jueves, 10 de mayo de 2007

Las Cuatro Plumas y El Patriota

THE FOUR FEATHERS (Las Cuatro Plumas-1939) de Zoltan Korda
THE PATRIOT (El Patriota-2000) de Roland Emmerich

Cuatro Plumas
Inglaterra, 1885. Las últimas noticias llegadas desde Sudán indican la derrota de las armas de Su Graciosa Majestad y la muerte del valiente General Gordon. Un grupo de viejos camaradas de armas se encuentran en la mansión del General (retirado) Faversham (Allan Jeayes), cuyo hijo adolescente, Harry (Clive Baxter), es invitado a cenar. Lejos de satisfacer la ambición de su padre, el chico se ve horrorizado por los tétricos relatos bélicos de los veteranos de guerra, y notando su malestar, el Dr. Sutton (Frederick Culley) entrega su tarjeta, diciéndole que si se llegara a sentir mal, que le avisare. 10 años después, Harry (ahora John Clements), convertido en oficial del ejército, anuncia su compromiso con Ethne Burroughs (June Duprez), hija de uno de los amigos de su padre (C. Aubrey Smith) y hermana de uno de sus propios compañeros de armas (Donald Gray). Ella también es amada por John Durrance (Ralph Richardson), otro colega de Harry, aunque acepta con madurez la elección de la joven.

Antes de que su regimiento parta para luchar en Sudán, Harry habla con su comandante y ofrece su renuncia al ejército, para la sorpresa de sus colegas. Cuando intenta explicar su decisión a Ethne, llega una caja que contiene tres plumas blancas, una por cada una de sus amigos, Burroughs, Willoughby (Jack Allen) y Durrance. Ante la incomprensión de Ethne, Harry agrega una cuarta pluma que simboliza su falta de apoyo. Poco después, durante una celebración ofrecida a las tropas, Harry habla con el Dr. Sutton a quien le plantea sus dudas acerca de que el auténtico motivo de su decisión no sea de pacifismo sino de cobardía. De esta manera, Harry decide partir solo a Egipto, comprometiendo a Sutton para que informe a Ethne de su muerte si es que no tiene noticias de él luego del lapso de un año.

En Egipto Harry se las arregla para disfrazarse de nativo (teniendo que simular que le han cortado la lengua), y se acerca al teatro de operaciones, donde, luego de encarnizados combates, la compañía británica es derrotada cayendo Burroughs y Willoughby prisioneros de los derviches del Califa (John Laurie). Harry encuentra a Durrance que, cegado, ha sido abandonado por muerto en el campo de batalla. Bajo su apariencia de campesino árabe, Harry se las arregla para conducir a Durrance a la seguridad de un cuartel británico, donde, ya repuesto, le devuelve la pluma blanca oculta en una carta para Ethne. Sin embargo, es capturado por sus propios compatriotas, que lo confunden por un ladrón, y enviado a un campo de prisioneros. Seis meses más tarde, Durrance, en Inglaterra, se compromete con Ethne (a quien el Dr. Sutton ha revelado la decisión de Harry y su supuesta muerte, debido al tiempo transcurrido). También cuenta a todos la extraña historia de su rescate por parte del árabe mudo y entrega la carta a su novia. Al abrirla, se cae la pluma y todos se convencen que Harry sigue con vida.

Entretanto, en el Sudán, las tropas británicas avanzan hacia Omdurman, donde Burroughs y Willoughby siguen cautivos. Harry, aún bajo la apariencia de árabe, intenta llegar hasta ellos, pero es descubierto, apresado y torturado. Ya desenmascarado, lleva a cabo una fuga con sus colegas inmovilizando con su acción a los derviches, hasta la llegada del ejército británico. De nuevo en Inglaterra, la noticia de la victoria y el heroismo de Harry llega a Durrance, quien escribe a Ethne diciéndole falsamente que ha recobrado la vista y que se reincorporará al Ejército. De esta manera, Harry, demostrada su bravura, se reconcilia con Ethne.

Un patriota
Carolina del Sur, 1776. Luego de la muerte de su esposa, el ahora viudo Benjamin Martin (Mel Gibson) decide, a pesar de sus antecedentes como héroe de guerra, prohibir a su hijo mayor Gabriel (Heath Ledger) que se enliste como voluntario para luchar contra los ingleses en la Guerra de Independencia. Por supuesto, el chico desobedece y se marcha a la Guerra, mientras que su padre se queda en el hogar, no solo para mantener la granja sino también para cuidar a sus seis hijos menores.

Luego de que Thomas (Gregory Smith), uno de los chicos Martin, es baleado por el diabólico Coronel Tavington (Jason Isaacs) -que hace su aparición incendiando la granja de Martin, ordenando la ejecución de prisioneros heridos, y capturando a Gabriel-, Martin Sr. se encoleriza y jura vengarse del villano. De esta manera da su primer golpe con la ayuda de dos de sus hijos, emboscando a 20 casacas rojas (soldados británicos) y, virtualmente, masacrándolos.

