martes, 15 de diciembre de 2009

El Hombre Murciélago y Sherlock Holmes

THE BATMAN (El Hombre Murciélago-1943) de Lambert Hillyer
SHERLOCK HOLMES (2010) de Guy Ritchie


Batman cranea en la
Bati-Cueva (Lewis Wilson)
"¡Larguémonos, es Batman!"
En plena II Guerra Mundial, un villano japonés, el Dr. Daka (J. Carrol Naish), inventa un dispositivo que puede convertir a los seres humanos en zombies. El Dúo Dinámico, Batman (Lewis Wilson) y Robin (Douglas Croft), luchan episodio tras episodio para desbaratar esta temible ofensiva. Fueron 15 episodios, pero si quieren una dosis de algunos para ir entrando en calor, aquí va:
1- THE ELECTRICAL BRAIN (El Cerebro Electrónico): El tío Martin (Gus Glassmire) sale de la prisión luego de cumplir una condena por desfalco de la que era inocente y es recogido por un trío de facinerosos. Tío Martin es conducido ante el pérfido Tito Daka, un príncipe oriental que se propone instaurar un "Nuevo Orden" en América. Como Tío Martin se niega a cooperar, Daka lo convierte en zombie. Determinado a robar el radio que guarda la Fundación de Ciudad Gótica, Batman tratan de impedirlo, pero sus secuaces lo arrojan al vacío desde una azotea. ¿Será su efímero final?
2- THE BAT'S CAVE (La Cueva del Murciélago): Batman secuestra a un secuaz (Stanley Price) y lo interroga horrorosamente en la Baticueva. En tanto Linda (Shirley Patterson), la prometida de Bruce, es secuestrada por esbirros de Daka y Batman y Robin van en su rescate pero son atrapados en un incendio. ¿Se calcinarán por salvar a Linda?
10- FLYING SPIES (Espías Voladores): Tras haber perdido varios hombres, Daka necesita reclutar nuevos rufianes. Bruce vuelve a hacerse pasar por rufián y logra llegar a un hotel donde tendrá lugar su ingreso a la banda. El próximo golpe será derribar un avión que transporta radio y Bruce sabotea el intento, pero... como Batman.


Lord Blackwood (Mark Strong)
insinúa a Sherlock (Robert Downey Jr.)
"Elemental, Holmes"
Sherlock (Robert Downey Jr.) y Watson (Jude Law) realizan un operativo policial y detienen al místico Lord Blackwood (Mark Strong, un actor que por su aspecto físico era perfecto para el personaje de Holmes) a punto de propiciar un sacrificio humano en honor a divinidades abismales de quien sabe qué escalafones infernales. Arrestado, es velozmente condenado a la horca en tanto que Sherlock se sume en la depresión de la inactividad hasta que su colega viene a buscarlo para llevarlo a la penitenciaria: Blackwood exige, como última voluntad, entrevistarse con Sherlock a solas (siempre bajo las normas de seguridad del presidio). En sus palabras, por supuesto, le da la clave del caso que durante dos horas de metraje lo sacará de su agobiante estado. Tras la ejecución, Watson certifica el cadáver pero no pasa mucho hasta que comienzan a aparecer nuevas víctimas con la firma de Blackwood. Es más, su cripta es demolida y su "cadáver" desaparece. Hay unos aristócratas masones que están muy preocupados, uno de los cuales (James Fox) sería el padre de Blackwood. Hay misteriosas apariciones y trucos que desafían las leyes naturales. ¿Se está llevando a cabo una intervención infernal? ¿Volvió realmente Blackwood de la muerte?


Un hampón (Stanley Price) es
interrogado por Batman y Robin
Enlace
Bienvenidos al mundo del "eterno retorno" y del - como diría Holmes [1] - "no hay nada nuevo bajo el sol". En plenos años '40 del XX, y en los victorianos años '90 del XIX, dos varones se dedican a entorpecer los caminos de cierto personaje aristocrático con torvas ambiciones de subyugar a los Estados Unidos, reclutando para ello a un grupo de brillantes miembros de la sociedad y teniendo como as en la manga un arma letal adelantada a su tiempo. Dejaríamos exhaustos al lector (y a nosotros mismos) si nos dedicásemos a enumerar el resto de las conexiones entre las tramas de los dos títulos presentados esta noche. Por eso, nos dedicaremos, esperemos que con buena fortuna, a enlazar el simpático serial encapotado de los '40 y el reciente opus de la filmografía sherlockiana.

Lo más interesante de ambas películas es, creemos, la relación de admiración y camaradería entre los dos protagonistas [2], llámese Batman y Robin o Holmes y Watson, y los lazos de ellos con la Mujer. En el primer caso es entre Bruce Wayne y su prometida, Linda Page; en el segundo, con la brillante Irene Adler y, en menor medida, la prometida de Watson. No estaríamos descubriendo nada nuevo diciendo que la mujer utiliza elementos de juicio a veces opuestos al del varón. Pero es que ambas películas nos muestran, a su manera, los contrastes entre el género masculino y femenino. No se trata de oponer el carácter eminentemente deductivo de Batman o de Holmes y el inductivo de Linda Page o la Adler, sino de apreciar algunas tendencias o conceptos que representan al género mismo.


Sherlock y Watson
(Jude Law)
La resolución de un problema - que de eso se trata Batman y Sherlock Holmes - puede afrontarse de un sinfín de maneras. En dípticos previos observamos el vicio humano (o virtud, como ud. prefiera) de percibir la realidad en forma simétrica. Por eso, ni Batman ni Holmes pueden concebir un mundo delictivo que no tenga móviles, incidentes disuasorios o causas previas a sus consecuencias. Aquello que no encaja no los desespera ya que tarde o temprano, termina encajando, simétricamente, en su modelo de universo. Sus rivales, tanto el príncipe Daka como Lord Blackwood, son pares y eso explica que sus intentos sean simétricos (y finalmente deductibles). Si Linda Page encarase la resolución del secuestro de su Tío Martin utilizando todo su pragmatismo femenino, la película no duraría ni media hora... lo que no implica ninguna desventaja de la mujer sino, como dijimos antes, un contraste que nos hace justipreciar a aquella criatura sin la cual el varón no podría vivir.

Linda Page
(Shirley Patterson)


Irene Adler
(Rachel McAdams)


Darío Lavia

Dedicado a Japón y a Gran Bretaña, por sus sendos y pintorescos intentos de conquistar Estados Unidos con métodos pueriles y de ciencia-loca.



Notas:
1 - O como diría Eclesiastés 1:9
2 - Que nada tiene de la pretendida homosexualidad propugnada por comentaristas revisionistas que a- exagerando en su intento, pasan del "revisionismo" a la "revisionopatía" o b- tratan de ver en los personajes aquello que no se animan a ver en si mismos.

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