lunes, 30 de julio de 2007

Quiero la cabeza de Alfredo García y Memories of Murder

QUIERO LA CABEZA DE ALFREDO GARCÍA (Bring Me the Head of Alfredo Garcia, 1974) de Sam Peckinpah Vs MEMORIES OF MURDER (Salinui Chueok, 2003) de Joon-Ho Bong

No es fácil encontrar similitudes entre estos dos filmes de ahí que haya que justificar dicha dupla con hechos; lo que al principio fue una intución después de un rato se convertirá en una realidad...

Quiero la cabeza de Alfredo García
Sinopsis: Un potentado latinoamericano (Emilio "Indio" Fernández) quiere la cabeza del hombre que preñó a su hija. Para ello recurre a una serie de gringos matones. En la búsqueda por México, los matones encuentran a Bennie (Warren Oates) -un perdedor que trabaja en un garito tocando el piano- que tiene información del paradero de Alfredo García, ya fallecido. Parece un asunto fácil, ir de picnic hasta donde está enterrado, cortarle la cabeza y llevársela al terrateniente. Pero las cosas se complican bastante: una novia, Elita (Isela Vega) que no ve con buenos ojos entregar a su primer amor, los familiares de García tampoco desean perder su testud y los sicarios encargados de vigilar a Bennie le complicarán la vida mucho más de lo que ya la tenía anteriormente. Lo que empieza como un viaje de placer alegre y dicharachero acabará con una bajada a los infiernos donde el nihilismo lo invadirá todo hasta no dejar nada...

Memories of Murder
Sinopsis: República de Corea 1985. Encuentran en un arrozal el cadáver de una chica. El detective Park (Kang-ho Song) se encuentra al frente de la investigación. Park es un hombre rudo que actúa antes de pensar con unos métodos bastante expeditivos, extrae declaraciones a los sospechosos utilizando métodos poco lícitos. Al caso se une el detective Seo (Sang-kyung Kim) de Seúl, un policía más cerebral que ataca el caso desde otros frentes. Pero el asesino sigue matando y los sospechosos que se suceden no terminan por declararse culpables. Seo se va desesperando cada vez más y llega a actuar como actuaba anteriormente Park, con rudeza y saltándose los procedimientos a la torera. El psicópata asesino sigue en libertad.

Como se puede apreciar ambos filmes no tienen nada que ver en principio y mucho menos sus directores; el violento, alcohólico y brutal Peckinpah no se parece en nada al virtuoso coreano Joon-ho Bong.

El seco México de mediados de los setenta con olor a tequila difiere mucho de la Corea del Sur de mediados de los ochenta con su omnipresente lluvia sobre los verdes arrozales.

En el film más romántico de Peckinpah (sí, Peckinpah entendía el romanticismo de una forma muy especial... pero lo entendía) y su último guión, Sam es más Peckinpah que nunca e incluye todo su arsenal de efectos personales: el perdedor, la amistad entre hombres (o medio hombres, en este caso una cabeza que no llegamos nunca a ver), el tratamiento de la violencia, las secuencias ralentizadas, el alcohol, etc... si estos metros de celuloide se quemaran estarían varios días ardiendo hasta que se apagaran...

Como contrapunto al alcohol Peckinpahiano emerge el realizador Surcoreano para sumergirnos en otra búsqueda la de un asesino en serie en la región de Gyunggi, alejada de la mano de Dios en la que unos pocos hombres unen sus fuerzas para encontrar al monstruo que viola y mata a mujeres de noche entre los arrozales mientras la lluvia cae. Los travellings proporcionan a la narración un lirismo inusitado y la elegancia de la puesta en escena unida a esos extraños momentos de humor negro confieren a este policiaco un toque distinto a otras películas del género.

Pero vamos a lo que vamos porque esto se titula DÍPTICOS. Los nexos de unión entre ambas películas se pueden encontrar en la parte final de las mismas.

