viernes, 30 de julio de 2010

El Aprendiz de Hechicero y La Infancia de Iván

CARODEJUV UCEN (El Aprendiz de Hechicero-1978) de Karel Zeman
IVANOVO DIETSTVO (La Infancia de Iván-1962) de Andrei Tarkovsky


El Aprendiz de Hechicero
Nuestra historia se remonta a los inicios del siglo XVIII durante la Gran Guerra del Norte, y nos presenta a Krabat, un huérfano de 14 años que se dedica a holgazanear y mendigar en los prados de Lusacia.

Una voz le llama en sueños a un molino en una villa de las cercanías. Allí irá Krabat, guiado todo el trayecto por un cuervo quien no era otro que un malvado Hechicero, quien le tomará inicialmente como mozo. ¡Cuanto tendrá que trabajar este pillastre! De todos modos, aunque el trabajo era extenuante, se aseguraba techo y comida en un invierno cruel, como suelen serlo por aquellos parajes.

Krabat no es el único que vive en el molino. Doce camas revelarán otras once presencias, quizás muchachos como él. Los doce conforman sin desearlo, una oscura hermandad de aprendices de mago del molinero. Sus inicios en la magia negra resultan pintorescos. Poco camino había recorrido y ya había desarrollado la habilidad de convertirse en cuervo. Con el tiempo, podrá asumir la representación del animal que más le plazca, o le convenga, según la circunstancia.

Una vez al año, el maligno molinero enviaba a sus doce discípulos por las villas aledañas a conseguir dineros, a través de trucos y engaños ingeniosos. Estas salidas le evitaban al astuto Amo el tener que comerciar con vendedores de granos o lidiar con compradores de harina, siendo el molino en realidad, una fachada.

La víspera de Año Nuevo, sucede que Tonda, el mejor amigo de Krabat, muere de un modo inesperado y misterioso. En una contienda de magia, se medirían Tonda y el Amo. Este último sería derrotado, pero resolvería su afrenta infligiéndole traicionera muerte al pobre muchacho. Pasarían los días y las semanas, y con ellas, la inexorable llegada del amor a la vida de Krabat: la Kantorka, una bellísima aldeana a quien "Krabat cuervo" encontrara en una de sus escasas salidas permitidas. Krabat no podrá manifestársele en su forma humana pero ya sabemos como el amor supera los obstáculos con sus particulares modos.

Para la noche del Año Viejo siguiente, será Michal, otro niño, quien morirá bajo circunstancias similares a las de Tonda. Así, Krabat se da cuenta que el molinero se deshace y mata a sus discípulos como parte de un pacto con el Padrino (el mismísimo Diablo) que le permitía conservar a perpetuidad sus poderes a cambio de un niño muerto en las vísperas de cada Año Nuevo.

Krabat desafiará al molinero a un duelo de magia del que saldrá vencedor. Se valdrá de sus conocimientos de magia, de sus experiencias, de su enojo con el Amo, y claro es, del amor de la Kantorka, inspiradora y generadora de todo esto. Nuestra historia se termina con el incendio del molino, del molinero y del Koraktor (el libro negro de hechicería) y con los doce huérfanos recuperando su añorada libertad.

La Infancia de Iván
Otro niño huérfano, Iván, vive y padece su infancia durante la Segunda Guerra Mundial. Con su familia muerta a manos de soldados alemanes, Iván alcanza a escapar hacia las líneas rusas, donde es adoptado por una unidad del Ejército Rojo. Poco tiempo pasaría para que Iván se convierta en un hábil explorador del ejército, tarea que realiza con arrojo y con soltura admirables. Varias veces se cruza tras líneas enemigas, volviendo con información calificada y con su orgullo bien alimentado por experiencias dignas de admiración.

Pero una de esas veces, sería la última. Iván, costilludo, decidido, se prepara como de costumbre, sin exhibir emoción alguna. Parte de madrugada en un pequeño bote reparado a las apuradas, atravesando los esteros de un río casi congelado, pero todavía navegable. Las bengalas surcan el cielo anticipando el inexorable y peligroso amanecer. Cuando Iván pise tierra firme será la última vez que lo veamos con vida.

