sábado, 15 de noviembre de 2008

El Acorazado Potemkin y Katyn

BRONENOSETS POTYOMKIN (El Acorazado Potemkin-1925) de Sergei Eisenstein
KATYN (Katyn-2007) de Andrzej Wajda

Odesa, 1905
A bordo del Acorazado Potemkin hay innumerables infantes de marina recién llegados de la infausta guerra ruso-japonesa (1). Como si fuera una sanción por la derrota, los hombres son alimentados con carne agusanada y castigados con maltratos inhumanos. Entre los tripulantes se corre la voz de que los trabajadores están por rebelarse contra el poder del Zar. El horno no está para bollos, y al otro día los marinos observan la carne podrida que se les servirá. Como ironía final, un médico certifica que está en condiciones comestibles, lo que genera una pequeña rebelión, rápidamente atajada. Los oficiales a cargo ordenan la ejecución de los rebeldes. En el momento culminante, el marino Vakulinchuk (Aleksandr Antonov) cuestiona al pelotón de que lado está, del de los oficiales zaristas o del de sus propios camaradas. Es la gota que colma el vaso, y una batahola se desata en cubierta. Los insurrectos triunfan, pero Vakulinchuk es baleado por el capitán (Vladimir Barsky) y muere. Más tarde, frente al puerto, una multitud se congrega para saludar al barco y a sus tripulantes, rindiendo homenaje al marino muerto "por un plato de sopa", un mártir cuyo sacrificio sirve para encender la chispa de la sublevación entre los trabajadores.

Está todo listo para el gran espectáculo cinematográfico, el de la "escalinata de Odesa". Las tropas del Zar aparecen en lo alto de las escalinatas, fusiles en mano y dispuestas a avanzar para reprimir a sangre y fuego. Los civiles entran en pánico y una mujer es derribada por un disparo, cayendo su cochecito (con bebé incluído) escaleras abajo en una de las más memorables escenas de todo el Cine.

Katyn, 1940
El 17 de septiembre de 1939 las fuerzas del Ejército Rojo invaden Polonia. Han pasado poco más de dos semanas de que la Wehrmacht invadió y batió al ejército polaco y esta nueva invasión implica la anexión del territorio polaco, por partes iguales, a Alemania y la Unión Soviética. Ese día se inicia la narración de esta película que sigue la suerte de varias mujeres cuyos hermanos, maridos, suegros o novios, todos integrantes de las fuerzas armadas, son capturados por los invasores. En el caso de los oficiales polacos, son deportados a la Bielorrusia, donde son retenidos en un campo de prisioneros durante unos meses. Luego, de repente, las familias de los prisioneros no tienen más noticias de sus seres queridos. El tiempo pasa. En 1943 la prensa alemana difunde mundialmente la noticia de que en el bosque de Katyn se encuentran varias fosas comunes de donde se extraen los cuerpos (preservados por el frío) de miles y miles de oficiales polacos ejecutados por el Ejército Rojo durante abril de 1940 (2)

Indistintamente, sean responsables los nazis o los comunistas, se informa una lista de víctimas en la que no figura el nombre del Capt. Andrzej (Artur Zmijewski), marido de Anna (Maja Ostaszewska). Esto enciende una esperanza que más tarde es amputada por el regreso del Tte. Jerzy (Andrzej Chyra), ahora convertido en Mayor, quien informa a Anna que Andrzej ha muerto y que ha sido erróneamente identificado por un pullover que Jerzy le prestara durante el cautiverio. Con el final de la conflagración mundial, un gobierno comunista íntimamente alineado con el Kremlin se declara en Polonia, y se prohibe cualquier tipo de investigación o la sola mención del término "Katyn". ¿Cómo afrontan la masacre los familiares y algún que otro superviviente? Esto es lo que el insigne Andrzej Wajda trata de mostrar a través de la que podría considerarse la primera película inspirada en este hecho poco difundido de la II Guerra Mundial (3).