A partir de ese momento, inicia una campaña de reclutamiento de vecinos para luchar contra el enemigo, al estilo "guerra de guerrillas". Mientras Tavington golpea en puntos "neurálgicos", asesinando esposas e hijos de vecinos, incendiando casas de parientes de Martin, y ejecutando esclavos. En respuesta, Martin organiza un pequeño ejército que golpea y entretiene las tropas británicas, dando un tiempo precioso a las fuerzas armadas de Washington y francesa para organizar su contraofensiva.

Por otro lado, el General Cornwallis (Tom Wilkinson), amonesta en un principio la conducta sádica de Tavington, pero más tarde autoriza al villano a que tome las medidas que sean necesarias para capturar al también endiablado Martin, ahora apodado "el Fantasma" por la fiereza e impredecibilidad de sus ataques. Tavington, finalmente, rodea e incendia una iglesia llena de civiles, lo que da pie para la batalla final, que, por supuesto, tendrá resultados adversos para los casacas rojas, que serán derrotados por las milicias rebeldes. Tavington, incluso, afronta un duelo personal con Martin, pero lleva las de perder, y es atravesado por una bayoneta sabiendo que la victoria es para fuerzas que blanden la bandera de los futuros Estados Unidos (con las 13 estrellas, cada una representando a una colonia).

Enlace
Hoy día conceptos como "colonialismo" y "racismo" están imbuídos de un aura peyorativa que no siempre sufrieron. De hecho, gran cantidad de clásicos del cine de Hollywood (y del cine inglés) ensalzan las glorias y el valor de las fuerzas armadas británicas luchando en lugares tan remotos del globo como Crimea, la India, Sudán o Zululandia. Dicho cine, en general, suele ofrecer un maniqueista reparto de causas buenas y malas: Por un lado, nos muestra al valeroso soldado británico y por el otro a los salvajes y despiadados enemigos, a veces liderados por un excéntrico sultán o un califa con ansias de poder, que tratan de provocar una insurrección y bañar en sangre el hasta ese momento pacífico país (o colonia de Su Majestad). Veamos, como enlazan estas dos películas, separadas por décadas de distancia y marcos geopolíticos mundiales aparentemente opuestos.

Colonialismo heroico (Las Cuatro Plumas) vs. colonialismo villano (El Patriota)
El problema no está, como parecería, en la ideología de la película, sino en como se presenta y fundamenta el argumento. Por eso, Harry Faversham, el soldado pacifista de tiempos de la Emperatriz Victoria, es tachado de cobarde y, en la lógica del belicoso 1939 en que fue realizada la película, queda completamente justificada esa sospecha. Idéntica mecánica se opera en el Patriota Ben Martin, cuyas amargas experiencias de guerra le llevan a preferir la paz en una película estrenada cuando el mundo aún ni se imagina el desastre de las Dos Torres. Ambos sufren, cada uno a su modo: Faversham al recibir la denigrante caja con plumas y al ser rechazado por su prometida. Martin al ser desobedecido por su hijo mayor y al sufrir la pérdida de un hijo.

Sin embargo, aquí tenemos un (denominémosle así) "anti-enlace", es decir, un camino que no vamos a tomar. Faversham es miembro del ejército colonial y Martin, técnicamente un nativo rebelde, es del bando opuesto. Comparar a Faversham con el maloso Cnel. Tavington, que se hace odiar antes de llegar al primer minuto de pantalla es un despropósito, no porque uno es el héroe y el otro villano, sino porque uno es un personaje con motivaciones psicológicas básicas y el otro un personaje de caricatura, que tiene exacerbados sus rasgos como excusa para la sarta de violencia que ofrece la película entera. Tampoco vamos a sentar la equivalencia entre los derviches sudaneses y los colonos de Martin (a pesar que ambos comparten, incluso, métodos y tácticas de guerra). Por eso no dirigiremos nuestro razonar en ese camino, sino que plantearemos el punto esencial:

¿El colonialismo es bien visto previo a la II Guerra Mundial y mal visto en el año 2000?
Para responder a esta pregunta, tenemos que partir de la base que un soldado colonialista es siempre un invasor. Y ambas maneras de presentar contiendas equivalentes comparten un mismo enfoque de racismo. En Las Cuatro Plumas (así como también en las varias películas colonialistas de la época), asumiendo tácitamente la supremacía anglosajona, bajo la creencia que el Imperio Británico tiene derecho a dominar India, Egipto, Sudán y el resto de sus colonias solo por que su naturaleza blanca, sus normas, moral y sistema legal son superiores a la naturaleza oscura y caótica de los nativos de dichas colonias. Y en El Patriota mostrando desde un punto de vista similar (tan secundario que ni siquiera lo mencionamos en nuestra sinopsis) al esclavo que se pliega a los rebeldes (muchos de los cuales lo odian por el color oscuro de su piel) bajo la promesa de Washington de liberar a todos aquellos que se unan al Ejército Independentista.

Y desde luego, nada de esto infringe deméritos a las excelentes virtudes cinematográficas que goza (y sigue gozando) Las Cuatro Plumas ni eleva a El Patriota por encima de lo que es: un extenso e ilógico relato de acción.


Darío Lavia

Nota: El colonialismo puede haber sido mal visto en el 2000, pero luego del incidente del 11/9, el estreno de una remake de Las Cuatro Plumas en 2002 (protagonizada por Ledger, el hijo mayor de Gibson en El Patriota), parece decirnos lo contrario.

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