Ya Iván ha muerto. Una mañana espléndida, en una playa cualquiera, Iván se reencontrará con su madre, con decenas de niños y con su hermanita. Están jugando a las escondidas. Los niños desaparecen, quedando solo nuestro héroe quien contaba con los ojos cerrados. Al encontrar a su hermana escondida tras unas matas, sale corriendo en busca de la meta, ahora libre.

Enlace
Krabat e Iván son exploradores en un contexto de guerra feroz. No lo dijimos antes, pero Krabat será sometido a una prueba truculenta por el Hechicero debiendo rescatar a un noble húngaro que había caído en manos del ejército turco. De esta prueba, Krabat terminaría por decidirse a desafiarlo en el duelo cuyo final es el que ya comentamos.

Ambos son huérfanos; ambas historias nos llegan de la parte más lejana de Europa. Pero no hay dos niños iguales, concepto aplicable también a los indios, los chinos, o las mujeres.

Uno los trata como niños. Después de todo son "los únicos privilegiados". Quizás esta frase la hayamos entendido mal después de todo, como tantas otras... Es cierto, no son adultos; no pueden procurarse para si mismos ni la contención ni los medios materiales de subsistencia (¿o sí?). En esto, los niños comparten el destino de millones de jóvenes, maduros y ancianos: la vida está siempre a disposición de quien quiera verla... y vivirla.

Cambian los tiempos, pero seguimos sin entender de qué se trata el asunto de los niños. Las vacunas, el alimento y el techo, todo pareciera poco pero no lo es. Podrán las circunstancias ser más o menos ventajosas, pero lo que no les puede faltar es su espacio; deben generárselo ellos mismos y debemos respetárselo. Si no puede ser en la casa, mejor; que sea en el parque, arriba de algún árbol bien alto o investigando en una casa abandonada o en un baldío. O mejor aún, el espacio sideral que espera ser surcado con una nave galáctica equipada con rayos gamma. Un niño que no tiene imaginación, que no trepa un buen árbol, que no se ha agarrado a tortazos, que nunca miente, que acepta todo lo que se le dice y lo que se le pide, es un niño infeliz. La guerra o la esclavitud, para el caso de Krabat e Iván, sirvieron de escenario donde dos muchachitos desarrollaron y aguzaron su ingenio, primero para sobrevivir, y luego para ser libres. Porque cuando uno es grande, no sabe bien que hacer con la libertad. Pero cuando uno es niño, no necesita leer ningún libro sobre el respecto.

Estas dos historias parecen fantasiosas. Niños envueltos en asuntos tan graves y que desarrollan sus propios caminos entre el laberinto enmarañado de incongruencias que puede presentar una guerra, nos dan una perspectiva saludable acerca de la verdadera naturaleza del propio niño para desarrollarse por si mismo. ¿Qué si precisa ayuda? ¿Y Ud. acaso no la precisa?. El niño, en tanto humano, siempre necesitará de ayuda sencilla, mínima e indispensable. Otra cosa es abortarle el crecimiento, volverlos tontitos maleables y, por supuesto, de poca o ninguna conflictividad.

Los doce años, un perfecto momento para arrancar la vida, ya sea para dilapidarla, para gastarla de a poco, para emprenderla a empellones, para pensarla, para sufrirla, para vivirla.

De ésto tratan estas dos perlas. Si Ud. ya pasó la niñez, haga el favor de no entorpecer a quienes la están pasando. Volar, sentir, correr hasta morirse, jugar, reír, mentir, hacer trampas, luchar... son todas cosas y aspectos que muestran un costado lúdico que el ser humano no comparte con ninguna otra especie animal.

¿O acaso la vida misma es otra cosa que un mero, difícil y hermoso juego?

Patricio Flores

1 comentario:

Oh dijo...

hola patricio.
otro diptico hacia lo recondito de esta especie humana!
Me puso un poco nostálgica y con ganas de jugar.
No se si es tu manera de escribir, tu nombre tan místico o eso de llegar a esos lugares que siempre rozan el placer, o todo junto, pero se ve que me activa algo..
Al Servidor, muchas gracias.

Donde encuentro el aprendiz de hechicero que no se trate de mickey o remake, si anda por la web?

¿PERDISTE ALGÚN Nro. DE CINEFANIA? BAJALOS GRATIS