Un Tiro en la Noche y Moon
THE MAN WHO SHOT LIBERTY VALANCE (Un Tiro en la Noche-1962) de John Ford
MOON (Moon-2009) de Duncan Jones
En el Lejano Oeste donde se cocinaría el estofado del siglo veinte –y como pinta, por tiempo indefinido- es donde transcurre nuestra primer historia.
El senador Stoddard (James Stewart)
y una diligencia: lo nuevo y lo viejoUn pueblo alejado ya de aquellos tiempos en que la violencia signaba los cursos de las cosas y de las vidas (no como los tiempos que le sucedieron que ya se pasan de aburridos y previsibles), es visitado por un hijo pródigo, el senador Stoddard y su esposa. La visita responde al fallecimiento de un amigo de tiempos memorables.
Ante la insistencia de la prensa local, el senador rescatará del torpe olvido la memoria del amigo que estaban velando a quien –justo es decirlo- ese mismo pueblo le debía más que al propio George Washington: un hombre –por entonces- cincuentón, robusto, temible y respetable, algo torpe con las mujeres pero envidiable a la hora de los disparos; hablamos de Tom Doniphon.
En el principio... el novel abogado Stoddard sale hacia el oeste en pos del sueño americano. Lleva solo su traje y lo que le quepa en los bolsillos. A poco de iniciada su travesía, la diligencia es interceptada por un grupo de forajidos liderados por Liberty Valance.
La historia nos muestra que luego de un quijotesco altercado entre Stoddard y Valance, Stoddard quedaría como nuestro Amigo Manchego; herido... pero nunca muerto. Al llegar al pueblo, la joven posadera Hallie -futura señora Stoddard-, curaría sus dolencias dejando un cuerpo restablecido y un corazón derrumbado por la flecha embebida de nuestro querido Cupido.
Energía solar atrapada en rocas lunares. Helio 3, toda la energía necesaria para mantener en pie un planeta que ya daba muestras de cansancio.
Sam Bell, 3 años
de toda una vidaLa base minera lunar Sarang cuenta con 4 cosechadoras de tremenda capacidad de trabajo y acopio. Cuenta también con un ordenador inteligente, Gerty, quien es cerebro y motor de la base y de las instalaciones y acompañante del único astronauta y ser humano a cargo, Sam Bell, 30 años, cuyo contrato estaba a solo dos semanas de perfeccionarse. Su regreso a Tierra era más que inminente.
Su comunicación con la empresa concesionaria así como con Tess, su bella esposa, estuvieron a lo largo de esos 3 años signadas por demoras debido a daños irreparables que sufriera la conexión Tierra / Luna que obligara a retransmitir los mensajes vía Júpiter. Mayúsculo problema, al que Sam terminaría por adaptarse no teniendo más remedio ni mejor decisión por tomar.
Además, en apenas dos semanas podría dar y recibir todos los mensajes en vivo y en directo sin limitación alguna más que las que imponga su propio deseo.
Junto con la excitación provocada por semejante cuadro, Sam comenzaba a dar muestras de agotamiento, agravadas por sangrados inexplicables, magulladuras y una absurda irritación impropia en quien está al volver luego de tan larga ausencia. Pero -a pesar de ser hombre observador y obsesivo- nada de esto alcanza para distraerlo. Su vuelta... lo demás son niñerías.
Con las horas se van sumando problemas estomacales, y una extraña aparición fantasmagórica que le ocasionara una grave quemadura en su mano derecha. Y así, sin razón aparente, Sam sería alcanzado por la fatalidad: pasando revista a las cosechadoras, volcará en su vehículo lunar, sufriendo agonía y muerte en la más absoluta soledad.
Liberty Valance, mucho más
que solo un tipo de cuidadoPero Valance era hombre de aquerenciarse rápido, y ése pueblo en vías de prosperidad volvería a juntarlos. Solo que ahora, Stoddard luchaba por algo más que un sueño. Lo hacía por establecer el imperio del derecho y la justicia entre tanta violencia, inspirado y sostenido en su amor por Hallie.
Doniphon era de los últimos de aquella especie de seres que de haberse dedicado al mal hubieran dominado el mundo pero que gracias a Dios volcaran su talento a preservar los intereses de los más débiles y a hacer el bien.
Sam Bell despierta en la enfermería de la base. Amnésico, dolorido, y bajo la atenta mirada de Gerty quien lo recibe con la amabilidad de un amigo, instándole a guardar estricto reposo hasta reponerse de su accidente.
Pero Sam ya no es dócil, y al levantarse de la enfermería, presencia algo que lo turbaría: Gerty está hablando con base terrestre en directo. Turbado y todo, decide volver a su cuarto. Ahora. Sam da muestras de fotofobia.
Bastante más nervioso que lo acostumbrado, Sam responde bien a todos los tests de rehabilitación a que lo sometiera su amigo Gerty. El accidente pareciera que le sienta de maravillas. Ni magulladuras ni jaquecas: puro nervio, ansiedad... puro vigor. Pero un extraño sueño, sumado a una curiosa necesidad por reconocer el exterior, lleva a Sam a querer apurar los tiempos de su rehabilitación. Y tras un entuerto ocasionado por él mismo, Gerty accede, y Sam sube al vehículo muleto (el otro estaba destrozado junto a la cosechadora) y sale al espacio lunar exterior, a buscar... algo.