Enlace
Por supuesto, en este díptico volvemos a tocar un tema casi habitual en esta columna, pero enfocaremos de manera diferente, evitando reiterar conceptos o bien reutilizar caminos ya conocidos. Así que optaremos por la Propaganda como eje central del enlace. En el primer caso, Eisenstein omite informar que el motín del "Potyomkin" dejó un saldo de 7 oficiales zaristas muertos, que la represión zarista no se ejecutó sobre la extensa escalinata sino en las calles adyacentes de las mismas y que los cañonazos que el acorazado disparó sobre el área de la ciudad donde se encontraba la sede de las autoridades imperiales mataron a un civil. En nuestra segunda película de la noche, Wajda si bien cumple mostrando las penurias de los polacos bajo los nazis, los soviéticos y hasta los propios polacos adictos al gobierno comunista de Bierut, evita ofrecer ninguna bajada de línea para el gobierno polaco en el exilio del General Sikorski, que durante el período 1943-1945 renunció a recurrir a la Cruz Roja Internacional para investigar el crimen y reanudar las relaciones diplomáticas soviético-polacas (rotas brevemente tras el anuncio de Radio Berlín de 1943).

A veces observamos un hecho junto con sus circunstancias y construimos una interpretación en base a la interacción de dichas circunstancias. Cuando la intepretación se dedica a exponer todos aquellos hechos que la respalden y silenciar o tergiversar aquellos que pueden llegar a generar contradicciones o ambigüedades, en tanto enfocados a influenciar, estamos frente a un ejercicio propagandístico, a una versión propagandística del hecho. Es curioso como esta misma operación de interpretación es realizada por historiadores, cronistas, periodistas y todo tipo de autores que persiguen una tesis. Así que el punto para decidir si se trata de propaganda o no dependerá de lo que ud. o yo entendamos por "influenciar". Aquí es donde Eistenstein y Wajda, opuestos ideológicamente, optan por caminos similares, el uno en aras de influenciar, el otro en pos del alegato. Pero ambos tomando de hechos puntuales, de dos masacres - de rusos imperiales contra bolcheviques la una, de bolcheviques contra polacos la otra, ambas indefendibles desde cualquier plano, político o humano-aquellos fragmentos históricos que respaldan sus propias interpretaciones.

Darío Lavia

Dedicado a Nikolái Aleksándrovich Románov y a Iósif Visariónovich Dzhugashvili



1: Guerra que tuvo lugar entre 1904 y 1905, entre dos potencias imperiales y expansionistas. La victoria del Sol Naciente fue total.

2: Estrictamente hablando de las fosas de Katyn, se calculan unos 12 mil oficiales polacos (incluyendo desde generales hasta pilotos). Sumando víctimas ejecutadas de campos de prisioneros de guerra del área de Smolensko (no solamente los POWs polacos) y enterrados en Katyn o sus adyacencias, la cantidad asciende a 22 mil almas.

3: No solo los juicios de Nuremberg fueron incapaces de arrojar culpables de Katyn, sino que la matanza permaneció como un tabú de la Polonia comunista hasta 1989. Poco después el gobierno de Boris Yeltsin reconoció que Katyn fue perpetrada por orden firmada por José Stalin y envío al gobierno polaco de Walesa todos los documentos relacionados. Pero la polémica continúa en nuestros días, con la negativa de Moscú a reconocer Katyn como genocidio o siquiera crímen de guerra, prefiriendo adherirla como "crimen político" del diabólico Stalin.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"No hay hechos, sólo interpretaciones" decía Nietzsche: creo que es inevitable que la postura de uno se refleje en lo que hace, aún cuando intente ser lo más imparcial posible. Aún es más inevitable en el arte, que no tiene los mismos rigores que la historiografía o el periodismo. Creo que lo honesto no es ocultar eso, o lavarse las manos y no tomar posición nunca, sino asumir el punto de vista personal y hacerlo explícito. Y para el lector o espectador, creo que el camino es abrirse a interpretaciones diferentes y aún contrapuestas a lo que uno cree: es mucho más estimulante dejarse cuestionar por una obra que usarla para confirmar todos y cada uno de nuestros preconceptos.
Bah, eso creo.

Anónimo dijo...

Tal vez en la dedicatoria vos no quisiste asumir un bando en la Revolución Rusa, pero yo le hubiera dedicado la nota a las víctimas de don Nicolás y don José: no asumis bando tampoco, pero tomás posición contra la violencia desde el Estado. Y de última, si uno se equivoca, se equivoca estando del lado de las víctimas, que es mucho mejor que equivocarse estando del lado de los victimarios.

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