tema de discusión. Pero difícilmente pueda hacer propaganda de un método que la trama misma describe su fracaso en intentar quebrar al sospechoso para que confiese la ubicación de los artefactos nucleares.
4: La táctica de autoidentificarse con el Bien es casi perfecta. En el siglo XV, cuando el Rey de Francia inquirió al Papado para que revise el proceso judicial a Juana de Arco, a la larga consiguió que el Papa Calixto III reabriese el juicio y estableciese la inocencia de Juana, determinando que los jueces que la condenaron habían caído en... ¡herejía! Como diría mi adlater Flores, "quien no está con los que están con Dios, estará, por definición, con el Diablo".
5: Esta dedicatoria la debíamos del díptico anterior, en que hablamos de terrorismo, hablamos de Afganistán y hablamos de como un error de cálculo norteamericano en los '80, permitió el caldo de cultivo de episodios como el atentado a las Torres Gemelas.

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