viernes, 22 de junio de 2007

El Vampiro Negro y Código de Honor

M, EINE STADT SUCHT EINEN MÖRDER (El Vampiro Negro-1931) de Fritz Lang
THE PLEDGE (Código de Honor-2001) de Sean Penn

Vampiro al acecho
La niña Elsie (Inge Landgut) está jugando con su pelota, hasta que se encuentra con una sombra (Peter Lorre). El hombre, llamado Hans Beckert, dice: "Qué pelota tan linda, ¿cómo te llamas?" No muy lejos de ahí, la madre de la niña (Ellen Windmann) comienza a llamarla por la callejuela del vecindario. En tanto el hombre misterioso le compra un globo a un ciego (Georg John), para regalárselo a la niña. Poco después comienza a silbar una melodía alegre y frenética... La niña se convierte en la nueva víctima del asesino que aterra a toda la ciudad. A medida que aumenta el pánico, con la Policía (Otto Wernicke) en estado de máxima alerta, los criminales, ladrones y estafadores no pueden continuar con su "oficio", así que deciden por su cuenta eliminar al asesino, para librarse de esta "mancha" en su gremio. Sin saberlo, el asesino pone el ojo en una nueva niña. Tanto el vendedor de globos como un muchacho sospechan de él, así que el joven se pinta una "M" en la mano y le da una palmada en la espalda, grabándole la M delatora, M de "Mörder" (Asesino).

Completamente paranoico, el asesino se escabulle en un desván, mientras todo el bajo mundo de la ciudad rastrea todos los recovecos posibles. Finalmente es atrapado y llevado a una fábrica abandonada convertida en aguantadero de criminales y prostitutas, quienes serán jueces y jurados. El líder de los rufianes le muestra una fotografía de Elsie, dando comienzo a la acusación. Incluso el vendedor ciego de globos presta declaración, reconociendo al sospechoso como el verdadero asesino. Hacia el final, acosado por la verdad, el asesino vocifera su amarga confesión. Pero la muchedumbre, lejos de compadecerse, comienza a clamar el inmediato linchamiento. La policía, informada de la ubicación de la fábrica, llega en este instante.

Policía al acecho
Un indio (Benicio Del Toro) es atrapado y acusado de violación y asesinato infantil. Tras negar su culpabilidad, se suicida y la policía cierra el caso. Poco antes de su retiro, el policía Jerry Black (Jack Nicholson), no convencido con dicha resolución, se entrevista con la familia de la niña muerta y les promete investigar a fondo y encontrar al verdadero asesino. Su hipótesis de que el indio no es el culpable, mayormente basada en el dibujo de una de las víctimas, por supuesto, no convence al jefe de policía (Sam Shepard). El viejo ex policía, duro y obstinado, se muda a una zona rural donde supone que acecha el criminal y compra una vieja gasolinería, instalándose e iniciando una nueva vida de jubilado. Poco a poco, se va relacionando con la mesera de un bar (Robin Wright Penn) cuya hijita (Pauline Roberts) podría ser una potencial carnada.

Finalmente, la niña le confiesa haber estado hablando con un hombre que podría ser el asesino. Así que sigue a la pequeña al supuesto lugar de encuentro y arrastra en su pesquisa a un grupo policial de elite. Luego de una larga espera, los policías se marchan, y la madre acude a buscar a su niña. Nadie lo sabe (bah, Dios y el espectador sí), pero el asesino, en camino al lugar de encuentro con la niña, ha sufrido un accidente fatal en su automóvil. Jerry Black queda solo y la obsesión le gana a su salud mental.

Enlace
El falso enlace de estos dos filmes sería la presencia de un asesino paidófilo en ambos. En El Vampiro Negro, la trama es vista frecuentemente desde el punto de vista del criminal, en cambio en Código de Honor, el asesino jamás aparece (al punto que llegamos a desconfiar de su existencia, hasta el final, que vemos en cámara subjetiva a través de sus ojos). En la primer película, el sonido es factor predominante para atrapar al Vampiro; en la segunda, la pista básica es sugerida por un elemento visual (un dibujo). Pero no. No queremos vincular ambas películas a través de estos elementos, a decir de un amigo, "obvios". En cambio, trataremos de realizar una lectura de la paidofilia, por supuesto, subjetiva y metafórica, con la que, a la postre, ofreceremos como enlace válido.


