El Secreto de sus Ojos y El Nombre de la Rosa
EL SECRETO DE SUS OJOS (2009) de Juan José Campanella
DER NAME DER ROSE (El Nombre de la Rosa-1986) de Jean-Jacques Annaud
Un secreto, muchos ojos
La trama se inicia con una violación seguida de asesinato cuya aberrante escena es enviado a supervisar el empleado de juzgado Benjamin Espósito (Ricardo Darín). El desolado marido, Morales (Pablo Rago), es llamado a declarar y se siguen los procedimientos rutinarios hasta que otro funcionario judicial (Mariano Argento) aparece con el caso resuelto. Arresta a dos obreros bolivianos que, al estar trabajando en la cuadra, se convierten automáticamente en sospechosos. Una confesión firmada bajo tortura enfurece a Espósito que, escándalo mediante, se obsesiona con el caso poniéndose a indagar por su cuenta e involucrando a su compañero Sandoval (Guillermo Francella), un dipsómano que aporta una acertada pista en la búsqueda. Aparece en escena una nueva funcionaria jerárquica, la brillante Irene Menéndez Hastings (Soledad Villamil), por cuyo olfato femenino terminan atrapando al supuesto asesino, un antiguo vecino de la víctima llamado Gómez (Javier Godino). Hay cambios políticos en el país y se forma una célula clandestina parapolicial para reprimir al terrorismo que es apañada por sectores del poder ejecutivo. Gómez es un tipo ideal para responder este extraño llamado de la patria y, como consecuencia, sale por una amnistía política que, inexplicablemente, también libera asesinos... Como si esto fuera poco, la trama se inicia en los años '90 con el intento de un maduro Espósito de contar la historia a través de una novela y su reunión con Irene, su amor imposible. Ella le recomienda ponerse a escribir ya mismo y como resultado tenemos el extenso flashback que larga a mediados de los '70 y que refleja toda la trama salpimentada por algunos hechos luctuosos de la historia argentina.
Muchos nombres, una rosa
Italia, 1327: Dos monjes franciscanos cruzan el paisaje montañoso en medio de épocas medievales, de auténtico oscurantismo y extendida pobreza. El hermano William de Baskerville (Sean Connery) y el joven novicio Adso (Christian Slater) llegan a un monasterio benedictino donde tendrá lugar un interesante debate sobre si la Iglesia debe o no deshacerse de sus riquezas debido a que Cristo fue pobre. Acaba de fallecer un joven hermano, Adelmo de Otranto (Lars Bodin-Jorgensen), de gran recuerdo entre quienes lo trataron. El problema es que Adelmo ha sido llevado con Dios antes de tiempo, tal vez, por mano humana. El abad (Michel Lonsdale) sabe que William de Baskerville, un tipo agudo, es la persona indicada para indagar el asunto y establecer la auténtica causa de muerte, refutando así a varios hermanos que han comenzado a creer que una presencia sobrenatural vaga por el monasterio. ¿Fue caída, suicidio o asesinato? Para peor, Baskerville es puesto en un dilema ya que la otra alternativa de investigación es la no recomendable llamada a la Santa Inquisición. No hay tiempo de que nuestros protagonistas puedan sentar reales que el cadáver de otro monje es hallado en un chiquero de marranos. Mientras unos creen que se trata de la tercera trompeta que anuncia el Apocalipsis bíblico y que el Anticristo verá la luz en esa abadía, Baskerville comienza a sospechar que alguno de los libros secretos guardados en la amplísima biblioteca del monasterio tienen relación con las muertes. En eso llega el temido Bernardo Gui (F. Murray Abraham), Gran Inquisidor designado por el Papado, con toda intención de encontrar herejes y deshacerse de ellos de la manera más espectacular y pedagógica. Pero Baskerville tiene una opinión más racional, más aristotélica: "el paso entre la visión eclesiástica y el frenesí pecador es muy corto", recomienda a Adso y se pone manos a la obra, descubriendo irregularidades entre los hermanos fallecidos ("caricias antinaturales" como pago por el ingreso a la biblioteca secreta), la presencia de arsénico y un punto negro en los dedos de los cadáveres. Por su parte, a poco de investigar, Gui da con sus herejes: el hermano Remigio (Helmut Qualtinger), un jorobado (Ron Perlman) y una joven pastora (Valentina Vargas). ¿Podrá Baskerville salvar a estos inocentes y encontrar al verdadero responsable a tiempo, a pesar que el Abad ha desautorizado su investigación y que Gui corre con la ventaja de la infabilidad?
Enlace
Evidentemente esto de descubrir un asesinato no es cosa fácil, pero tampoco tan compleja como uno puede ver en series como CSI, BONES y DEXTER. Así como hay toda una ciencia de la deducción basada en lo racional y en la observación lógica, ¿podría existir un método no racional sobre el cual no solo deducir y sacar conclusiones sino de investigar y dar con el sospechoso? No podemos afirmar tanto pero, en cambio, sabemos que la literatura y el cine de origen anglosajón nos ha atiborrado de ejemplos en que a una investigación lógicamente planteada sucede un descubrimiento de asesinato, explicado de manera lógica, lúcida y verosimil. Sin embargo, otras letras, otras plumas y otras pantallas nos ofrecen otras recetas.