Para empezar, las dos escenas de las parejas junto a un árbol. Mucho más romántica la de ALFREDO GARCÍA en la que hablan de sentimientos, de boda y más que hablar, se ve... que ahí hay amor y no son simples palabras que se lleva el viento mejicano. Una escena de amor como la copa del árbol en el que se apoya Bennie. En cambio en la escena de MEMORIES OF MURDER no se habla de amor, se habla de un cambio de vida, de vida laboral... un cambio de trabajo que ofrezca a la pareja la posibilidad de ser felices porque "los detectives no duermen bien". El suero colgado de la rama que penetra en el brazo del detective Park es un ejemplo muy gráfico del cambio que vendrá.

Otro punto en común es que las historias son una mera excusa para profundizar en los personajes. En MEMORIES OF MURDER cuanto más avanza la investigación más Quijote es Park y más Sancho Panza es Seo. Ambos personajes se replantean su modo de vida. Park se da cuenta que vivir así no es vivir y acabará 18 años más tarde como padre de familia de clase media vendiendo licuadoras. A esas alturas nada sabremos de Seo tras su fracaso en la investigación que le llevó a tomarse la justicia por su mano y que a punto estuvo de liquidar a un sospechoso sin pruebas. En ALFREDO GARCÍA el personaje de un magnífico Warren Oates, consciente de su condición de perdedor al más viejo estilo piensa que a través del dinero podrá cambiar de vida. Cuando Elita muere y sus únicas conversaciones las tiene con la cabeza de Alfredo empezará a comprender que la vida sin Elita no tiene sentido y comenzará a replantearse quién quiere la cabeza por la que ha muerto tanta gente y por qué la quiere. Bennie estaba muerto antes de morir físicamente pero no lo sabía. Fue Alfredo el que le abrió los ojos.

Las secuencias ralentizadas se dan en las dos películas, sobre todo en la de Peckinpah que ya las había utilizado mucho anteriormente en escenas de violencia... basta con recordar el atraco del comienzo de GRUPO SALVAJE. Bong ralentiza ciertos movientos en el film con menos pretensiones visuales que Sam.

En ninguna de las dos películas vemos con nitidez el "vellocino de oro" objeto de búsqueda. En ALFREDO GARCÍA sólo vemos un saco untado de sangre y repleto de moscas que parece oler a un kilómetro de distancia. De vez en cuando refrescado con hielo, agua o tequila... según el gusto del Sr. García. En MEMORIES OF MURDER no llegamos a ver claramente al asesino aunque hay una imagen en la que podemos distinguir su silueta antes de atacar a una joven junto a un camino.

En ambas películas se plantean preguntas sobre la naturaleza humana. Podemos saber como era Alfredo García sin llegar a verlo. ¿Qué tipo de persona es capaz de hacer una carnicería para conseguir una cabeza? ¿Una persona que necesita del dinero para cambiar? ¿Una persona vengativa? ¿Merece la pena tanta muerte? Y en MEMORIES OF MURDER, lo que le pregunta Park a la niña en la escena final ¿cómo era? ¿cómo era su rostro? y la niña responde que era normal, un hombre corriente... Park ya no ansiaba conocer su psicología, a esas alturas se conformaba con una breve descripción de su rostro...

Pero lo que me hizo escribir este díptico es el halo de insatisfación que dejan al final ambas películas, sensación acrecentada por el último plano de ellas: la cara de incredulidad de Park mirando al espectador y el cañón de un arma apuntando al mismo espectador. El asesino puede ser cualquiera, puede tener la cara del vecino, la del amigo de la infancia o la del compañero de la Universidad. Peckinpah también dispara antes de preguntar aún con el cañón humeante: Bennie puedes ser tú y como Bennie puede acabar cualquiera si se valora el dinero que no se tiene más que el cariño que se obvia...

Park triunfa donde Bennie fracasa... por cierto vaya dos actorazos Warren Oates y Kang-ho Song... en estas dos películas...

¡¡Haced caso al tío Sam: no bajéis a los infiernos sin bebida abundante!!


Alberto Fuente Santos

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