Para Hans Beckert (el "vampiro negro"), psicópata, asesino serial, las niñas son un disparador. En principio, por su amabilidad, entra rápidamente en confianza con ellas. El infante, para él, podría representar una perfección, un estado de gracia de ingenuidad e inocencia, que él ha dejado de tener hace mucho (a pesar de que su aspecto aniñado). En vez de sentirse colmado de satisfacción o rejuvenecido, Beckert debe destruir al infante. Fritz Lang, a través de sutilezas, nos sugiere que Beckert (como todo pedofílico común y silvestre) abusa sexualmente de las niñas y luego las mata, convirtiéndose así en una de las mayores aberraciones que el ser humano es capaz. Engañar, violar, asesinar a una persona, no parece tan grave como cuando el sujeto engañado, violado y asesinado es un niño. Beckert de hecho, es capturado primero por los delincuentes de la ciudad, a quienes ha horrorizado con sus acciones. A pesar que el protagonista esboza un descargo, no alcanza a convencer, ni siquiera a sí mismo. Beckert se ha convertido en un "vampiro negro", un ser inmundo que ensucia a la sociedad en la que vive. Y la sociedad (tanto sus fuerzas del orden, como elementos marginales) lo destruirán. Adiós Hans. Suerte allá abajo.

El caso del policía Jerry Black está en las antípodas de Hans. Su carrera ha terminado felizmente, luego de retirarse teniendo el respeto de sus colegas. Tiene algunos tics (fumador compulsivo, cierto grado de paranoia), pero hay un caso que no le convence: El del Indio preso que se suicida. Jerry busca pistas y se entrevista con padres de las víctimas. Un dibujo parece indicarle que el asesino es "un hombre alto, vestido de negro, que viaja en una camioneta negra". Y Jerry persigue molinos de vientos hasta que, luego de mucho tiempo, cree acercarse a la verdad. Su asesino está por llegar a la cita y Jerry lo espera con un comando de SWAT. Pero interviene una fatídica eventualidad. Y Jerry Black termina convirtiéndose en otro "vampiro negro", porque él también se acercó a una niña y mantuvo con ella una relación paternal, tierna e inmaculada, que fue también una suerte de pedofilia (aunque sin atracción sexual, claro está). De hecho, en algunos momentos llegamos a sospechar que Jerry Black termine dándose cuenta que él mismo era el asesino. Esta relación resulta fachada para poder utilizar a la niña de carnada y atrapar al asesino. Sus fines son nobles, pero sus métodos condenables, tal vez no legalmente (Jerry sigue en libertad), pero sí familiar y socialmente. Jerry Black termina desprestigiado entre sus ex colegas, odiado por la mujer que se estaba enamorando de él, desintegrado a nivel humano, enfermo y aislado. Y si bien no en el mismo cadalso, sí en uno cercano al de Hans Beckert.

Tal vez, cuando una persona mira adelante, y ve un horizonte opaco, cree que lo mejor de su vida ha pasado. Entonces, la mayoría tienen hijos en un intento de replicarse, algunos recuerdan su propia infancia, y otros la observan en los niños ajenos. Mientras el caudal de esta observación esté dentro de lo permitido por la sociedad, el observador podrá verse libre de ser considerado pedófilo. Traspasar ciertos límites, solo está reservado para los "vampiros negros".

Darío Lavia

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fenomenal como siempre tus reflexiones amigo Dario. Se necesita mucha imaginación, para poder mostrar como lo haces tu, dos películas en una. De todas formas yo pienso que en lugar de la de Nicholson, hubies dado un poco más de si la de Vajda. Pero eso es solamnte una opinión mia. Otra cosa el comentario de la película de Peter Lorre, lo tengo metido en el mes de Enero, lo digo por si quires darlo un vistazo. Lo dicho Darío cojonudo tus comentarios, envidia me das. Un Saludo. Pablo

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