Recetas inverosímiles. Recetas que incluyen la indagatoria en un juzgado que termina con el sospechoso haciendo ostentación sexual frente a una magistrada y evidenciando así su culpabilidad (¡un hito en los anales de la jurisprudencia!). Pero esto no es más delirante que encontrar a un sospechoso que invita sugestivamente a Baskerville o a su pupilo a leer cierto libro que... ¡está envenenado!
Lugares inverosímiles. Lugares en los que puede darse que un asesino juzgado y convicto sea amnistiado por estar afiliado a un partido que necesita elementos como él para disponer de unos cuantos "subversivos que hay dando vueltas", por entonces, infiltrados en la sociedad. O que "sectas" dentro de la Iglesia (una definición un poco dura de las órdenes mencionadas) tengan la libertad de debatir sobre la pobreza del clero cuando nadie en el palacio papal estaría dispuesto por un minuto a aceptarlo ni siquiera a prueba.
Dos investigadores, dos culpables. La investigación de Romano es concluyente sobre la responsabilidad de dos obreros bolivianos (confesión vía tortura), y Espósito, inconforme con esta rápida solución, busca pistas por su cuenta hasta que da con el temible Gómez; lo mismo pasa con Baskerville que empieza investigando antes y debe apresurarse a concluir cuando su rival Gui da con sus tres culpables (confesión vía tortura).
La aguja en el pajar. Es la mejor definición del método que requiere seguir domingo a domingo la campaña del Racing Club de Avellaneda (la pobre campaña de 1975, quinto empezando de abajo) y tratar de individualizar al sospechoso en tribunas ocupadas por miles de adeptos a la "Academia". También es la tarea que afrontan Baskerville y Adso al tratar de ubicar el "libro asesino" en la pobladísima biblioteca de la abadía.
Erudición. Es la desplegada por el escribano Andretta, apasionado de Rácing Club que aporta la explicación de cada uno de los códigos desplegados por Gómez en sus famosas "cartas a su madre". También la despliega William de Baskerville al hablar del segundo libro de poesía de Aristóteles dedicado a la comedia, que pudo o no haber escrito, pero que sirve como trampa para Jorge de Burgos, el bibliotecario ciego de la abadía.
Deducción a través de aseveraciones. Morales afirmó tan categóricamente "¿qué gano metiéndole yo cuatro tiros?" al asesino, que Espósito terminó por convencerse de que no había podido terminar el asunto metiéndole, justamente, cuatro tiros -aunque lo lógico fuera lo contrario: que Gómez ya estaba muerto 25 años atrás. Pero Baskerville también deduce y de su observación concluye que el asesino odia la risa, por que "la risa mata el miedo... y sin miedo no puede haber fe. Sin miedo al diablo... no hay más necesidad de Dios".
¿Cuál era el nombre de la rosa? Nadie parece saberlo, así como tampoco nadie se atreve a asegurar de qué ojos es el secreto (¡aunque hay cada teórico!). Con lo cual, concluyamos con Borges (inspirador de Eco y villano de la obra) que en las letras de su nombre ("Rosa") está la Rosa.
Nos despedimos con una sentencia de Barkerville (tal vez ancestro de un futuro amigo de Sherlock Holmes):
Cuán pacífica sería la vida sin amor, Adso. Cuán segura... cuán tranquila... y cuán aburrida. (William de Baskerville)
Darío Lavia
Dedicado a Eco y Campanella
Sin notas al pie
5 comentarios:
Gran y completo post!! Felicidades
Mi objeción a la versión fílmica de El Nombre de la Rosa es que es una hollywoodización / pasteurización (¿no son sinónimos muy seguido?) de la historia: en la novela, la pastora no se salva; la novela trabaja una cantidad de planos que abruma (la historia del cristianismo, el fanatismo, la relación entre la fe y la razón, un debate sobre la semiótica, la condición intertextual de los personajes, etc.) y la película se encarga de simplificar todo eso eliminándolo.
Por lo demás, muy bueno el programa, habla Pablo de Mardel.
PS: lo importante de anoche fue el Oscar a The Dude Lebowski, digo Jeff Bridges. Ah, y la tapa que le puso la Bigelow a su ex esposo Cameron. ¡Ésas son mujeres!
Bueno, pero dígame la verdad, si no es honestidad intelectual no haber tenido la pretención de llevar a la pantalla cosas que no son tan traducibles al lenguaje cinematográfico y que fueron creadas para ser leídas en papel. Un crítico por ahí (que leyó la novela) le parece que la película es más una especie de "book companion" y no un equivalente fílmico. Con el éxito de la película en el Oscar(r), ¿vendrá una oleada de películas argentinas ambientadas en la época de 1973-1976?
Qué buen análisis!
Achacaba la escasa labor de investigación de Espósito a la pobreza de medios con los que contaba el personaje de Darín:nada de testigos, sin huellas u otros indicios...
Tu comentario abre una nueva mirada al tema.
Excelente post.
Claro, estimada lectora, el misterio criminal anglosajón se resuelve en base a testigos, huellas, pistas, cabellos, cenizas de cigarros de la India. La realidad pasa casi siempre por soplones (el cine francés de Melville lo ha postulado frecuentemente) y para el cine argentino pasa por algo surrealista como esto...
Salud
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