Parte en dirección a la cosechadora, encuentra el vehículo, traspone la escotilla y al entrar, encuentra atascado e inerte... un cuerpo: el suyo propio. Lo rescatará del montón de fierros y lo llevará consternado hacia la base.
Lo sorprendente es que Tom Doniphon de algún modo, logra captar en aquellos juegos afeminados que propone el derecho algo que puede llevar aún más lejos las cosas que la mera puja entre los más osados. Lo intuye, pero lo desdeña debido a que él también está prendado de los amores de Hallie... las grandes razones suelen ir de la mano de los pequeños egoísmos.
Ya en enfermería, un Sam amoratado y dañado desde donde se lo mire termina por despertar, para encontrar a su lado…a Sam.
Llega de tierra comunicación... para Sam. Es Tess, augurándole éxitos en su patriótica misión trienal. El amor acompañando la gesta. Sam era hombre a la medida de estas lides. Sam se emociona, mientras Sam se levanta de la camilla de la enfermería.
Y así, con Sam recuperado, será inevitable que ambos se crucen, así como que Gerty se vea sometido a preguntas de todo tipo.
El flamante Sam, es vital, nervioso, con rasgos de agresividad -siempre controlada- en su temperamento, y con poca motricidad fina, lo que le lleva a volcarse cosas o a mostrar torpeza en faenas sencillas. El otro, el veterano, lastimado desde donde se lo mire, da siempre muestras de complacencia, cediendo ante cualquier tipo de cuestiones, con extrema habilidad en el mundo del modelismo así como del cuidado de plantas. Se reconocen, se temen, no se hablan... pero el uno no puede explicarse ni someramente la realidad del otro. Se necesitan.
Doniphon y Stoddard son las dos caras de la moneda norteamericana. Valance es la tercera. El uno, representa la virilidad exigida por las circunstancias, el desprecio por lo material y por lo frívolo, un innato afán por proteger al débil y la picardía suficiente para sazonar un carácter torneado para dificultades extremas. El otro, es lo que “se debe ser”: es la imposición de lo conceptual por sobre la anarquía y amorfismo del presente. Es el ideal. Su carácter, menos seductor que el de Tom, no cede ni un centímetro en cuanto a respeto y hasta admiración. Y Valance es el obstáculo firme, que da terreno de preparación tanto para Leyes como para Hombres.
El Hombre, Luna, Tierra,
tres vértices de una celdaLas cosechadoras allá fuera siguen cosechando, pero Sam y Sam tienen las salidas clausuradas. No hay modo de evitarse.
El Sam vigoroso, ante un modesto peón del otro Sam, saca un alfil: “Hablar con un Clon me resulta traumático”. “Yo no soy un clon” responde Sam. “Tu eres el clon”, responde con un caballo. “OK. No eres un clon” retrocede el vigoroso, volviendo su alfil a posición inicial.
Gerty llama, hay mensaje de la Tierra. Avisan desde base que la nave de rescate se adelantó y que está al caer en unas pocas horas. “Gerty” pregunta sin tamizar Sam, el que se derrumba por dentro y está a horas de su viaje de regreso“¿Soy yo un clon?” “¿Tienes hambre?” responde Gerty, con su habitual cortesía.
Ya casi no quedan piezas por mover cuando el Sam bisoño termina por descubrir el mate... en tres jugadas.
Ambos... son clones; sólo que el viejo Sam –dolorosamente anoticiado- no quiere ni por asomo turbar su fantasía de “presto regreso a Tierra” con disquisiciones de índole filosóficas. Estamos realmente en presencia... de la cara oculta de la Luna.
Tres patas de una mesa.
La Violencia, que obliga a replantearse caminos elegidos, a estar alertas, a la búsqueda constante de alternativas y de involucrar a la gente.
El Derecho, regla humana pero alcanzable, fácil de defender pero difícil de imponer en ese estado de cosas y gentes... el único modo de generar algo parecido a la igualdad.
La Autoridad y su hijo el orden, madre e hijo sañudos y mañosos como la Violencia, que solo logran alcanzar imponerse en ciertos pueblos cuando el derecho y unos pocos seres se combinan, se entrelazan, de modo mágico... como un vals... o como hacer el amor.
A estos elementos podemos sumarle sin margen de equivocación todos los condimentos que Dios quiera aportarle para tornarlo más desafiante y atractivo: el azar o la buena o mala estrella, el amor impensado, la vida, la muerte.
El senador y la señora Stoddard volverán a Washington habiendo rendido sus honores al viejo amigo. Si uno es justo con todos ellos, también con Valance, no podrá negar la mano de Dios detrás de tantos asuntos... ”nunca duerme” al decir del Corán... ¡qué nervioso que debe de andar el Hombre!
Ambos Sam compartían mujer e hija, meros implantes de memoria del Sam Bell original. Pero ahora... ”ahora lo sabés”.
¿Qué ocurrirá cuando la nave de rescate llegue a la Luna? ¿Matarán a ambos clones y despertarán a un tercero libre de conflicto existencial alguno?
Gerty lo graba todo. Todo sirve. Por un capricho del absurdo recordamos a Aristóteles: “En cierto modo, todo lo que existe, se encuentra dentro del alma humana”.
(Dedicado a mi querido amigo Darío Lavia. Escrito en el mismo tren a Washington que lleva al senador Stoddard y señora).
Patricio Flores
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